“Abril es el más cruel de los meses/ hace brotar lilas de la tierra muerta…” Con estos bellos y enigmáticos versos inicia La tierra baldía, cuyo título en inglés es The waste land, al que podemos considerar como uno de los poemas fundamentales dentro de la poesía moderna del siglo XX, escrito por el poeta Thomas Stearns Eliot (St. Louis, Missouri 1922- Londres 1965). Se trata de un poema de largo aliento, que consta de cuatrocientos treinta y cuatro versos, divididos en cinco cantos. Apareció por primera vez en la revista The Criterion, que editaba el propio Eliot, en 1922. Sin embargo, debido a lo intrincado y revolucionario del texto, que en su estructura yuxtapone múltiples referencias en diferentes idiomas, que van desde la mitología hasta la religión y la literatura; tuvo que ser publicado una vez más acompañado de una serie de notas en las que el poeta explica algunos de los temas y obras a los que alude, mismas que nos resultarán de gran utilidad para guiar nuestra lectura.

T.S. Eliot construye en su poema una imagen alegórica, con símbolos que funcionan a diferentes niveles y que irradian significados que unen lo cósmico, eterno y sagrado, con lo más vulgar y mundano. En ese sentido, La tierra baldía pertenece a lo que James Joyce, otro de los autores fundamentales dentro de la literatura moderna en lengua inglesa, calificaría como “arte ideativo”. El escritor irlandés, autor del Ulises, incluye en este tipo de creaciones los vastos poemas de los Upanishads -que aparecen intercalados entre los versos de La tierra baldía-, la poesía repleta de símbolos mágicos y alquímicos de W. B. Yates y las visiones de William Blake y Dante. Esta forma de arte proviene de una “energía imaginativa” en la que, a decir de Joyce, se unen “…la agudeza del intelecto con el sentimiento místico”. Joyce menciona que entre los poetas que eran sus contemporáneos y que practicaban este tipo de poesía: “T. S. Eliot obtiene efectos asombrosos contrastando lo real con lo ideal”.
De tal forma, el “correlato objetivo”-para usar una figura acuñada por la crítica literaria elioteana- del primer canto del poema, “El entierro de los muertos”-título tomado del Book of common prayer de la iglesia anglicana-; es la primera guerra mundial, acontecimiento que convirtió a Europa en una tierra sembrada de muerte, con más de 15 millones de personas enterradas en fosas comunes. Este hecho histórico representó la decadencia y colapso de la cultura occidental, e imanta emociones de desamparo, devastación e impotencia tanto en el poeta como en el lector.
Uno de los principales símbolos del poema es el mito de Tiresias, el vidente griego que, según declara el propio Eliot en sus notas, es el personaje más importante de La tierra baldía. Aparece antes en una larga serie de obras literarias de la antigüedad grecolatina; en Las metamorfosis del poeta latino Ovidio, fue transformado en mujer durante siete años y luego otros siete en varón, de modo que pudiera experimentar el amor sexual desde el punto de vista del hombre y el de la mujer, todo esto con el fin de declarar en una disputa entre Juno y Júpiter sobre qué género goza más en el acto amoroso. Tiresias concluye que las mujeres disfrutan más que los hombres, decidiendo así en contra de Juno, quien, indignada, lo castigó volviéndolo ciego. Sin embargo, Júpiter lo recompensó por esto, otorgándole el don de la profecía. Encontramos a Tiresias también cuando predice a Edipo su increíble destino y, una vez más, cuando Odiseo lo interroga antes de aventurarse por el mundo de los muertos.

En lo que respecta a la poesía de Eliot, Gilbert Higuet en su magna obra La tradición clásica: Influencias griegas y romanas en la literatura occidental, dice que Tiresias tiene varios significados para el poeta: “En cierto modo, es Eliot mismo, pues Eliot, al escribir sus primeros poemas, se representaba a sí mismo como un ser femenino por su debilidad y por su delicadeza, en contraste con la masculina violencia que impera en el mundo”. Por otra parte, el vidente griego sería ubicado en La tierra baldía como el poeta, que sufre el don de la videncia, pues es capaz de ver también los infortunios de la existencia y, además, es incapaz de adaptarse a las exigencias mundanas de la vida diaria, según Higuet: “Para Eliot, Tiresias simboliza el hecho de que quienes comprenden el mundo más profundamente, los pensadores dotados de un ojo interior, son ciegos en la vida diaria práctica; y que ganan ese raro don a expensas del sentido común”. Además, Higuet hace notar que Tiresias es anciano: “…Su edad lo hace sabio, también lo hace impotente. El mundo que lo rodea es de hombres jóvenes, violentos y sin sentimientos, (…) Eliot, como Tiresias,(…) medita en el pasado, y el pasado le ayuda a soportar los golpes del presente”.
