La llegada de Rocío Nahle García a la gubernatura de Veracruz ha sido festejada como el hecho histórico que representa la magnitud de la primera mujer al mando del estado, en 200 años de vida independiente, pero su trascendencia es mayor, a pesar de su importancia mayúscula.
No es como la “opinión pública” ha querido considerar el hecho como un simple” cambio de estilo de gobernar” en referencia al escritor Daniel Cosío Villegas al referirse a la transmisión de poderes de un presidente a otro, y su nueva actitud política, sus “modos” de gobernar.
NO, tampoco es esa la verdadera trascendencia que se visualiza en el discurso de la nueva gobernadora y sus primeras acciones de gobierno.
Cambios de estilo de gobernar los ha habido siempre en Veracruz. No sería novedad, Fernando Gutiérrez Barrios “el policía político” como lo descalificaba el filósofo e historiador tuxpeño Jesús Reyes Heroles. Gutiérrez Barrios distó mucho de las “formas” de Acosta Lagunes o Patricio Chirinos, vestido siempre con su guayabera blanca y su paliacate rojo como los de “la Bamba” con su pelo bien peinadito. No generó el ex director de la DFS un cambio fundamental en el desarrollo de Veracruz, como tampoco lo hicieron ninguno de sus sucesores, a pesar de grandes aportaciones de algunos de ellos como Cuitláhuac García Jiménez, quien abrió brecha para el morenismo en Veracruz con grandes avances en salud pública y obras importantes en diversas regiones de la entidad.
Fue también un nuevo estiló de ejercicio de gobierno. El reloj se le acabó y la 4T no llegó a todos los rincones de Veracruz.
La gran mayoría de gobernantes del pasado no generaron las condiciones para el desarrollo que requiere Veracruz, para genera otra calidad de vida a la mayoría de los habitantes.
Los índices de pobreza laboral en estas gestiones de Veracruz, no distó mucho de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, donde élites políticas semejantes a los señores feudales, gobernaron esas entidades.
La agricultura, la ganadería, la pesca, y las actividades primarias sin un proyecto de desarrollo integral, se fueron a la baja.
En ganadería los gobiernos estatales pasados no miraron a los pequeños productores, ni a los independientes. Se fijaron solo en los grandes y medianos ganaderos asociados en las uniones regionales, y peor en las dirigencias de estos locales y regionales quienes en complicidad los responsables gubernamentales del sector llevaron a la corrupción y a la quiebra financiera hasta las más emblemáticas, como la del norte de Veracruz.
Y en el peor de los casos hasta a la sociedad con oscuros intereses.
Rocío Nahle sabe que la ganadería es una actividad vital para la economía y la alimentación. Rescatará la actividad, pero con nuevos esquemas de corresponsabilidad y transparencia, dándole la importancia que tienen en este sector los medianos y pequeños productores independientes, sobre todo, de las comunidades rurales.
La mayoría de los exgobernadores de Veracruz, desde el arranque de su gestión o más bien desde sus campañas políticas, se han entregado a los intereses de cacicazgos locales, a los “dueños de la comarca” dándole la espalda a los pueblos de esas municipalidades, perpetuando el neofeudalismo regional. En algunas de las montañas veracruzanas, los potentados se han venido reciclando, cambiando la guayabera blanca a la playera azul, y ahora a guinda hasta con historial de tumbas sembradas bajo la impunidad.
Con Rocío Nahle se advierte que el segundo piso de la Cuarta Transformación llegará hasta los últimos puntos de la geografía veracruzana, como también la justicia que en muchas zonas de la entidad son sometidas por la fuerza, por familias o grupos de poder, y que han esperado una mejor vida por décadas o siglos.
Por lo que se ha visto, a Nahle le queda claro que el posicionamiento político de su gobierno no tiene que significar pacto con criminales ni con dinero de sangre, como ha sido común en la lógica maquiavélica y perversa de antaño, donde el poder sistémico, funcionalista, alejado de lo ético y del humanismo, fue su vértebra de acción.
Rocío Nahle llega comprometida con la orientación social de su gestión. Ella buscará hacerle justicia con la nueva transformación de Veracruz a sectores antes marginados de los planes de desarrollo estatal. La justicia que promueve llegará hasta las montañas más altas de la entidad
No es un cambio de estilo, es un cambio de fondo el de Nahle, donde la agricultura vuelva florecer y la gente del campo veracruzano tenga también mayor calidad de vida y los productos agropecuarios de Veracruz podrán conquistar los principales mercados del mundo con nuevos modelos de productividad y comercialización, que harán que la vida en el campo sea rentable social y económicamente.
No es un cambio de estilo. Rocío Nahle gobernará, no por instinto, no por sus emociones, como lo han hecho otros. La primera mujer en el gobierno de Veracruz conducirá al Estado de acuerdo a sus convicciones sociales e ideológicas, respaldada con ese humanismo que le permite ver y sentir por el otro, por los otros, por la comunidad. Definitivamente la de ella es otra forma de ver “el mundo de vida”.
