Hoy en día todo es internet y TikTok, es decir, cosas que nos desbordan y que nos hacen perder lo esencial, como el valor del tiempo, porque (a los niños) les dan un celular y entran a una especie de un agujero negro que les chupa la energía y la curiosidad”, dice a Excélsior el escritor Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947), autor de El misterioso caso de la desaparición del pastel de chocolate, publicado por la editorial SM, un relato policial para iniciados.
El celular es un objeto que tiene tanta información y acceso que llega el momento en que no sabemos ni dónde buscarla. Pese a todo, con mis libros, pienso que pueden llegar a cualquier niño, porque no son bloques de hormigón hermético, pero eso sí, hay que saber despertar su curiosidad y eso esto está a cargo de quienes somos mayores”, asegura el autor que ya ha escrito 600 libros, de los cuales ha publicado cerca de 550.
Sierra i Fabra explica que este libro, que integrará una trilogía, parte de una base esencial: “se trata de una niña curiosa, que hace preguntas y que le gusta averiguar cosas, algo que ocurre a muchos niños, que no se contentan con una explicación sencilla y que pasan todo el tiempo preguntan ‘¿por qué?’. Por eso, Catalina, la protagonista, tiene un pequeño defecto –cecea al hablar– y asegura que es mejor cecear y saber, que ser idiota y no saber”.
¿Cuál es la búsqueda en sus libros?, se le pregunta al también autor de La venganza del profesor de matemáticas y Cuentos cortos de animales en peligro. “Para mí, un libro es como una naranja, así que una vez leído tiene que quedarte un juguito o un sabor en la boca.
El jugo es lo que bebes y la naranja, una vez exprimida, la tiras. Entonces, lo que pienso, en el caso de este libro, es que el jugo que puede dejar es algo más que un simple caso policiaco, porque la idea de que un niño robe un pastel y lo descubran, no es suficiente; me pareció tierno que sea alguien más el que lo haga robar por una razón esperanzadora. Lo que intento en mis libros es que ese juguito que bebas te deje una pequeña huella”, explica.
¿Por qué en sus libros no encontramos los terrores del mundo moderno? “Tengo un código ético, que aprendí al leer El manantial, de Ayn Rand. Aprendí que un maestro estudia una carrera y le entregan un diploma para que lo ponga en la pared y se apoye en éste; mientras que un arquitecto, un abogado o un médico estudian una carrera y ya. Pero yo no tenía nada.
Aquel libro me hizo pensar en lo que yo creía y descubrí las cinco cosas en las que creo al escribir, es decir, mi silla de cinco patas: amor, paz, respeto, honradez y esperanza. En mis novelas, por muy duras que sean, verás que la palabra esperanza es la que aparece de alguna forma u otra”, concluye.
Contenido obtenido de: Excelsior