Patricia Rosas Lopátegui
Hablo de ti
En memoria de Antonieta Rivas Mercado
Hablo sobre tu muerte
en Notre Dame, Antonieta,
del tiro en el corazón
que te cerró los ojos.
En el Santuario
quizá pensaste
“Si Dios existe,
detendrá mi mano”.
Pero Él también
había sido crucificado
Antonieta
y no tuvo respuestas para ti.
No logro comunicar
tu tragedia
tu ineludible
final.
“Era una mujer débil”, vomita alguien.
“Si no tenía dinero,
¿por qué no se metió de mesera?”,
escupe otro.
Y aún hay quien sugiere:
“Antes que el suicidio,
¿por qué no se prostituyó?”.
Pobres espíritus materialistas
¿qué saben todos,
qué sabe nadie, de ti
Antonieta;
la desquiciada, la loca,
la histérica suicida,
la del pecho herido
aun antes de la bala?
Hablo de tu voz
indignada
como la de Sor Juana
reincidiendo en la misma urgencia:
exorcizar la bondad pasiva
a través del cultivo del espíritu
por la ruta de la educación,
el río del conocimiento.
Hablo de tus manos siempre llenas
y generosas.
De tu amor
por la nación y su gente
hasta la médula misma de tus huesos.
De tus afanes por construir
una cultura sólida
desprendida del patrioterismo,
alejada de etnocentrismos inútiles,
encendida por el fervor de la justicia.
Hablo de la democracia
utópica
de tus sueños:
sin pistoleros, sin dictadores,
sin vividores ni corruptos;
con libertad para vivirla entre semana
no sólo los domingos,
no sólo en los discursos,
no sólo en la mentira
disfrazada.
Las palabras te nombran
el recuerdo
te afirma:
El que tenga oídos que escuche.
“Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan…”
sentencia Díaz Mirón en un poema.
Tú fuiste un ave rara, Antonieta
y tu plumaje
es uno de ésos.
Una bala te arrancó
de este mundo
mas no de la memoria.
9 de marzo, 2008