El desterramiento deviene un destino universal.
Por eso, es necesario pensar dicho destino desde la historia del ser.

Martin Heidegger “Carta sobre el humanismo” (pág.53)

He descubierto, de la mano de los textos de Elena Garro y sus estudiosas, que Elena Garro es un personaje indescriptible. No obstante, el hecho de que sea complicado describirla no significa que no debamos intentarlo, porque eso nos acercará más a su órbita que no alejarnos. Descubrir a esta escritora mexicana es como un juego de complicidades, sobre todo eso: un juego. Si decides participar y quieres complacerte, debes atenderte a las consecuencias, pero poner todo de tu parte por aproximarte a su figura. Elena Garro es juego, es incerteza, es contingencia, es creatividad… un mundo encerrado en un grano de arena, un mensaje lanzado al mar en una botella: Elena Garro siempre es fiesta.

La figura del indio en “Los recuerdos del porvenir” de Elena Garro – La  Lengua de Sor Juana
Elena Garro

Elena Garro tuvo una vida condicionada por los contextos, una predeterminación con la que todo el mundo debe lidiar; hay quienes en ese escenario toman el papel de secundarios, de attrezzo o hay quienes, por lo que sea, consiguen el papel principal. Elena Garro fue una persona que allá donde iba captaba la atención, una magistral presencia que atraía sin necesidad de abrir la boca, era toda aura. Esta presencia casi teatral le venía de múltiples frentes, pero no era un papel, ella era así. Elena Garro estudió ballet clásico, se crió con los indios y sus fábulas y aprendió de las bibliotecas privadas de sus ancestros. En esas bibliotecas encontró manuales que iban desde el clasicismo grecolatino hasta la modernidad imperante de los vanguardismos. En parte, es por eso que se ha catalogado a Garro en una merced de múltiples influencias literarias. La poesía de Elena Garro irradia calor, es como un fuego de chimenea en el salón mientras fuera acontece una noche helada, es un fuego al que cuanto más te acercas más a gusto te sientes, y ese exterior frío va quedando en el olvido. Es una poesía envolvente, que te traslada, te transmigra, te absorbe y te arremolina. En parte eso ocurre porque la poesía de Elena Garro tiene un ritmo muy íntimo, pero no por ello desmedido, al contrario, sabe encontrar el equilibrio perfecto entre universalidad y cercanía subjetiva, algo complicado que convierte su obra en un vaivén de emociones que laten a veces más fuerte y otras se diluyen en el pensar.

Crítica de Aristóteles a la teoría de las ideas. – Aeterna Impero
Aristóteles

La poesía de la escritora mexicana debe sus influencias a diferentes corrientes; sin embargo, una que claramente observan los estudiosos como Lopátegui es el modelo romántico alemán y los poetas clásicos. Basta decir que la misma filosofía clásica también conocía bien el tema de la ira y ya Aristóteles matizó en su ética sobre diferentes tipos, una de ellas es la orgiloths, la capacidad para la ira justificada, que muy bien podría ser la que debamos atribuirle a Elena Garro, como ya explicaremos.

Medea y el patriarcado

Antes de abordar esta ira en la poeta, podemos encontrar, también en la literatura grecolatina, personajes que, aunque sea a nivel simbólico, comparten el dolor y la ira que pudo sentir Elena Garro: es el caso de Medea. Medea ha sido vista como la mujer iracunda capaz de matar a sus hijos para enfurecer a su marido. No obstante, dentro del mito hay muchos matices y situaciones que si las aislamos de su papel de monstruo que le ha otorgado la historia, la humanizan. Medea es una extranjera, una repudiada ante los ojos de los griegos, una bruja que viene de una infancia de leyes primitivas en Asia Menor. Pero no debemos olvidar que Medea es hija de una ninfa y conoce los misterios de la humanidad. En varias versiones su figura pasa a ser la protagonista, la ultrajada, la “buena” y en estas interpretaciones se auspicia el dolor de la existencia femenina, esclava de la voluntad del patriarcado, y Medea padece al pensar en la muerte de sus hijos. No obstante, sufre el rechazo de Jasón, que la ataca con un discurso grosero y lleno de oratoria, y también con el ostracismo de Creonte. Esta historia del menosprecio la vivió Elena Garro con su marido y la sociedad mexicana del 68. Es por este motivo también que su poesía rezuma notas románticas de nostalgia y culpa[1]. Esta culpa suponemos que fue una emoción enquistada en ella, algo crónico que se estableció en su vida, probablemente porque Elena Garro era una persona muy inocente y confiaba de forma ciega en los demás[2], y casi siempre salió lastimada.

