Centenario luctuoso de Ramón López Velarde

Centenario luctuoso de Ramón López Velarde (15 de junio de 1888- 19 de junio de 1921)


“Suave patria” el verdadero himno de México

Garro, Dueñas y Patricia Rosas Lopátegui por los azares de López Velarde

¡Quién me iba a decir que el día del centenario luctuoso de Ramón López Velarde estaría escribiendo estas líneas! Se trata de esas sincronías y enigmas de la vida. Aunque pensándolo mejor, las afinidades más bien surgen porque nos buscamos en aquellos que nos hablan en un idioma que comprendemos, pues sentimos y percibimos el mundo de manera similar. Las y los escritores desentrañan la realidad que nosotros —los no creadores— descubrimos gracias a su sensibilidad, a su imaginación y a su lenguaje poético.

            Antes de descubrir a dos escritoras mexicanas excelsas, Elena Garro y Guadalupe Dueñas, yo había degustado de la poesía incomparable de Ramón López Velarde a principios de los años 70. En mis cursos de literatura en la secundaria y en la prepatatoria leímos no sólo al poeta nacido en Jerez, Zacatecas, sino también a Salvador Díaz Mirón, Manuel Acuña, Amado Nervo, entre otros. Ante mi gusto por la lectura, mi padre me compró varios libros de poesía en lengua española. López Velarde era el más difícil de descifrar. Recuerdo que no comprendía del todo sus versos, pero me fascinaban la melodía del encadenamiento de sus palabras y las imágenes que lograba visualizar.

            Pocos años más tarde leí Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro (1977) y Tiene la noche un árbol, de Guadalupe Dueñas (1980). En esa época no sabía que esas dos autoras eran devotas de Ramón López Velarde, no obstante en su escritura algo me hablaba de esa relación íntima, entrañable que suele darse entre los grandes creadores.

            Guadalupe Dueñas admiró y escribió sobre el autor de “A mi prima Águeda” sin parar, a tal grado que se transformó en Águeda y Fuensanta. A diferencia de las diversas mujeres que el poeta enamoró y no le correspondieron, Dueñas le ofreció ser su viuda. La autora jaliscience le rindió homenaje en uno de los más memorables panegíricos jamás escritos en torno suyo:

Ramón López Velarde Guadalupe Dueñas

Noble juglar, señor y príncipe, en esta tarde de lluvia he venido a tu sepulcro con un ramo de violetas cortadas en el alba. Estoy aquí, vestida de negro, con el luto de Águeda y Fuensanta. De la plomiza eternidad me separa tu lápida, y la impotente amargura de estarte vedada como la llovizna y el viento. Te he traído esta ofrenda porque, aunque lo ignoras, tomé parte en algún profano sueño de tu atávica continencia. He venido a buscar tus palabras remotas, tu ilusorio fantasma para poder gritar las cinco letras de tu nombre, que he dibujado en mí con un dibujo de escarcha.

¡Cenobita frustrado! ¡Galán de provincia! ¡Qué no daría por escucharte tras la reja de un viejo balcón, enjoyado con rústicos tiestos floridos y oír tu voz sobre la penumbra inválida de los jardines de tu pueblo! ¡Verte pasar a la hora del Ángelus, con tus imaginarias hormigas, con tus arañas lúbricas y tus salmos israelitas!


Lugareño genial, plañidero devoto que amasaste el amor y el espanto y el placer y la muerte. Paganísimo cristiano, bíblico señor, ¡quién fuera Águeda y Ruth y Mireya y tu musa Fuensanta, que en los claros domingos la llamabas diáfana y bella y olorosa a fragancia!


Imagino que la invitarías a recorrer los atrios de los templos, el altar del Santísimo, los retablos del Viacrucis humosos de incienso, y sin tocarse las manos recorrerían los jardines en esa primavera que les tocó vivir y que yo envidio; porque si me hubiesen dado a escoger mi tiempo, y mi ración de amor sobre la tierra, de todos los infieles habitadores del mundo, a ti te escogería, a ti únicamente.


Me gustas así, teñido de cuaresmas anacrónicas, de cilicios y de incendios, con labios repletos de oraciones y eróticas plegarias y de embriagadores éxtasis.
¡Cómo me hubiese gustado ser la novia perpetua de tu canto! Tu ánima impoluta. Y es que te pareces a mí en esa erizada angustia de tu lucha con el ángel; o tal vez te pareces al personaje de mis sueños o estoy, como tú, tejida de lujuria y de un anhelo santo.


