Este 8 de enero se cumple el centenario del célebre científico Julián Adem Chahín, oriunodo de Túxpam.Para un joven tuxpeño quizás no significa nada, pero debería signifiarlo todo. Falleció en la Ciudad de México el 9 de septiembre de 2015. Se le puede contar entre uno de los cuantos científicos mexicanos que tuvo trascendencia mundial en el siglo XX.
Fue investigador en la UNAM durante más de 50 años e impulsor de la licenciatura en Ciencias Atmosféricas de la Universidad Veracruzana.
Estudió en la UNAM simultáneamente ingeniería civil y la licenciatura en matemáticas. Su tesis de ingeniería fue sobre sismología. De 1951 a 1953 realizó su doctorado en Matemáticas Aplicadas en Brown University, en Rhode Island, Estados Unidos. Regresó a México pero pronto se fue a una estancia posdoctoral a Estocolmo, donde trabajó con el padre de la meteorología moderna, Carl Gustav Rossby. Ahí Rossby le planteó el problema –al recién doctorado en matemáticas aplicadas– de un ciclón inmerso en una corriente de vientos. Adem lo resolvió y obtuvo lo que se llama el parámetro beta, base de los pronósticos de las trayectorias de huracanes.
Cuando el cambio climático a nadie le interesaba, formuló el Modelo Termodinámico del Clima. Consiste en un conjunto de ecuaciones, introducidas en las incipientes computadoras de aquello años, para estimar el comportamiento de la temperatura atmosférica en el hemisferio norte. Después el modelo se amplió al océano, al uso de imágenes satelitales, o a los climas de hace miles de años cuando ocurrió la gran glaciación más reciente.
Al desarrollo del modelo contribuyeron fundamentalmente dos tipos de colaboradores. Por un lado, científicos del más alto nivel que cursaron invitaciones a Julián Adem para estancias en el extranjero: el Instituto Internacional de Meteorología en Estocolmo, 1954-1956; el Instituto de Oceanografía de Hamburgo, 1961-1962; el Centro Meteorológico Nacional en Washington, 1963, 1965-1971; el Instituto Max Planck de Hamburgo, 1977-1978, 1989, el Instituto de Astronomía y Geofísica de Lovaina en 1982, 1985, 1989 y 1992. Por el otro, tesistas en la UNAM, que en la vida de Adem sumaron medio centenar, casi uniformemente repartidos entre licenciatura, maestría y doctorado.
El modelo fue usado con éxito para hacer predicciones del estado atmosférico u oceánico a largo plazo (del orden de meses a milenios) por parte de instituciones de la antigua Unión Soviética, Estados Unidos, Bélgica, Japón, Holanda y México. Fueron notorios los aciertos en simular el clima presente, pronosticar la sequía del desierto del Sahel (en África) de la década de los ochenta, replicar las glaciaciones de hace 18 mil años, y actualmente los alumnos de Adem lo usan para modelar el comportamiento climático del planeta hacia fines de este siglo, en el contexto del cambio climático global.
La labor de Adem como impulsor del estudio de las ciencias de la Tierra es invaluable: fundó la Unión Geofísica Mexicana, la revista científica “Geofísica Internacional”, el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM (hoy Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático) y la revista científica “Atmósfera”. Recibió el Premio Nacional de Ciencias en 1976, el Premio Universidad Nacional en 1994 y en 1995 la Medalla Adolfo Ruíz Cortines de parte del Congreso del estado de Veracruz. De Adem escribió su biógrafo René Garduño:
“Leal a la ciencia, a la UNAM y a México. Seguramente en la ingeniería se hubiera hecho rico y en una institución extranjera habría tenido mejores ingresos que en nuestra Universidad… Es patriota y universitario de corazón. Recomienda la honestidad como divisa para todo, particularmente en la investigación científica”.
Foto: Mariana Yampolsky
