Mi obra preferida es Felipe Ángeles.

Elena Garro

El pasado 26 de noviembre recordamos el centenario del fusilamiento del general Felipe Ángeles. Este trágico suceso tuvo lugar irónicamente en el Teatro de los Héroes, en la capital del estado de Chihuahua, en 1919.

Para recordar a uno de los más destacados estrategas de la Revolución mexicana, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha llevado a la escena Felipe Ángeles (1967), obra emblemática de Elena Garro, tan vigente como el periódico de hoy en día.

La pieza, dirigida por Rodolfo Guerrero, se estrenó la fecha en que se evocaba la ejecución de la orden emitida por Venustiano Carranza, con el fin de eliminar al artillero villista. A ella se sometieron los antiguos compañeros de lucha de un Ángeles caído en desgracia, derrotado por los corruptos y ambiciosos, pero cuyos ideales por la libertad, la justicia y la democracia perviven no sólo en sus acciones, sino a través del rescate de sus principios gracias a la pluma de Elena Garro.

Según las notas periodísticas, la obra ha tenido gran éxito en el Teatro Moisés Calleja, ubicado en el Paseo de la Reforma. Ahí los personajes de Garro están cobrando vida, del 26 de noviembre al 29 de diciembre del 2019. Debe ser impactante: el montaje cuenta con 20 actores en escena. Rodolfo Arias destaca en el papel de Felipe Ángeles, la escenografía e iluminación son de Jesús Hernández y el diseño del vestuario de Carlo Demichelis. La coordinación artística la elaboró el Centro Cultural Helénico, bajo la dirección de Antonio Zúñiga.

Ésta es la tercera vez que se monta el drama de Elena Garro. La primera se  llevó a cabo en 1978, por Hugo Galarza Torres; le siguió la versión de Luis de Tavira en 1999 y ahora la puesta de Rodolfo Guerrero. Obviamente son contadas las ocasiones en que esta pieza maestra de la dramaturgia universal ha llegado al escenario, pues más bien ha padecido la censura y el sabotaje. 

¿Por qué y cuándo Elena Garro se ocupó del general hidalguense y decidió escribir una pieza sobre aquel nefasto evento, que tiñó y sigue manchando de sangre nuestra historia nacional?

He aquí un breve recuento sobre la autora y su Felipe Ángeles.

Elena Garro se dio a conocer como dramaturga el 19 de julio de 1957 con tres farsas en un acto, Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca y Un hogar sólido. El grupo Poesía en Voz Alta las representó en el Teatro Moderno, en la Ciudad de México. A estas piezas le siguieron otras obras en un acto, tales como El rastro, Los perros, El árbol, La señora en su balcón y Benito Fernández. En ellas explora la tragedia de la opresión femenina en la sociedad patriarcal y el clasismo que prevalecen en la sociedad mexicana.

Felipe Ángeles es, sin duda alguna, un caso aparte dentro de su producción teatral, ya que estamos frente al único drama de carácter histórico-documental de la autora. Marcela Magdaleno —nieta de Mauricio Magdaleno— consignó las siguientes declaraciones de Garro, efectuadas en 1991:

“Yo hubiera seguido escribiendo teatro, porque ya lo venía haciendo en la universidad, pero de no haber sido por estas obras que me impactaron enormemente, tal vez no hubiera rescatado las voces de mis ancestros revolucionarios, la voz del diablo, del ángel, del dolido, la voz apaciguada por la bala, los susurros del campo. El Teatro de Ahora1 refleja las voces del imaginario colectivo, que nadie escuchaba en aquel entonces, porque todos estaban ocupados mirando la modernidad. Cuando me di cuenta que estas voces estaban siendo extirpadas de la historia oficial, comprendí que era urgente rescatarlas del averno”.2