La cultura la han tomado la mayoría de gobernadores de Veracruz solo como espectáculo, como parafernalia para vestirse, no como lo considera Rocío Nahle, como uno de los motores de la nueva transformación de Veracruz, de su desarrollo sostenible.
La preservación y proyección de sus tradiciones, el rescate de la memoria colectiva. La acción cultural como acción de transformación social, ha dicho la nueva gobernadora, será uno de los principales ejes de su gestión, nada que ver con quienes, por ejemplo, realizaron eventos que en esencia deben ser eminentemente culturales como “Cumbre Tajín”, actividad que se comercializó tanto que llegó a ser el festival del consumismo y neocolonialismo cultural, arrinconando de la escena la expresión cultural de los pueblos originarios.
La gobernadora ha visualizado cómo la educación en la entidad se ha burocratizado tanto, que se ha alejado de sus objetivos superiores. Tal pareciera que su propósito está dirigido solo al bienestar del magisterio o los trabajadores de la educación, y no a los educandos como en esencia debe ser. La Secretaria de Educación se había tomado como una oficina política y no educativa, y ahora Nahle promueve un cambio estructural en esta área importante para el desarrollo de la población mayoritaria, la estudiantil, para devolver el espíritu transformador que debe tener la educación.
La inseguridad pública no se puede erradicar de Veracruz con simulaciones, con paseo de patrullas, con discursos emotivos y teniendo a la mafia metida hasta la cocina. Con un aparato gubernamental filtrado por la delincuencia organizada y una policía en complicidad. Rocío Nahle sabe de esta problemática y ha tomado el “toro por los cuernos”. Ha instalado un comando de seguridad pública estatal con perfiles especializados en detección y combate a la narco-delincuencia con personal calificado de la Marina y el Ejército, mientras gobernadores han colocado al frente de esta área vertebral a personajes vinculados con la delincuencia.
Los tiempos de terror y alarma eran constantes en las ciudades veracruzanas: escenas de secuestros y asesinatos estaban presentes todos los días en el estado mientras los gobernadores se regocijaban de tener “todo el pinche poder” en el puño de su mano. Eso no puede volver porque permitieron que la muerte tuviera permiso en Veracruz, y el asesinato de miles de personas de bien, entre ellas la emblemática periodista Regina Martínez, siendo el gobierno de Veracruz el principal sospechoso.
Jamás debe retornar eso. La nueva gobernadora, quien, personalmente dialoga e intercambia información y propuestas de estrategias de seguridad con los altos mandos del Ejército y la Marina en el estado, y en las diferentes regiones de la entidad, no ha de admitir más complicidades en la administración pública estatal. Sus cuadros de seguridad han de estar “bajo lupa constante”.
A algunos de los políticos que participaron en su campaña política y ahora están en el gobierno estatal, no crean que ya tienen “patente de corso” como en el pasado. Están en observación permanente. En el nuevo gobierno manda la gobernadora a diferencia de otros.
Rocío Nahle no se la pasará en la comodidad de su oficina de Palacio de Gobierno como ha sido clásico de los gobernantes estatales, será una gobernadora de tierra que recorrerá permanentemente los municipios de la entidad, supervisando acciones de su gobierno y escuchando a su pueblo.
En la gran mayoría de gobiernos del pasado, sus conceptos de “desarrollo” y “progreso” fueron equivocados. Su objetivo fue favorecer a los grupos económicos establecidos sin generar ningún impacto social real. Rocío Nahle sabe bien, con la experiencia que el pasado ha dejado en Veracruz, que como afirma Miguel Basáñez en su libro “Un Mundo de Tres Culturas”, no se trata de generar “vergeles laborales” con “desiertos sociales”.
Al contrario, con la innovación institucional, se ha de buscar nuevas fórmulas de desarrollo avanzado donde el impacto social, con calidad de vida, sea una premisa. El desarrollo no se puede seguir midiendo con arquetipos que han servido para prolongar injusticias sociales, la deshumanización, la depredación y el individualismo están derivando en la robotización de la sociedad.
La inversión privada en el desarrollo de Veracruz tiene su lugar. Se promueve más que su rentabilidad económica empresarial, un impacto social, desarrollo con empleos bien pagados, y mejoramiento de la calidad de vida en los lugares donde se asienta.
En un desarrollo económico donde la orientación social no es eslogan, es realidad.
En este desarrollo puertos como el de Tuxpan, con proyectos de alto impacto social como el Puerto Profundo con frente de mar -que otros gobernadores ni siquiera lo conocieron por estar mal asesorados – podrían encontrar proyección con una gobernadora que ha viajado por el mundo en misiones de gobierno en su anterior encargo, quien conoce la trascendencia de los polos de desarrollo portuario a gran escala, mismos que han impactado en las regiones donde se instalan o construyen.
Ningún cambio de estilo. Es la transformación de Veracruz en una potencia nacional e internacional con calidad de vida. Es asumir plenamente su responsabilidad como Gobernadora con el desarrollo en todas las regiones de la entidad. Es, con sentido social, despertar el gigante dormido que es Veracruz estado.