Miguel Alberto Ochoa es el director de Lapicero Rojo, una editorial con sede en Tijuana que busca consolidarse como un proyecto que apoye al talento local y de diferentes lugares del país, así como promocionar la lectura.
En entrevista con MILENIO, el editor habla del proyecto que nació en 2017 y que publica cada año alrededor de 20 libros y acaban de inaugurar su propia librería, El camino de las letras, en una aventura que aseguró ha sido muy divertida.
—¿Cuándo nació la iniciativa?
Inicié como corrector y promotor en 2013 y comenzamos con la editorial desde el 2017 en Tijuana, Baja California. Ahí tenemos el centro de operaciones e iniciamos nuestras primeras colecciones y a visitar ferias para promover nuestros libros.
—¿Cómo surgió el nombre de la editorial?
Tijuana es una ciudad eminentemente tecnócrata e industrial; hace unos 20 años se lanzó hacia lo gastronómico y lo artístico, pero las humanidades literarias siempre han tenido un lugar muy bajo, entonces, a mí la gente me decía ‘¿cómo, eres editor?’ y yo siempre tenía en la oreja un lapicero rojo con el que marcaba los errores y me funcionaba como una manera de un ritual, de decir: ‘soy editor cuando tengo mi lapicero’ y es lo que me apasiona.
—¿Cuál es su objetivo?
Para mí era muy importante darle espacio a autores y autoras de Tijuana, de Baja California, y me di cuenta que la mayoría eran publicados por colecciones editoriales del Estado, del municipio o de la Federación, pero no había una editorial independiente que estuviera acercándose a los autores locales o que llevará a la ciudad talentos nacionales. Viendo ese espacio vacío, nos dimos cuenta que podíamos ocuparlo y ofrecerles una casa editorial a los autores locales.
—¿Qué ofreces a los escritores?
Manejar con calidad los materiales de los autores, un proceso editorial responsable con una difusión y una distribución robusta y que los libros lleguen a los lectores, que no sea un problema conseguirlos.
—¿Cómo son las editoriales en Tijuana?
Las editoriales más fuertes son las que tienen fondos gubernamentales, pueden ser constantes, hacer tirajes largos y cierta distribución importante, pero lo común en la ciudad es un escenario de editoriales independientes con pocos títulos y tirajes pequeños, otras que le apuestan a la impresión de libros bajo demanda, pero sin duda hay una escena underground independiente muy vibrante.
—¿Qué te gustaría que pasara con Lapicero Rojo?
En Tijuana no hay una editorial tipo Almadía, en Oaxaca, o como Carruaje de Pájaros, en Chiapas. Nosotros nos queremos posicionar como ‘la editorial tijuanense’ y nos estamos esforzando para que ocurra. En estos años hemos publicado entre 20 y 25 títulos al año, a veces más, con tirajes entre los 200 y 800 ejemplares, dependiendo si es poesía o algo un poco más comercial.
—¿Cuáles son los títulos más recientes?
Caerá la noche de Alma Mancilla, una novela de terror folclórico en un escenario casi distópico en un pueblo de México, donde el protagonista se ve inmerso en un montón de sectas y ya la sociedad sucumbió ante la desesperanza total y todos son víctimas de líderes espirituales. Es un caso interesante, ella es de San Luis Potosí, nosotros somos de Tijuana e imprimimos en Iztapalapa y la presentamos a donde vamos. Esto no se hubiera podido dar sin el internet.
En Lapicero Rojo iniciaron una colección con el escritor Gerardo Lima que se llama Haunting Books y su primer título es No es el diablo, una novela policiaca de terror.
—¿Qué otros títulos tienes?
Al doctor Lauro Zavala con Teorías del Cuento V, es maestro de la UAM y de El Colegio de México; es un librazo. Me estoy dando el lujo de publicar a mis héroes. También vamos a trabajar con Alejandro Toledo y tenemos al escritor Mauricio Carrera con un libro que se llama Aurora boreal y otros cuentos, donde elegimos los textos que fueron determinantes para que él ganara sus premios, son como sus mejores cuentos.
—¿Y decidiste autopublicarte?
Ya sé (risas) soy uno de esos editores horribles que me autoedito. El libro es infantil y se llama Campamento de amabilidad felina, pero es que llevo tanto tiempo dedicándome a otras personas que, un libro mío cada cinco años, creo que está bien.
—¿Ha válido la pena emprender el proyecto editorial?
Sí, nos ha ido bien. Tijuana es una ciudad muy generosa y pienso que no hubiéramos podido hacer este proyecto en otro lugar. Acabamos de abrir nuestra primera librería que tiene un foro cultural, damos talleres y hay un circuito de cosas que robustecen la economía de una editorial, pero principalmente vivimos de los servicios editoriales y vendiendo libros de nuestros autores. Se dice que los editores sufren mucho, pero pienso que no, yo me he divertido mucho con Lapicero Rojo Editorial.
Contenido obtenido de: MILENIO