Hay una figura que estuvo siempre presente en su memoria. Este recuerdo proviene de la infancia. De niña, escuchó a su abuelo Tranquilino Navarro y a su tío, el general Benito Navarro, hablar de un hombre justo, honesto, que murió por los verdaderos ideales revolucionarios: el general Felipe Ángeles. En Testimonios sobre Elena Garro aparecen los registros —hasta entonces inéditos— en donde la escritora plasmó el ir y venir de su abuelo materno y de sus tíos villistas:

“Durante la vida efímera de Madero como presidente, Tranquilino estuvo en México. Era diputado por Zacualpan. Pero la traición y la Decena Trágica estaba en las esquinas de la ciudad. El 22 de febrero de 1913 se perpetró el primer crimen que traicionó a la Revolución: una mañana llegaron Benito y Saulo a anunciar que habían asesinado a Madero. Y la carrera de diputado de Tranquilino se esfumó. Lo aprehendieron durante la cazería contra los maderistas perpetrada por el usurpador en turno, Victoriano Huerta y sus secuaces.


‘“Samuel seguía en el Norte, todo el ejército se había hecho villista. Al saber del crimen, se volvió a México ’. La confusión que vivió el país en esos días fue apocalíptica para la nación que creía haber entrado a la democracia. Samuel, indignado, a los pocos días regresó a Chihuahua. Anunció a su familia que se iba con Francisco Villa. Los Navarro prepararon un plan para no despertar sospechas. Primero se marchaba él, y luego lo seguirían Saulo y Benito.


‘“A los pocos días de que se fue Samuel, Saulo y Benito se vistieron de gringos con unos sacos americanos que tenían, sin chaleco, con la camisa floja. Se compraron sombreros texanos y zapatos gruesos, bajos. Saulo se compró un puro, y salieron de su casa rumbo a la estación. Cuando llegaron al Paso, Texas, le telegrafiaron a Esteban —quien había regresado a Chicago. Y Esteban avisó que habían llegado bien. Allá Saulo se presentó con Villa y los dos hermanos entraron al ejército villista ’.

Corría el año de 1913 ”.3


Por otra parte, en una carta a Emmanuel Carballo, la también novelista consignó su propósito de rescatar a esta figura olvidada por la historia oficial, Felipe Ángeles, el general que combatió con los Dorados de Pancho Villa, al lado de sus tíos Samuel, Benito y Saulo Navarro:

“En México, en 1954, empecé a investigar sobre Felipe Ángeles. Era un caso difícil. Pasé muchos días en la Hemeroteca Nacional, busqué la ayuda del general Zapata Vela para ver los archivos militares, busqué al profesor Azuela… Al final de 1956 terminé la obra en tres actos. Muy mala. La corregí en París en 1961 y así quedó”.4

Empezó a escribir Felipe Ángeles en 1954, antes de componer las farsas en un acto. Sin embargo, se dio una simultaneidad en la redacción entre el drama histórico de tres actos y las piezas breves. De acuerdo con Helena Paz, su mamá escribió Un hogar sólido, Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca… en el mismo periodo que investigaba y trabajaba Felipe Ángeles, pero la escritura de las obras en un acto fue anterior a la de Felipe Ángeles, ya que como Garro comentó, la primera versión de Felipe Ángeles la terminó hacia finales de 1956. La polígrafa afirmó: “En 1956 escribí las farsas y La dama boba. Creía que era necesario renovar el teatro, y ya que no había podido actuar ni bailar, era un medio para regresar a él”.5

Su hija recordó al respecto: “La primera obra que escribió fue Un hogar sólido, estábamos en Cuernavaca. Felipe Ángeles vino después de todas las farsas en un acto, Andarse por las ramas, El rey mago… Las piezas breves las escribió en un día, muy rápido. En cambio Felipe Ángeles le tomó mucho más tiempo”.6

Para corroborar algunos avatares padecidos por Felipe Ángeles, Helena Paz exclamó: “Aquí tengo mi diario de la época”:

