(8 de julio de 1893 – 23 de enero de 1978)
Hoy, 8 de julio, recordamos y celebramos el cumpleaños 128 de Carmen Mondragón Valseca, mejor conocida como Nahui Olin.
La escritora, modelo y artista adoptó el nombre de Nahui Olin entre 1921-1922, el apelativo que le dio el Dr. Atl, seudónimo del pintor, escritor y vulcanólogo Gerardo Murrillo, con quien sostuvo un apasionado romance. Nahui Olin alude a la fecha mágica en el calendario náhuatl: el cuarto movimiento del Sol, el ciclo renovador del cosmos, o, en las palabras de Nahui, “el poder que tiene el sol de mover el conjunto que abarca su sistema”.
Nahui Olin cuestionó y transgredió los valores opresivos de la sociedad conservadora mexicana de las primeras décadas del siglo XX. Hija del general Manuel Mondragón, diseñador de armas, y de Mercedes Valseca, una mujer sensible y amante de las bellas artes que inculcó en sus hijos la pintura y la música.
Nació el 8 de julio de 1893 en la población de Tacubaya, Ciudad de México y falleció a los 84 años, en la recámara que ocupara de niña, sola, abandonada, por haber rebatido todos los preceptos impuestos por la sociedad patriarcal.
Su infancia y juventud transcurrieron en México, París y en San Sebastián, España, educándose en los mejores colegios. Dominaba tanto el francés, como el español.
Hoy celebramos su beligerancia con dos de sus textos más emblemáticos de Óptica cerebral. Poemas dinámicos (1922). Primero haremos referencia a “Bajo la mortaja de nieve duerme la Iztatzihuatl en su inercia de muerte”. En esa exquisita composición, Nahui encapsula la condición femenina en la imagen del volcán conocido como “La mujer dormida”. La autora simboliza a “la masa mundial de mujeres” en ese cráter en continua erupción. La mujer —nos explica— no es el objeto creado por los mandamientos machistas y misóginos, pues lejos se encuentra de ser un ente pasivo y ausente. Su adormecimiento es una mera falacia. Así, Nahui reivindica a las féminas dándoles fuerza, voz y las independiza de la feroz tiranía de las leyes humanas:
—BAJO LA MORTAJA DE NIEVE DUERME LA IZTATZIHUATL EN SU INERCIA DE MUERTE—
Bajo la mortaja de leyes humanas, duerme la masa mundial de mujeres, en silencio eterno, en inercia de muerte, y bajo la mortaja de nieve—
son la Iztatzihuatl,
en su belleza impasible,
en su masa enorme,
en su boca sellada
por nieves perpetuas,—
por leyes humanas.—
Mas dentro de la enorme mole, que aparentemente duerme, y sólo belleza revela a los ojos humanos, existe una fuerza dinámica que acumula de instante en instante una potencia tremenda de rebeldías, que pondrán en actividad su alma encerrada, en nieves perpetuas, en leyes humanas de feroz tiranía.—Y la mortaja fría de la Iztatzihuatl se tornará en los atardeceres en manto teñido de sangre roja, en grito intenso de libertad, pues bajo frío y cruel aprisionamiento ahogaron su voz; pero su espíritu de independiente fuerza, no conoce leyes, ni admite que puedan existir para regirlo o sujetarlo bajo la mortaja de nieve en que duerme la Iztatzihuatl en su inercia de muerte, en nieves perpetuas.—
El segundo texto, “Sobre mi lápida”, nos invita a recordarla porque en él describe su eterna búsqueda por el conocimiento, la renovación constante del universo, del que formamos parte, y su defensa por la creatividad, libre de códigos esclavizantes:
—SOBRE MI LÁPIDA—
Independiente fui, para no permitir pudrirme sin renovarme; hoy, independiente, pudriéndome me renuevo para vivir.—
Los gusanos no me darán fin—son los grotescos destructores de materia sin savia, y vida dan, con devorar lo ya podrido del último despojo de mi renovación.—Y la madre tierra me parirá, y naceré de nuevo, de nuevo ya para no morir…
De Asia, América, África y Europa, será independiente el que en su fosa de muerto viva—el que responda a mi supremo llamamiento a la última reunión de los independientes—el definitivo “Hasta mañana” para la cita del vivir. Grabará en su lápida estas palabras:
“Independiente fui, para no permitir pudrirme sin renovarme; hoy, independiente, pudriéndome me renuevo para vivir”.—
Nahui Olin destaca por su versatilidad artística: fue poeta, pintora, caricaturista, maestra, ensayista, pianista, compositora, y modelo tanto de los fotógrafos Edward Weston y Antonio Garduño, como del célebre muralista Diego Rivera.
Su posición irreverente provocó que su producción literaria y artística fuera excluida, y ella estigmatizada por las “buenas conciencias”. Si las instituciones culturales la calumniaron de “loca” y la olvidaron la mayor parte de su existencia, Nahui surge siempre como una estrella fuera de serie por su talento y su actitud contestataria. Su legado está presente en su obra poética, escrita en francés y en español, epistolar, ensayística y pictórica.
Encarnación del eterno retorno, Nahui Olin representa en la cultura universal el movimiento continuo de la creación, la libertad audaz y la ola más álgida del erotismo puro y sincero. Por eso, su legado literario y artístico es una columna imprescindible en nuestra cultura.
Nota:
Véanse los cinco volúmenes de Nahui Olin, Óptica cerebral. Poemas dinámicos (1922), Tierna soy en el interior (1923), A los diez años en mi pupitre (1924), Nahui Olin (1927) y Energía cósmica (1937), en Nahui Olin: sin principio ni fin. Vida, obra y varia invención (UANL, 2011), una compilación de Patricia Rosas Lopátegui.