Mariano nace en La Habana un 24 de agosto de 1912, hijo de padre canario y madre asturiana, quien fuera discípula de los pintores académicos cubanos Leopoldo Romañach y Armando Menocal. En 1928 solicita su matrícula en la Escuela de Artes Plásticas San Alejandro, en la asignatura de dibujo del natural y modelado.
Viaja a México en 1936 con tan solo 21 años y estudia con el pintor Manuel Rodríguez Lozano en la Academia San Carlos y con el grupo de ayudantes de Diego Rivera, al frente del grupo estaba Pablo O’Higgins, pintor mexicano de origen estadounidense con quien aprendió las técnicas de la pintura mural al fresco.
Es incomprendido por sus contemporáneos, cómo afirma la Dra. Germaine Gómez Haro en su artículo publicado en La Jornada[1] en torno al primer centenario del surgimiento del movimiento muralista mexicano: “A su regreso a Cuba, Mariano recibe críticas por su supuesta -influencia mexicana-, hecho que lo incomoda y lo empuja a destruir un buen número de esos trabajos. Esta etapa formativa en nuestro país, que fue cuestionada en su momento, es considerada en la actualidad la piedra clave en la evolución de su carrera (…) Del muralismo mexicano adoptó la paleta terrosa para plasmar las formas corporales sólidas y hieráticas de sus mestizos, inspiradas en la rigidez monumental de la escultura precolombina”
Inicia una larga carrera de exposiciones colectivas e individuales en Cuba y los Estados Unidos de Norteamerica; En 1942 el MoMA, Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere su obra El gallo; Es meritorio destacar su labor en la ilustración de cuadernos de poesía y revistas culturales así como sus vínculos con el grupo literario de la revista Orígenes. Forma parte del Estudio Libre para Pintores y Escultores, como asesor de muralismo e instructor auxiliar en otras materias.
Después de cinco años sin exponer en La Habana, se presenta la Exposición Lozano-Mariano en el Lyceum, La Habana (1949). Realiza por encargo los vitrales de la Virgen de Fátima y de San José, para la Iglesia de Bauta, un pueblo en las afueras de la capital cubana y que se conserva hasta nuestros días.
Es el artista por excelencia invitado a proyectos de murales entre los más relevantes se destacan los realizados en el vestíbulo del edificio del Retiro Odontológico (1952), hoy sede de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana y el del edificio del Retiro Médico (1956) , ambos en la moderna colonia de entonces conocida como El Vedado.
Viaja durante varios meses por Italia, Francia, Portugal, España y Venezuela expone en el Museo de Bellas Artes de Caracas y en el Centro de Bellas de Maracaibo. Una de las obras exhibidas, El jardín, pasa, a la colección permanente del museo. Regresa a Cuba en octubre de 1958.
Con el triunfo de la Revolución ocupa múltiples responsabilidades cómo la organización del Primer Congreso de Escritores y Artistas de Cuba, presidente de la sección de Artes Plásticas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y se incorpora al equipo de dirección de la Casa de las Américas, donde funda La Galería Latinoamericana. La Casa será su plataforma de trabajo social hasta el último de sus días. Desde allí organiza congresos de artistas, diseñadores, curadores de arte disimiles proyectos de intercambios que contribuyen a la construcción de un nuevo mapa cultural de los pueblos de América Latina, así como que permiten la integración de Cuba y sus artistas a los circuitos internacionales ya no por esfuerzo o iniciativa individual sino cómo parte de una política exterior y cultural de la cual Mariano fue un eficiente promotor.
Es nombrado en 1960 Consejero Cultural en la India; donde realiza una de las más significativas obras de este período: Mezquita de Jama Masjid. Ofrece una conferencia en la Galería Nacional de Arte Moderno, Nueva Delhi sobre el arte cubano contemporáneo.
En Galería Habana en 1962 coordino por la Dra. Margarita Ruiz Brandi, se exhibieron las pinturas y dibujos que hizo en la India entre ellos la obra magistral de mujer con El Sari Blanco. Las palabras del catálogo estuvieron a cargo de Lezama Lima y el diseño Umberto Peña.
México nunca dejó de estar en su universo donde muestra sus obras en proyectos colectivos e individuales cómo la exposición “Maestros cubanos”, presentada en 1968 con motivo de la celebración de las Olimpiadas en Ciudad de México y en 1975 “Panorama del arte cubano”, inaugurada en el Museo de Arte Moderno, como parte de la delegación cultural cubana que visitó el país.
