Elena Garro (1916-1998) Helena Paz Garro (1939-2014)
Patricia Rosas Lopátegui
Hoy recordamos a Elena Garro en su 103 aniversario. Periodista, dramaturga, novelista, cuentista y también poeta, la autora de Los recuerdos del porvenir nació el 11 de diciembre de 1916, en la ciudad de Puebla.
Asimismo celebramos el natalicio de Helena Paz Garro, la única hija del matrimonio contraído entre Elena Garro, pionera del realismo mágico en la literatura Hispanoamericana, y el Premio Nobel de Literatura 1990, Octavio Paz. Helena nació el 12 de diciembre de 1939, en la Ciudad de México, y cumpliría 80 años.
La poesía fue una de las pasiones que unió a las dos Elenas y madre e hija defendieron la igualdad de género. He aquí algunos de sus versos.
Elena Garro se pronunció en contra de la sociedad patriarcal y de la violencia de género en toda su producción literaria. Basta mencionar dos de sus obras teatrales más emblemáticas: Los perros y El rastro. En su poesía también atacó la misoginia y los valores falocéntricos que aniquilan al ser femenino, y defendió los derechos de la mujer por una vida íntegra, libre e independiente. En “Mi cabeza cuarteada”, un poema de los años cincuenta, expone la desintegración emocional y física de las féminas bajo la opresión masculina, un tema tan desgarrador como vigente:
Mi cabeza cuarteada
Se cuartearon los muros.
Me cojo la cabeza entre las manos.
Ya es tarde.
Hay un estrépito
y la tierra me sale por los ojos.
Mi lengua sepultada entre escombros
no dirá ya
cómo sucedió la catástrofe.
A cuanto talismán recurro
cae hundido entre la tierra que cae de mi cabeza.
El polvo del derrumbe
empieza a sepultar mis hombros,
mi garganta, me llega hasta los pies.
Ya sólo soy un túmulo de tierra.
Helena Paz Garro vivió la tiranía en el entorno familiar. Así lo refleja su poema “La reina”, dedicado a su madre:
La reina
La reina ha cortado sus cabellos;
yacen en el suelo,
charcos de otoño.
La reina ha abdicado su sonrisa.
Ninguna cinta de oro
ciñe sus sienes,
ningún león hermano suyo
lame sus manos.
La han vencido.
Solitaria habitante de la ciudad blanca
abandonada
en mitad de la selva,
reina de un reino desaparecido,
camina sola, los pies descalzos,
entre los árboles.
La espían los salvajes
de lanzas enjaezadas de plumas.
Ella con una mano
abre la puerta luminosa
para entrar al corredor de la Danza.
Desde la antigua trampa (que)
lleva al santuario subterráneo
en el que resplandecen
los Dioses de su pueblo,
su raza vencida
para siempre…
Sólo queda el rastro de su león negro.
México, 1958
Nota: Estos poemas forman parte de Cristales de tiempo. Poemas inéditos de Elena Garro (Edición, estudio preliminar y notas de Patricia Rosas Lopátegui. Primera edición: Universidad Autónoma de Nuevo León, 2016; reimpresión: RLP Publishing con La Moderna, España, 2018). “La reina” de Helena Paz conforma el epílogo en dicho libro.