Pero tú eres el ayer y el nunca, la provincia que no viví y la ciudad que ya no existe.
Considérame tu viuda para poder llorarte (Imaginaciones, 1977, en Obras completas de Guadalupe Dueñas, selección y prólogos de Patricia Rosas Lopátegui, FCE, 2017).

En una entrevista con Vilma Fuentes, en París, en vísperas de su regreso a México en 1991, Elena Garro comentó refiriéndose al poema “El retorno maléfico” de López Velarde:

Pienso mucho en versos, Vilma. ¿Sabes? Esa poesía ya no se escribe. Estaba llena de olores, colores, sabores. López Velarde es el gran poeta mexicano. Sí, pienso mucho en versos, durante el día, mientras camino dando vueltas cuando me quedo sola en esta casa que no es mi casa. (…)


Y me vuelven los versos de López Velarde: “Mejor será no regresar al pueblo,/ al edén subvertido que se calla…” Me da horror pensar que el México que dejé ya no existe: un México lleno de árboles, placitas, ¿sabes?, éramos unas cuantas gentes que nos conocíamos (“Me da horror pensar que el México que dejé ya no existe” Elena Garro desde París: ‘Mejor será no regresar al pueblo’”, Proceso, Cultura, 16 de septiembre de 1991; véase en Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos de Patricia Rosas Lopátegui, Gedisa, 2020).

Sin duda alguna, Ramón López Velarde escribió la epopeya mexicana en su “Suave patria”, ese poema que todos los mexicanos deberíamos saber de memoria —comprendamos o no cabalmente sus versos crípticos, después de todo la poesía es presa de un lenguaje cifrado en donde lo que importa es más bien la manera en que el poeta despierta nuestros sentidos a través de la música y la palabra—. Como clamó el eterno trovador en uno de sus versos, sin falsos nacionalismos, “la Patria es impecable y diamantina”, y ese poema si lo vemos bien, es, en realidad, nuestro verdadero himno nacional, gracias a él podemos ver, sentir, oler, entender no sólo el paisaje mexicano sino nuestra historia.

Print Friendly, PDF & Email
Artículo anteriorLiberalismo en el golfo de México y la revolución: Cándido Aguilar
Artículo siguienteHambre: soledad, vacío e insatisfacción
Nació en Tuxpan, Veracruz (1954). Actualmente es profesora de literatura mexicana en Chicana y Chicano Studies (CCS), en la Universidad de Nuevo México (UNM). Ha publicado la biografía de Elena Garro en tres volúmenes: Yo sólo soy memoria. Biografía visual de Elena Garro (Ediciones Castillo, 1999); Testimonios sobre Elena Garro. Biografía exclusiva y autorizada de Elena Garro (Ediciones Castillo, 2002) y El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica (Editorial Porrúa, 2005). Compiladora y autora de Yo quiero que haya mundo... Elena Garro 50 años de dramaturgia (Editorial Porrúa, 2008); coordinadora y autora de la “Introducción” de Elena Garro. Obras reunidas II. Teatro (FCE, 2009); coordinadora y autora de la “Advertencia” de Elena Garro. Obras reunidas III. Novelas (FCE, 2010). Asimismo compiladora y autora de dos antologías: Transgresión femenina. Estudios sobre quince escritoras mexicanas (1900-1946) (Floricanto Press, 2010) y de Óyeme con los ojos. De Sor Juana al siglo XXI. 21 escritoras mexicanas revolucionarias (UANL, 2010, 2 vols.). Como parte de su labor para recuperar a escritoras mexicanas rezagadas ha publicado Nahui Olin: sin principio ni fin: Vida, obra y varia invención, en donde se reúne la obra poética de Carmen Mondragón (UANL, 2011), y las Obras completas de Guadalupe Dueñas que contiene los trabajos publicados e inéditos de la autora jaliscience (FCE, 2017). Publicó la segunda edición aumentada de El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica, un significativo volumen de 1090 páginas, con un acervo fotográfico de 100 imágenes, que recogen los artículos, entrevistas y reportajes de Elena Garro (UANL, 2014). Para celebrar el centenario del nacimiento de Elena Garro (1916-2016) dio a conocer su poesía en Cristales de tiempo. Poemas inéditos de Elena Garro (UANL, 2016). Dos años más tarde, La Moderna, editorial con sede en Cáceres, Extremadura, publicó Cristales de tiempo en España. También es autora y compiladora de Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos (Editorial Gedisa, 2020, 2 vols.). Su interés por reconocer las innovaciones de diez escritoras mexicanas del siglo XX, la llevó a conformar la serie Insurrectas. De esta colección ya se encuentran en librerías Nahui Olin. El volcán que nunca se apaga y Antonieta Rivas Mercado. Torbellino de voluntades (Editorial Gedisa, 2022).