Por lo que atañe a su relación con el romanticismo, se la suele relacionar con poetas como Novalis. Sin embargo, también hay otros enlaces en su poesía como el lirismo de Schiller, donde el orden interior del poeta encuentra la armonía en un acuerdo revelador de su interior, tal como la poesía clásica. Además podemos ver una característica imprescindible del pensamiento de Schiller en la poesía de Garro como es la contradicción de lo finito y lo infinito en un libro como es Cristales de tiempo, donde el tiempo mismo se diluye en espejos de múltiples caras que reflejan otras tantas hasta convertirse en un tipo de diamante que irisa formas y colores sobrecogedores, transmutando su poesía en un espacio místico, como la luz interior de las catedrales góticas. Esta tensión y distensión de tiempo lo apreciamos en los versos de “Ensueño” cuando dice:


Olvida en fin todo lo que es ensueño y despierta un día
infinitamente lejos de la infancia y de cuánto soñó.
Como si en un mismo día se hubiera hecho viejo. (pág.145)


Hacerse viejo en un mismo día infinitamente lejos… que bella sugerencia de juego con las palabras, que son finitas, sobre un tema inagotable, con palabras que denotan finitud y eternidad. Esta impresión de infinito es una característica que ya quisieron plasmar en la lírica romántica y que constituyó la médula de la estética hegeliana.

Con todo este juego de contradicciones empezamos a adentrarnos y entender la poesía de Elena Garro, que es una poesía donde siempre hay cierto sarcasmo de fondo, un proceso de mediación consigo misma y su sufrimiento, un filtro de cristal donde se reflejan las diversas facetas ya maduradas en su cabeza. No es una poesía infantil y espontánea, aunque a veces pueda parecerlo, sino hecha a bisturí, precisa, y cumple el objetivo que ella quería: alzar la voz, empoderarse y componer su código complejo de emociones. La catarsis surge en la contemplación, en su falta de deseo después de su dolor constante, por eso su ira es evidente, clara y se nos muestra de manera natural como algo reivindicativo, no vengativo, más bien es una protesta contra todo el dolor infligido contra la esclavitud del ser, contra la libertad de expresión y es por eso que ya no tiene por qué luchar en nombre de la moral; solo queda liberarse mediante el dolor y así relativizar todo lo que pasa en esta vida, tal como escribe en su poema “Una lágrima de la virgen” cuando dice:


Lloremos, hermanos,
lloremos a través de los mares
hasta que nuestras lágrimas
formen caminos para encontrarnos
en esa mejilla única (pág. 235)


Es esa conexión también la que une a Garro con la poesía romántica, pues el romanticismo no contempla solamente el ámbito del dolor, sino la reconciliación con el espíritu: una sonrisa mediante lágrimas, una redención. Lo podemos ver como un tipo de ascetismo, como una intención de adormecer la voluntad mediante la poesía, un estado catatónico donde el tiempo ya no existe en la conciencia ni en el gesto, mas como mera materialidad de los objetos: una contemplación estética. Elena Garro se convierte en todo menos en ella misma siendo ella misma, se aleja de su personaje y deja fluir todas las contingencias del ser en la contradicción del no ser: “Cada uno es feliz cuando es todas las cosas, e infeliz cuando no es más que individuo”[3].

martha nussbaum | be you.
Martha Nussbaum

Este estado de aparente enojo pensamos que fue un mecanismo de ascetismo y contemplación: es imposible vivir con una ira permanente. Ella misma dice que es “neutra” ante la pregunta por su felicidad o desdicha, ha llegado a un estado que ni es uno ni lo otro[4].

Así pues, ¿Por qué esa ira pública hacia ciertos momentos o personajes de su vida? Tal como dice Nussbaum (2018):


La ira parece desempeñar tres papeles valiosos. Primero, se ve como un indicador valioso de que los oprimidos reconocen el mal que se ha cometido en su contra. También parece una motivación necesaria para que protesten y luchen contra la injusticia y para que le comuniquen al mundo la naturaleza de sus reclamos. Por último, la ira parece, de modo muy simple, estar justificada: la indignación ante injusticias terribles está bien y, por consiguiente, la ira expresa algo verdadero. (pág 282)


En esta clasificación vemos que cuando este sentimiento no se dirige hacia la venganza, sino hacia la revolución, hacia el reclamo de justicia, estamos expresando libremente lo que creemos una ilegalidad moral que debe ser manifestada. Además, Elena Garro usó su ira de forma poética, y no solo su ira claro, también otros factores como el recuerdo, la memoria, el sueño, la contingencia o el porvenir. El enojo de Elena Garro, su ira, es un elemento fundamental de su carácter combativo, es un canto a la libertad, una virtud y así lo clama en su poema “A mi sustituta en el tiempo” a quien le lega su enojo como algo positivo:


en la memoria
todavía tú, amiga, que me esperas
más allá de este tiempo
encontrarás mi enojo,
mi enojo porque han vuelto
tan inútil este mundo. (pág.23)