40 años después de su primer viaje a México, en 1976 regresa por varios meses para realizar un vitral de 23 metros de largo por 2 de alto con planchas de acrílico en colores para el edificio de la Embajada de Cuba en México coordinado por el arquitecto Fernando Salinas y que tuvo entre sus asistentes al reconocido pintor Mario Gallardo residente en México, autor del vitral Sol de América Revolución en el Palacio de la Revolución en La Habana.
Fernando Salinas es considerado el precursor del prefabricado en la arquitectura cubana, su proyecto para la sede diplomática no dejo de considerar elementos sobre la cubanía, expresados en formas simbólicas en la construcción dónde integró obras plásticas de artistas como Mariano Rodríguez y Luis Martínez Pedro con su serie de aguas territoriales.
En ese mismo año Mariano dicta una conferencia titulada La figura de Martí en la plástica cubana, en el Foro del Museo Universitario de Ciencias y Arte.
Invitado por el poeta y pintor Fayad Jamís, entonces Consejero Cultural de Cuba participa con otros tres artistas en la realización del mural colectivo Canto a Martí en el Centro Cultural José Martí en la capital mexicana.
Recibe en 1981 la orden Félix Varela de primer grado, máxima condecoración que el Consejo de Estado de la República de Cuba otorga a personalidades de la cultura. Preside el Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América. Se realiza su Exposición retrospectiva (1937-1981), en el Museo de Arte Moderno de México.
En 1989 recibe el título de Doctor Honoris Causa en Arte del Instituto Superior de Arte y la Medalla Haydée Santamaría. Fallece en La Habana el 26 de mayo de 1990.
“(…) Mariano fue siempre un pintor de vida. Cuando la crítica trató de encasillarlo, cuando intentó subordinarlo a algún rasgo peculiar, definitorio, paradójicamente sólo pudo echar mano a los adjetivos de la insubordinación, y así se dice que su pintura es exuberante, alegre, dinámica, esencial. Por algo el gallo le acompañó de alba en alba (nunca despide al sol; siempre lo anuncia). Cada jornada o etapa de su obra incluye una alegría temprana, como un gallo, una alegría que a veces puede venir maniatada y convicta, pero Mariano supo siempre cómo desatarla, intuyó que en el nuevo amanecer volverían a cantar los gallísimos sueños.” Mario Benedetti.
En agosto 2022 Mariano: Variations on a Theme fue organizada por el McMullen Museum of Art, de Boston College, en colaboración con la Fundación Mariano Rodríguez y presentada en el Pérez Art Museum de Miami. Esta retrospectiva abarcó casi seis décadas de producción artística como pinturas, acuarelas y dibujos en préstamo por colecciones privadas e institucionales.
Hace apenas unos días la National Gallery de Washington confirmó en su colección la obra Reunión en la OEA que se exhibió por primera vez en la Galería Habana en 1965. Cómo según nos comenta en su artículo para Noticias de Arte Cubano el conocedor especialista y curador Roberto Cobas: “Reunión en la OEA, expresión del compromiso político del artista y su modo de captar, a través de su pupila de avezado pintor, los acontecimientos vertiginosos generados después del triunfo de la Revolución Cubana, suceso que marca un hito en el tenso ambiente de la Guerra Fría y que en la actualidad Cuba sigue siendo un punto candente en el mapa geopolítico global”[2].
MARIANO RODRÍGUEZ es considerado uno de los pintores más importantes de la segunda vanguardia, la generación de modernistas cubanos que, en las décadas de 1940 y 1950, por medio de su trabajo construyeron y expresaron su visión de la esencia de la identidad nacional cubana. El Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba exhibe sus obras en su muestra permanente donde reconoce importancia decisiva que tuvo para el artista su estancia en México; la profunda huella que dejaron en su espíritu las enseñanzas de Manuel Rodríguez Lozano, y la influencia decisiva de la pintura muralista de inspiración social realizada por Orozco, Rivera y Siqueiros.
Canto a Martí
[1] https://semanal.jornada.com.mx/2023/01/29/artes-visuales-5601.html
[2] http://cnap.cult.cu/noticias-arte-cubano/mariano-rodriguez-en-la-national-gallery-de-washington-un-acontecimiento-prominente-para-la-cultura-cubana/