“Volvimos a vivir en casa de mi tía Deva, en Cuernavaca, durante las vacaciones de la escuela [noviembre y diciembre de 1955 y enero de 1956]. Mi papá había venido a escribir el Felipe Ángeles después de haber pedido una semana de descanso en Relaciones Exteriores. Mi mamá trabajó demasiado. Resultado: un síncope cardiaco. El médico llega y le dice: ‘Angina de pecho’. Yo lloro, me desespero, porque esto significa muerte en un periodo corto. Le dieron cuatro años de vida. Al día siguiente, otro médico, discípulo de Chávez, el gran cardiólogo, le dice: ‘No tiene angina pero riesgo de tenerla. Usted necesita reposo bajo cuidado médico, comer mucho, no fumar, etcétera’. Papá y mi tía declaran: ‘Tu madre es una histérica. Todo lo que ella tiene son nervios’. Mi mamá está furiosa porque mi tía Deva y mi papá le habían dicho que estaba loca y dice que se va a pasar el resto de las vacaciones a un hotel. El día de mis 16 años [12 de diciembre de 1955] el único que vino a pasar esos dos días con nosotras, naturalmente, mi abuelo Pepe. Asustada por papá que amenazaba con el divorcio, el abandono, y lo peor de todo, que se rehusaba a pagar la cuenta de la pensión, decidimos volver a la casa de mi tía.

“Miércoles 28 de agosto de 1956

Papá acaba de hablar por teléfono con mi tía Deva.

Deva: Entonces ¿las farsas de Elena le gustaron a León Felipe, Arreola y Héctor Mendoza?

Papá: Sí, mucho. Ya hemos decidido quién hará los trajes y los decorados, qué actores actuarán en sus obras.

Deva: Pero tú sabes que Elena quiere lanzarse con una obra seria porque ella dice —y con razón— que no quiere ya ser ese personaje amable y mundano que siempre ha representado en todos los salones. Muy divertido pero sin consistencia. Por eso ella quiere que se represente primero Felipe Ángeles.

Papá: Pero es absurdo. Ella sabe muy bien que esa obra, bastante mediocre, es el producto de nuestra colaboración.

Deva: Pero eso es absolutamente falso. Tú no me puedes decir eso a mí que asistí al nacimiento de Ángeles.

“Papá está furioso. Pero mi tía tiene razón. Es a mi madre a la que se le ocurrió escribir una tragedia con la unidad de tiempo, lugar y acción sobre la Revolución mexicana. Ella escogió entonces el personaje de Ángeles, hizo el plan, pensó y concibió todos los personajes en estas últimas vacaciones (noviembre y diciembre de 1955 y enero de 1956).

“Recuerdo cuando llegó papá y mamá le propuso escribir en colaboración Felipe Ángeles. Ella le dijo: ‘Escribe las escenas con los generales’. Él las escribió, sin ningún interés de su parte, y se fue a México. Después, no ha querido oír hablar de Ángeles. Hace ya casi un año que mi mamá aprovechó su estancia en Cuernavaca y escribió Ángeles en presencia de mi tía Deva y de mi tío Chucho, pero mi madre es tan buena que ella va a publicar Felipe Ángeles escrito por Elena Garro y Octavio Paz. Las escenas que escribió mi papá son muy malas, y mi mamá las tuvo que volver a escribir. Mi tía Deva ha exclamado con razón: ‘Octavio le quiere quitar la única cosa que ella tiene: su pensamiento’. ‘Porque lo que ha sostenido a tu madre durante este año y le ha dado el valor de soportar todas las afrentas que le han inflingido, todas las infamias que le ha hecho tu padre, es la seguridad de su inteligencia’”.7

Los deseos de Elena Garro de ingresar a las letras mexicanas con la puesta en escena de Felipe Ángeles no se cumplieron. Helena Paz aludió a un acontecimiento que tuvo lugar en 1956, en el departamento de la calle de Nuevo León, en donde vivía con sus padres: 

“Mi mamá y mi papá (mi papá se sentía autor de Felipe Ángeles) decidieron hacer una lectura entre los dos de Felipe Ángeles. Invitaron a todos los intelectuales de México: a Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, todos los intelectuales de la época. Estaban furiosos porque la obra era en contra de la Revolución. Dijeron: ‘Esto no se puede publicar, no, imposible. Esto es muy raro, no es cierto’”.8

