Muestra en el CASA compila décadas de complicidad entre Toledo y la galería Arvil

El artista, gestor cultural y activista Francisco Toledo (1940-2019) realizó proyectos de gráfica a lo largo de casi tres décadas junto con la galería Arvil, que este 2024 cumple 55 años de existencia.

Destaca Nuevo catecismo para indios remisos, consistió en la intervención de nueve placas metálicas en blanco y negro procedentes de la época colonial con el objeto de hacer nuevas impresiones. Acompañó los grabados con textos del escritor Carlos Monsiváis (1938-2010).

Estas placas fueron donadas al Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago) por Armando Colina, director de la galería Arvil. Con este motivo, se organiza la exposición Francisco Toledo: Placas metálicas y obra gráfica que él creó con ellas, que se inaugura hoy en el Centro de las Artes San Agustín (CASA), Oaxaca.

Además de las placas y los grabados producidos, también se mostrará obra de las series Toledo/Guchachi’, Toledo/Chilam Balam, Toledo/Sahagún, así como material desconocido.

“Cuando hicimos Chilam Balam, pedí a Francisco que la portada fuera un grabado firmado por él y manuscrito el título. Sugerí, además, que escribiera el texto de este álbum y que lo ilustrara. Se van a mostrar los originales que trabajó. También dos retratos que me hizo en los años 60, cuando nos conocimos, que nadie ha visto, porque estaban en mi recámara”, expresa Armando Colina a La Jornada.

Un anticuario ofreció las placas en cuestión a Víctor Acuña (1939-2021), director y cofundador de Arvil. “Eran 75 y los compramos. Pedimos a Nunik Sauret que las limpiara y las imprimiera para ver el contenido y el estado de cada una, porque había unas medio rotas. Al entregarlas, nos sorprendieron, porque había unas prácticamente cómicas. En una, por ejemplo, se vio que el artista la empezó a trabajar desde abajo, y al llegar arriba no cabía la cabeza del personaje, entonces, la colocó a un lado.

“Al enseñar el material a Toledo, éste se impresionó y quiso intervenirlo. Cuando se lo mostramos a Monsiváis dijo: ‘yo escribo’. Resulta ser su único texto de ficción, ya que él era cronista. Toledo escogió nueve placas para trabajar. Hizo todo este trabajo para Arvil Gráfica, compañía que Víctor y yo creamos porque nos dimos cuenta de que nuestros patrocinadores no entendían que una obra gráfica es un original seriado, firmado y enumerado.”

Arvil Gráfica hacía ediciones de 50 piezas; sin embargo, sólo se hicieron 25 placas, porque eran muy frágiles. Se remontaban a los siglos XVIII y XIX, y procedían de la sierra de Tlaxcala y Puebla, de capillas populares, anota Colina.

El galerista sostuvo una relación de 60 años de amistad y promoción con Toledo, tiempo en que realizaron innumerables proyectos juntos: “En 1963, abrí Dalís, local de discos, arte y libros, en la calle de Amberes, entre Hamburgo y Reforma. Un día estaba solo con el ayudante, cuando entró una persona de buen ver, de pelo largo y huaraches. Más me llamó la atención cuando se acercó a los libros de arte. Igual que entró, se fue. Unos días después fue a verme un amigo mutuo, el pintor Roberto Donís, quien llevaba un grupo de obras en papel.

“Me dijo: ‘Armando, tengo este amigo que acaba de regresar de Europa y hace esto’. Me deslumbraron las piezas; sin embargo, eran muy caras para mí. Valían 40 dólares. No pude resistir y compré una. Días más tarde regresó: ‘Armando, me dice mi amigo que te hace retratos y le das libros de arte’. Negociamos. Me citó en un viejo edificio detrás del desaparecido cine Latino. Si mal no recuerdo era un cuarto de servicio. El de los huaraches era el artista. Mi mayor sorpresa era que pintaba en el piso.

“Sucedió algo que me marcó para siempre porque estaba yo allí para comprar lo que produjera. Me hizo tres retratos, pero uno no le gustó y lo rompió. Su ética me marcó.

Nos hicimos muy amigos porque, además de su increíble talento, nunca había visto un artista con esa capacidad creativa y de renovación. Siempre estuvo en la búsqueda.

Entre los innumerables proyectos que realizaron juntos, Colina destaca las ilustraciones que Toledo hizo para El libro de los seres imaginarios, de Jorge Luis Borges, publicado originalmente como Manual de zoología fantástica (1957) por el Fondo de Cultura Económica, con motivo del medio siglo de la editorial.

Resultó que el artista había hecho más imágenes de las que se incluyeron en el libro conmemorativo, mismas que fueron adquiridas por Arvil y promovidas en el mundo como colección. Se exhibieron en 52 sitios, entre ellos Tokio, Atenas, Praga, Roma, Berlín, Nueva York y Buenos Aires.

La galería jugó un papel fundamental en que Toledo aceptara realizar una exposición retrospectiva de su obra en la galería Whitechapel, en Londres, que luego fue al Museo Reina Sofía, en Madrid. Para calentar la plaza, Arvil mostró Zoología fantástica en Casa de las Américas, en La Habana, Cuba.

Después de Oaxaca, la exposición Francisco Toledo: Placas metálicas y obra gráfica que él creó con ellas se alojará en el Museo del Estanquillo en 2025, en fecha por decidir.

Publicado originalmente en: La Jornada

Editorial Praxis
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Revista de Cultura y Medio Ambiente.
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