Uno de los aspectos más sobresalientes respecto al desarrolló del poema es la aparición de Tiresias en La Odisea. El héroe Odiseo se extravía, lejos del camino de su patria, por mil tormentas y desastres. Siguiendo el consejo de la hechicera Circe, visita el mundo de los muertos para preguntar al vidente Tiresias cuál es el mejor camino para volver a su patria. A partir de este motivo, Eliot enlaza su poema con una larga “tradición literaria” -término estudiado por el poeta en el célebre ensayo “La tradición literaria y el talento individual”- que trata sobre la catábasis, palabra que proviene del griego κατὰ (katá, “hacia abajo”) y βαίνω (baínō, “caminar”), y en la mitología y literatura clásicas, describe el viaje al inframundo o al reino de los muertos. Uno de los más altos ejemplos de este tema lo encontramos en La Divina Comedia, poema central en el canon literario establecido por Eliot y que aparece intercalado en múltiples ocasiones entre los versos de La tierra baldía.
Dante toma como su guía por el inframundo al poeta Virgilio, precisamente porque en el libro VI de La Eneida, el latino reconstruyó el mito, haciendo que su héroe Eneas, desterrado y sin patria,a semejanza de lo que le sucede a Odiseo con la hechicera Circe, consulta con la sibila de Cumas sobre la forma de acceder al inframundo. El personaje de la sibila, además, aparece en el epígrafe de La tierra baldía de la siguiente manera:
Yo vi en Cumas con mis propios ojos a la Sibila, colgada en una redoma, y cuando los muchachos le decían “Sibila, ¿que quieres?”, ella contestaba: “Quiero morir.”
En esta extraña página tomada del Satiricón de Petronio, Trimalción vio a la Sibila en una redoma, como un grillo, seco, una profetisa de mil años, pues aunque tenía el don de la inmortalidad, no alcanzó el de la eterna juventud, de manera que poco a poco se fue consumiendo hasta no llegar a ser más que una voz profética, descarnada, sin cuerpo. De tal forma, la sibila sería, además, un reflejo del personaje de Tiresias que, como ya hemos visto, representa al poeta que puede ver el aspecto más desagradable de la realidad, situación que lo lleva en este caso, como a la sibila, a desear incluso la muerte.
En La Eneida, la adivina le indica a Eneas que en su viaje al inframundo debe llevar una rama de oro. Ahí, el héroe se encuentra con su padre muerto, que le dice cómo ha de llegar a Italia para fundar su futura patria. Eliot utiliza este pretexto para enlazar su poema con la colosal obra -titulada precisamente La rama dorada– de Sir James George Frazer, como el mismo poeta lo explica en sus notas.
En su estudio, Frazer ubica el orígen céltico del mito y se refiere a Virgilio como el primero que lo introdujo en la literatura, explica además que el poeta lo tomó de ciertos misterios cuyos iniciados llevaban ramas en la mano, símbolo de la inmortalidad y de la vida en la muerte.El antropólogo escosés rastrea los vestigios de esta historia hasta Nemi en Italia, lugar en donde se estableció un culto a Diana, la diosa del bosque. Ahí, según la leyenda, había un árbol del que no se podía desprender ninguna rama y para protegerlo había un sacerdote. Solamente lo tenía permitido un esclavo fugitivo, quien después de lograr la hazaña tenía derecho a pelear con el sacerdote y tomar su lugar para convertirse de esta manera en rey del bosque. La rama dorada de la leyenda es la misma que llevaba Eneas en su descenso al inframundo y que presentó al barquero que se negaba a dejarlo subir y accedió a llevar su peso al verla en su mano.