Cuando Garro visitó Monterrey en 1991, hizo referencia a este suceso concerniente a la censura padecida por Felipe Ángeles:

“Se la leí a un grupo de escritores y me dijeron que era impublicable e imposible de ponerla en escena. Entonces se quedó por ahí, y perdí varias hojas. Luego la remendé, la recompuse un poco y se la mandé a Ernesto Flores en Jalisco, y él la publicó en una revistita [Cóatl, 1967] si no se hubiera perdido, como he perdido muchas cosas. Se lo debo a Ernesto. Yo quiero mucho a Felipe Ángeles, es la obra que más quiero, porque creo que rescaté a un gran mexicano que estaba olvidado, y yo lo admiro mucho. Creo que él y don Nicolás Bravo, para mí, son los grandes héroes mexicanos. No quisiera que olvidaran a Felipe…”9

El poeta jalisciense Ernesto Flores salvó del olvido Felipe Ángeles al publicarla por primera vez en 1967, en la revista Cóatl (Guadalajara), once años después de que su creadora concibiera la primera versión (1956). El 13 de octubre de 1978 se estrenó en el Teatro de Ciudad Universitaria bajo la dirección de Hugo Galarza, y un año más tarde lo reeditó la Universidad Nacional Autónoma de México. Ute Seydel explicó en un ensayo:

“Tanto Garro como Ibarguengoitia, ambos discípulos de Rodolfo Usigli, fueron escritores incómodos, ya que manifestaron sus opiniones políticas sin reparo y en su aguda crítica de los generales que salieron victoriosos de la Revolución, abandonaron el discurso solemne y mostraron todos los mecanismos siniestros que caracterizaron a los acomodos y reacomodos de los políticos y militares vencedores. A diferencia de otros intelectuales y escritores como Martín Luis Guzmán, Octavio Paz y Carlos Fuentes, no aspiraron nunca a tener un cargo diplomático, ni tampoco a un puesto en el gobierno o en las instituciones de la cultura oficial mexicana. Mientras que en El atentado se cambian los nombres de los personajes históricos, en Felipe Ángeles, que Garro concibió como “drama documentado”, se mantienen los nombres de los personajes de la historia mexicana. (…) Como también en Los recuerdos del porvenir, a Elena Garro le interesó explorar en Felipe Ángeles el revés del discurso histórico y deconstruir el recuento y las representaciones de la historia oficial, así como los discursos políticos y nacionalistasde su tiempo. Logró mostrar lo absurdo y contradictorio de los discursos de los políticos que tratan de legitimarse en el poder y que, desde el poder, se proponen crear cierto consenso en la población. Puso de manifiesto que los generales constitucionalistas que salieron triunfantes de la Revolución, festejaron e idolatraron a la Revolución como si fuera un dios, mientras fusilaban a los generales más reconocidos que habían luchado en un tiempo junto a ellos para derrocar a Huerta y poner en práctica los ideales de la Revolución. La lucha armada parece carecer de sentido, ya que, como constata Felipe Ángeles, tanta gente murió en vano y no se han podido cambiar ni las estructuras, ni la lógica del poder, ni tampoco se ha podido eliminar la ambición personal que motiva el ascenso de nuevos ‘jefes’”.10

En Felipe Ángeles, obra en tres actos, en donde se cumplen cabalmente la unidad de tiempo, espacio y acción, nos convertimos en la audiencia en el Teatro de los Héroes, en Chihuahua, para presenciar la farsa montada por Carranza y sus secuaces en su lucha desmedida por el poder; somos partícipes del complot gubernamental que asesinó quizás al último gran revolucionario mexicano de esa fase histórica, el general Felipe Ángeles, pues ya los traidores habían liquidado la democracia con Francisco I. Madero, Ricardo Flores Magón, y la lucha campesina con Emiliano Zapata.