Es por esta razón que la poesía de Elena Garro no es una poesía de la venganza, al contrario, es una poesía de la reparación mediante una ira reivindicativa de la presencia. Elena Garro tuvo que sufrir el menosprecio de gente cercana, pero ella siempre aguantó los embistes y jamás cambió su honradez ni espontaneidad. En Memorias de España 1937 (1992) dice: “Durante mi matrimonio, siempre tuve la impresión de estar en un internado de reglas estrictas y regaños cotidianos, que, entre paréntesis, no me sirvieron de nada, ya que seguí siendo la misma” (pág. 150). Este intento de sometimiento en mujer ejemplar del medievo no surtió efecto en ella que apostó todo a su libertad a pesar de las consecuencias. Este desengaño del amor, de la amistad, de la política durante los hechos del 68, le abrió la puerta a sentir esa ira que no deja de ser la centella que enciende un proceso dialéctico con ella misma. Toda reparación del ser pasa por el diálogo interior, con el enfrentamiento entre lo que se es y ha sido en función de lo que creen que eres y quieren o han querido que seas. Esa calibración del espíritu sigue un proceso largo, a veces eterno que la finitud del tiempo humano sobre la Tierra puede convertir en inconveniente. Por esta razón hay quien piensa que la felicidad está en la otra vida y la que vive no es más que el purgatorio. Elena Garro precisamente por eso huyó del resentimiento, sus valores no eran instrumentales, su ethos nunca pretendió objetualizar la realidad. Primaron en ella los valores vitales. Ella sabía que la tendencia propia de la vida no era tan solo un “mantenerse” ni una lucha por una instrumentalización del entorno por el bien propio, sino la búsqueda de un crecimiento cualitativo. Así, a pesar de lo que vivió, en su poesía hay fuerza y voluntad de un futuro mejor, no hay un odio ciego y malévolo como el que describe Sloterdijk (2006):


La ira, sin importar si aparece de forma explosiva durante un instante o como previsora crónica (tras su metamorfosis en proyecto producida por el odio), se nutre de un excedente de energía que aspira al gasto concentrado. A la ira descargada en actos punitivos o hirientes le es inherente el convencimiento de que, de manera local o global, en el mundo hay falta de sufrimientos. (pág.64)


Es así como Elena Garro encontró en la poesía una forma de manifestar su manera de estar en el mundo, sus creencias, su apuesta por la humanidad. Es una poesía que huye del victimismo, se refuerza con las palabras para mandar un mensaje de libertad y optimismo, aunque aparentemente, en ocasiones, lo haga desde sentimientos que parecen negativos, como la ira o el odio. No obstante, ya hemos visto cómo la autora le da la vuelta a esas palabras sin ningún tipo de rencor, es solo su bandera de emancipación y lucha, es parte del ritmo de su poesía. Es solo un pedazo complejo del tiempo propio que la poeta nos impone, una pieza de ese cristal que encaja en algún lugar como parte de un todo. Elena Garro propone que nos adentremos en su lírica como co-jugadores, nos hace cómplices para cooperar en la profundidad de su “querer decir” y con ello nos invita a emanciparnos de las palabras vacías de la oratoria para dar paso a la acción.


Bibliografía

BAYER, R. (2017). Historia de la estética. Ciudad de México. Fondo de Cultura Económica.
GADAMER, HG. (1991). La actualidad de lo bello: el arte como juego, símbolo y fiesta. Barcelona. Ediciones Paidós.
GARRO, E. (1992). Memorias de España 1937. México. Siglo XXI editores.
GARRO, E. (2018). Cristales de tiempo (Ed. Patricia Rosas Lopátegui). Cáceres. Galisteo, La Moderna.
HARTMAN, N. (2011). Ética. Madrid. Ediciones Encuentro.
HEIDEGGER, M. (2006). Carta sobre el humanismo. Madrid. Alianza Editorial.
NUSSBAUM, M. (2008). Paisajes del pensamiento: la inteligencia de las emociones. Barcelona. Ediciones Paidós.
NUSSBAUM, M. (2018). La Ira y el perdón: resentimiento, generosidad, justicia. México. Fondo de Cultura Económica.
SCHELER, M. (1988). El resentimiento en la moral. Ediciones Espasa-Calpe. Buenos Aires.
SLOTERDIJK, P. (2006). Ira y tiempo. Editorial digital Turolero.


[1] En el documental dirigido por José Antonio Cordero “La cuarta casa, un retrato de Elena Garro” (2002), Elena Garro comenta que lo cambiaría todo de su vida con un semblante nostálgico y triste, aunque ella, en tono irónico dice que no es ni feliz ni desdichada, sino neutra.

[2] Esto lo podemos observar en toda su trayectoria, en sus entrevistas, biografías o memorias, como cuando estuvo en España en el 37 y la vemos moviéndose por un escenario de Guerra, con todos los conflictos entre bandos, con una predisposición desinteresada y su candidez hacia el mundo que la rodea.

[3] Schopenhauer, ed. Deussen, t.III, p 83.

[4] La palabra “neutro” procede del latín «neuter» que quiere decir ni uno, ni otro.

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Carles Buixó Talavera
[Girona, Figueres, 1985]. En su infancia descubrió la literatura y el mundo del arte de la mano de sus abuelos, que eran sastres. Ha ganado varios premios literarios y está trabajando en dos libros de poesía, ha escrito “Cuando Isabel dormía”. Estudió magisterio e historia del arte. Se ha formado como escritor en la Escuela de Escritores de Madrid. Fue uno de los tres invitados del estado español en el Festival poético Internacional del Bío Bío que se celebró en Chile en 2020. Fundó, junto con Ahmed Sabbabi, la Asociación cultural Miligramo, donde publican la revista Miligramo, especializada en poesía y minificción.