Por otra parte, esta historia también se enlaza con el mito de Hipólito, personaje que es resucitado por el médico Esculapio, debido a los ruegos de Diana. Este hecho indignó a Júpiter, por lo que la diosa escondió al joven cazador en el bosque de Nemi. De tal forma, Hipólito se convierte en el eslabón inicial de una larga cadena de protectores del roble místico, que mueren violentamente y resucitan -de forma simbólica-, precisamente gracias al sucesor que llega a ocupar su lugar y prolonga de esta manera el culto. Muchas otras historias están también relacionadas con el tema de la muerte y la resurrección, por supuesto, entre ellas, también puede contarse la de Jesucristo. En La tierra baldia de T. S. Eliot, el sacerdote guardián del roble místico, es también el poeta, que protege la “tradición poética” que va de Virgilio a Dante y se convierte en rey del “bosque sagrado” de la poesía, título del libro de crítica literaria que publicó Eliot en 1921, un año antes que La tierra baldía.
Además, el tema del rey del bosque sirve a Eliot para conectar su poema con El cuento del grial de Chrétien de Troyes, en el que Perceval transita por un lugar llamado precisamente “la tierra yerma” o “ tierra baldía”, un terreno abandonado en el que nada crece y, en medio de esta desolación, se encuentra con el rey pescador, un anciano que no puede moverse por una herida que además lo dejó esteril. La enfermedad del personaje es un reflejo de la que sufre su tierra, sin embargo, a pesar de su impedimento, da posada al joven en una torre en la que también lo convida a un gran banquete en el que mira pasar el santo grial, con el que podría hacer florecer una vez más la tierra, sin embargo, está tan impactado que no logra ni siquiera preguntarle a su anfitrión la razón de que esté invalido y tampoco pregunta qué es el grial, por lo que lo pierde irremediablemente. En el contexto del poema de Eliot, la poesía misma podría ser vista como ese grial, que debe ser encontrado por el poeta, pero que también puede perder si no pronuncia las palabras y las preguntas adecuadas. Evidentemente, el mito de la muerte y resurrección significa muchas cosas; pero uno de sus principales significados es que el héroe, y quizá diría Eliot que, también el poeta, ha de conquistar la muerte, y atravesar el infierno ayudado de la poesía.

Tomando esto en cuenta, resuenan de una manera diferente los versos que citamos al principio: “Abril es el más cruel de los meses/ hace brotar lilas de la tierra muerta…”. Con ellos T.S. Eliot hace que La tierra baldía inicié precisamente en el punto en el que termina y, en este sentido, debemos recordar que el canto V y final del poema se titula “Lo que dijo el trueno”, haciendo referencia precisamente a la destrucción y muerte provocada por la guerra. Cuando el poeta presenta la imagen poética de las lilas naciendo de la tierra muerta por el invierno y dándole vida, trayendo de esta manera la primavera, está entregando en germen el tema que, como hemos visto, es uno de los principales del poema, el de la permanente muerte y resurrección, en este caso, representado al nivel de los ciclos que atraviesa la propia naturaleza a lo largo del año. Por otra parte, en estos versos de singular hermosura y delicadeza, el poeta, al escoger las lilas, esas flores que pueden vivir hasta cien años y que cada abril nos llenan la vista con su color y nos hacen pensar y sentir que la vida, y la poesía, sobreviven aún en los momentos más desoladores y trágicos, como en las guerras.
Cualquiera que haya estado la Ciudad de México durante abril, habrá quedado deslumbrado con el espectáculo con el que las jacarandas, un árbol con flores de color muy parecido al de las lilas, adornan las calles. En mi caso, cada abril, cuando miro florecer la maravillosa flor de la jacaranda, no puedo dejar de recordar aquellas lilas del poema de Eliot y pensar que tal vez por eso el poeta dice que abril es cruel, pues nos hace mantener viva la esperanza en que, a pesar de todas las atrocidades que vemos día con día en este país, de los asesinatos masivos y los campos de exterminio, a pesar también de la tristeza que puede provocar en nosotros la muerte y enfermedad de las personas que admiramos y queremos; todavía nos queda la esperanza de que la vida resurgirá, la poesía seguirá llenando con su magia el mundo, el agua sucederá a la sequía y el ruiseñor seguirá cantando envuelto por la oscuridad de la noche.
Bibliografía
De Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, España, Editorial Orígen, 1984.
Eliot, T.S., The waste land and other poems,USA, Signet Classic, 1998.
Frazer, James George, La rama dorada, México, FCE, 2003.
Highet, Gilbert, La tradición clásica: Influencias griegas y romanas en la literatura occidental, 2 volúmenes, México, FCE, 1954.