La autora recrea, con agudeza y sabiduría, la figura noble de Felipe Ángeles, el general que combatió “para acabar con los brujos del poder y sus profecías ininteligibles”, para quien “el hombre es lenguaje”, y eligió “nombrar a los tiranos, sus llagas, sus crímenes, a los muertos, a los desdichados”.  Gracias a la escritura de Elena, el lector y el espectador pueden acercarse a Felipe Ángeles, quien murió creyendo que “al hombre se le rescata con la palabra”, de igual manera que dio su vida José Martí, el humanista y revolucionario cubano.

Elena Garro no se fue a su hogar sólido el 22 de agosto de 1998 sin antes ver en escena su pieza predilecta: Felipe Ángeles. La defensora de los deshererados nunca se imaginó que sus personajes cobrarían vida frente a sus ojos en Madrid, cuando ella padecía los años más cruentos del exilio. Casi veinte años después de haberla concluido en 1961, pudo verla en movimiento teatral. Unas horas alegraron su martirio. El 3 de noviembre de 1980, después del éxito obtenido en México, la puesta en escena de Hugo Galarza viajó a España. Allá la vio una Elena Garro conmovida en el Colegio Mayor Hispanoamericano “Nuestra Señora de Guadalupe”.

Hugo Galarza no sólo narró lo anterior, sino que compartió con los admiradores de la escritora dos cartas que ella les escribió a raíz del montaje de Felipe Ángeles. Cito unas líneas:

“Madrid, 6 de noviembre de 1980

Querido Hugo Galarza:

La noche de Felipe Ángeles estaba muy impresionada y no supe agradecerte el maravilloso y desinteresado trabajo que has hecho.

Al llegar vi a unos militares mexicanos sentados en unas sillas y me emocioné tanto que no supe qué decirles. (…)

Hace tantos años que la escribí y tantos que me fui de México que nunca imaginé verla, y ya ves, los milagrosos mexicanitos llegaron a Madrid y al amparo de la Virgen de Guadalupe  me hicieron el milagro y yo casi entrego el equipo… (…)

Bueno, Hugo muy querido, felicita a Diéguez, a las muchachas María Luisa Garza y Evangelina Martínez, diles que no las perdí de vista, grandes actrices.

Todavía ando mareada, y para ti el eterno agradecimiento de tu amiga y admiradora, Elena Garro”11

Ojalá que los avatares que padecieron Elena Garro y su Felipe Ángeles hayan concluido y por fin se haga justicia al general, matemático y estratega que murió en pro de la libertad y la concordia, así como los de la periodista, dramaturga, narradora y poeta. Garro como Ángeles padecieron el exilio y las calumnias por haber enfrentado a los adictos al poder y ya es tiempo de reivindicar su legado.

Notas

1Teatro de Ahora, corriente teatral creada por Juan Bustillo Oro y Mauricio Magdaleno en 1932.

Este último escribió tres obras: Pánuco 137, Emiliano Zapata y Trópico. Se publicaron en el volumen Teatro Revolucionario Mexicano, Madrid, Editorial Cenit, 1933.   

2 Marcela Magdaleno, “El resplandor de Mauricio Magdaleno”, texto leído en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, durante el centenario del nacimiento y vigésimo aniversario luctuoso de Mauricio Magdaleno, 14 de mayo de 2006.

3 Rosas Lopátegui, P., Testimonios sobre Elena Garro, pp. 46-47. (Narro los eventos escritos de manera sucinta por Elena Garro en este diario e intercalo las palabras textuales de la autora entre comillas).

4 Garro, E., “Carta. Madrid, 29 de marzo de 1980”, en Carballo, E., Protagonistas, p. 504.

5Ibid., p. 505.

6 Rosas Lopátegui, P., entrevista con Helena Paz Garro, 5 de febrero de 2007.

7Diario inédito de Helena Paz Garro, en Rosas Lopátegui, P., “Crónica del teatro de Elena Garro”, en Yo quiero que haya mundo…, pp. 35-37.

8 Rosas Lopátegui, P., entrevista con Helena Paz Garro, 7 de febrero de 2007.

9 Rosas Lopátegui, P., “Diálogo con Elena Garro en la Capilla Alfonsina”, en Covarrubias, M., Junto a una taza de café, p. 47.

10 Seydel, U., “La escenificación del poder en Felipe Ángeles” en Gutiérrez de Velasco, L., et. al.Elena Garro. Recuerdo y porvenir de una escritura, pp. 107, 116, 117.

11 Galarza Torres, H., “De la pluma de Elena Garro al escenario”, en Rosas Lopátegui, P., Yo quiero que haya mundo…, p. 261.

No me mezclé en la política por odio, sino porque la vista de los pobres me dolía. Dominado por la fraternidad conviví con los revolucionarios y cuando la Revolución se dividió en dos bandos, uno el ganancioso y otro el que renunció al poder personal en el nombre de las ideas por las cuales habíamos peleado todos, yo me uní a estos últimos, ya que no creo en la ambición personal”.

“Estamos en el tiempo de matar: se empieza matando en el nombre de una idea y se termina asesinando en el nombre de un jefe. ¡Y un jefe es una mentira!”

Está bien que me maten, ya que soy un testigo inoportuno de su triunfo; pero está mal que traten de matarme con mentiras, porque la misma mentira los condena a ustedes”.

No es grave que esta maquinaria se vuelva contra mí, lo grave es que existe, porque existe contra todos. Es un arma que no distingue amigos de enemigos, ni verdades de mentiras. Y esta muerte mía no será la última”.

“Ustedes, mis antiguos compañeros de armas, creen que miento y yo no tengo más prueba

que ofrecerles que mis palabras, mis actos y, cuando este juicio termine, mi vida”.

El terror es el arma de los débiles; a la espada más cruel se le vence con la palabra, que es más poderosa”.

“No sé si alguien me haya oído, pero lo que sé es que hay que hablar en este cementerio en el que ustedes han convertido al país, en donde sólo se oyen gritos y disparos. Ya sé que hablar aquí es el mayor de los delitos; aquí en donde el terror ha reducido al hombre al balbuceo. Pero yo, general, no renuncio a mi calidad de hombre. Y el hombre es lenguaje. Y óigame bien, general Escobar, lo único que deseo es que hablen todos, que se oiga la voz del hombre, en lugar de que el hombre se ahogue en crímenes. Hay que hablar, general, aunque nos cueste la vida. Hay que nombrar a los tiranos, sus llagas, sus crímenes, a los muertos, a los desdichados, para rescatarlos de su desdicha. Al hombre se le rescata con la palabra”.

“Yo no muero porque mi patria me repudie, sino por un exceso de amor entre ella y yo. prefiero este final encarnizado a una muerte extranjera”.

“Otro tiempo me espera, sin jueces, sin premios, sin castigos. La salvación, el perdón, no están fuera sino dentro de nosotros mismos…”

“El hombre es múltiple, pero también es uno. Uno y dueño de sus actos y no puede entregar su destino en las manos de un tercero sin volverse un siervo, un cómplice o un autómata”.

Voy a entrar en un orden diferente. Me voy a vagar por la gran patria de las ideas. Me voy a la palabra concordia”.

OBRAS CITADAS

Galarza Torres, Hugo, “De la pluma de Elena Garro al escenario. La puesta en escena de Felipe Ángeles”, en Rosas Lopátegui, Patricia, Yo quiero que haya mundo… Elena Garro 50 años de dramaturgia, “Prólogo” de Víctor Hugo Rascón Banda, México, Porrúa/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2008. pp. 252-262.

Garro, Elena, Felipe Ángeles, en Teatro. Obras reunidas II, “Introducción” de Patricia Rosas Lopátegui, México, Fondo de Cultura Económica, 2009.

_____, “Carta. Madrid, 29 de marzo de 1980”, en Carballo, Emmanuel, Protagonistas de la literatura mexicana, México, Ediciones del Ermitaño/SEP, Lecturas Mexicanas 48, 1986. pp. 493-505.

Paz Garro, Helena, “Diario inédito”, en Rosas Lopátegui, Patricia, “Crónica del teatro de Elena Garro…”, en Rosas Lopátegui, Patricia, Yo quiero que haya mundo… Elena Garro 50 años de dramaturgia, “Prólogo” de Víctor Hugo Rascón Banda, México, Porrúa/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2008. pp. 35-37.

Rosas Lopátegui, Patricia, Testimonios sobre Elena Garro. Biografía exclusiva y autorizada de Elena Garro (diarios, textos y poesía de Elena Garro), Monterrey, Ediciones Castillo, 2002.

_____, “Diálogo con Elena Garro en la Capilla Alfonsina”, en Covarrubias, Miguel, Junto a una taza de café. Conversaciones, Monterrey, México, Ediciones Castillo, 1994, pp. 43-67.

Seydel, Ute, “La escenificación del poder en Felipe Ángeles” en Gutiérrez de Velasco, Luzelena y Gloria Prado, editoras, Elena Garro. Recuerdo y porvenir de una escritura, y Gloria, México, Tecnológico de Monterrey-Campus Toluca, Universidad Iberoamericana-Ciudad de México, CONACULTA, 2006.

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Patricia Rosas Lopátegui
Nació en Tuxpan, Veracruz (1954). Actualmente es profesora de literatura mexicana en Chicana y Chicano Studies (CCS), en la Universidad de Nuevo México (UNM). Ha publicado la biografía de Elena Garro en tres volúmenes: Yo sólo soy memoria. Biografía visual de Elena Garro (Ediciones Castillo, 1999); Testimonios sobre Elena Garro. Biografía exclusiva y autorizada de Elena Garro (Ediciones Castillo, 2002) y El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica (Editorial Porrúa, 2005). Compiladora y autora de Yo quiero que haya mundo... Elena Garro 50 años de dramaturgia (Editorial Porrúa, 2008); coordinadora y autora de la “Introducción” de Elena Garro. Obras reunidas II. Teatro (FCE, 2009); coordinadora y autora de la “Advertencia” de Elena Garro. Obras reunidas III. Novelas (FCE, 2010). Asimismo compiladora y autora de dos antologías: Transgresión femenina. Estudios sobre quince escritoras mexicanas (1900-1946) (Floricanto Press, 2010) y de Óyeme con los ojos. De Sor Juana al siglo XXI. 21 escritoras mexicanas revolucionarias (UANL, 2010, 2 vols.). Como parte de su labor para recuperar a escritoras mexicanas rezagadas ha publicado Nahui Olin: sin principio ni fin: Vida, obra y varia invención, en donde se reúne la obra poética de Carmen Mondragón (UANL, 2011), y las Obras completas de Guadalupe Dueñas que contiene los trabajos publicados e inéditos de la autora jaliscience (FCE, 2017). Publicó la segunda edición aumentada de El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica, un significativo volumen de 1090 páginas, con un acervo fotográfico de 100 imágenes, que recogen los artículos, entrevistas y reportajes de Elena Garro (UANL, 2014). Para celebrar el centenario del nacimiento de Elena Garro (1916-2016) dio a conocer su poesía en Cristales de tiempo. Poemas inéditos de Elena Garro (UANL, 2016). Dos años más tarde, La Moderna, editorial con sede en Cáceres, Extremadura, publicó Cristales de tiempo en España. También es autora y compiladora de Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos (Editorial Gedisa, 2020, 2 vols.). Su interés por reconocer las innovaciones de diez escritoras mexicanas del siglo XX, la llevó a conformar la serie Insurrectas. De esta colección ya se encuentran en librerías Nahui Olin. El volcán que nunca se apaga y Antonieta Rivas Mercado. Torbellino de voluntades (Editorial Gedisa, 2022).