La vulnerabilidad y la sustentabilidad para el desarrollo

Un posible origen del fenómeno en estudio en el caso de México, se encontraría en el modelo económico seguido a partir de la década de los años ochenta del siglo pasado, cuando se da el gran viraje de una economía basada primordialmente en el modelo de sustitución de importaciones, hacia una economía abierta y globalizada

Rolando C. Ríos Aguilar

La vulnerabilidad y la adaptación al cambio climático son temas que están indisolublemente ligados vis a vis al modelo de desarrollo que tiene un país. Una discusión muy interesante sobre este tema se puede encontrar en: The elephant in the room: capitalism and global environmental change (Global Environmental Change 2011) artículo que muestra las distintas facetas que tiene el análisis a fondo de la relación ente modelo capitalista y el cambio climático.

Así, un posible origen del fenómeno en estudio en el caso de México, se encontraría en el modelo económico seguido a partir de la década de los años ochenta del siglo pasado, cuando se da el gran viraje de una economía basada primordialmente en el modelo de sustitución de importaciones, hacia una economía abierta y globalizada (Moreno_Brid y Ross 2010; Ortíz Wadgymar 2010), cuyos resultados 25 años después, no fueron los que defendió el entonces nuevo paradigma del desarrollo mexicano, que hipotéticamente, haría más eficiente y competitivo a nuestro país frente a las alianzas regionales en proceso (Salas-Porras y Uscanga 2008). Argumentando lo anterior, de acuerdo a la medición de la pobreza que hace el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), en el año 2008, todos los esta 1 dos del país tenían un coeficiente Gini por arriba del registrado en 1987; 11 entidades se situaron entre 0.42 y 0.48; 9 lo hicieron entre 0.48 y 0.50; mientras que 12 se situaron entre 0.50 y 0.56. (CONEVAL, mapas de la pobreza en México, 2008).

En información para 2012, basada en el Censo General de Población llevado a cabo por INEGI, CONEVAL (2013) da a conocer que el número de mexicanos en pobreza pasó de 52.8 millones en 2010, a 53.3 millones en 2012, y la pobreza extrema pasó de 13 millones de personas en 2010 a 11.5 en 2012, siendo en estas cifras 1003 municipios del país los que presentan un 75% o más de su población en pobreza, y 190 municipios en los que concentran a la mitad de la población en esta situación. (CONEVAL 2010 ). Este panorama social realmente existente en nuestro país, adquiere aún mayor importancia, a la luz de los estudios sobre los posibles impactos que elcambio climático tendrá (a partir de los escenarios de crecimiento de la economía mundial planteados por el IPCC) en diversos sectores productivos de México. Los mencionados escenarios se muestran en el cuadro siguiente. Cuadro 1 Escenarios IPCC cambio climático tendrá (a partir de los escenarios de crecimiento de la economía mundial planteados por el IPCC) en diversos sectores productivos de México. Los mencionados escenarios se muestran en el cuadro siguiente.

Al respecto, Galindo (2009), en su estudio Economía y Cambio Climático en México, sintetiza en el cuadro siguiente los distintos escenarios que presentarían algunos sectores económicos clave de la economía mexicana bajo el supuesto mencionado.

Cuadro 2 Costos Totales del Cambio Climático para la Economía Mexicana al 2050 % del PIB

Como se puede apreciar, la inacción puede llevar a costos cercanos al 12% del PIB, (tasa de descuento del 0.05%); en tanto que medidas discretas, (tasa de descuento del 2%) este mismo costo bajaría a 6.95%; lo más significativo es que aún tomándose acciones de adaptación mayores, (tasa de descuento del 4%) el costo esperado de los impactos del cambio climático como porcentaje del PIB, alcanzaría el 3.71% en escenarios al año 2050. La CEPAL (2010) hace también un balance de los posibles costos de los impactos del cambio climático sobre nuestra región. Sus resultados arrojan cifras contundentes: América Central, bajo distintos escenarios, tendría una variación de afectación como porcentaje de su PIB, entre el 70%, con una tasa de descuento del 0.5%; y 10% si se aplica una del 4%; por su parte, Chile y Uruguay perderán un punto porcentual de su PIB cada año hasta el 2100. Las características principales que adquieren estos costos, siguiendo a CEPAL son:

Significantes y heterogéneos: Los costos son significantes pero difieren grandemente de acuerdo al sector, agente económico, región o clima.

Perdedores y ganadores al corto tiempo: Los costos se incrementarán al aumentar la temperatura. Sin embargo, al corto plazo, habrá regiones del continente que experimentarán crecimiento, ya que este aumento de la temperatura expandirá el área de cultivo. En contraste, en aquellas áreas con ingresos bajos, las cuales son menos capaces de adaptarse y prevenir, los costos económicos podrían ser significantes a consecuencia de eventos climáticos extremos aún en el corto plazo.

No lineales e irreversibles: Los costos se incrementarán de manera desigual, con fronteras específicas que, una vez excedidas, causarán daños irreparables, como puede ser el caso de la biodiversidad.

Dependientes de los escenarios climáticos: Los costos económicos son dependientes de las proyecciones del cambio climático. La evidencia muestra que, en ausencia de mitigación, los costos económicos derivados del cambio climático, son usualmente más altos que cualquier proceso internacionalmente coordinado de mitigación. Aunque esto no se mantiene necesariamente para todas las regiones.


Lo anterior se basa en la metodología de escenarios climáticos, la cual corresponde a la visión mayormente difundida por el IPCC. Más aún, si tomamos como base de nuestro análisis acerca de los costos del cambio climático estas proyecciones anteriores, pero a partir de las condiciones de paulatino deterioro que sufre el capital natural del país, merced al modelo de desarrollo imperante, el panorama se complica significativamente. Respecto a la relación entre el PIB y el uso de los recursos naturales, el INEGI (2013) en su Sistema de Cuentas Económicas y Ecológicas de México, 2007 – 2011, señala la evolución que ha tenido el costo ecológico con relación al crecimiento del PIB, básicamente en dos aspectos: agotamiento y contaminación de los recursos naturales. El siguiente cuadro presenta las conclusiones del trabajo del INEGI.

Señala el INEGI en el estudio mencionado que “respecto al impacto del deterioro ambiental como proporción del PIB, los Costos Totales de Agotamiento y Degradación Ambiental (CTADA) promediaron 7.0% durante el periodo de estudio, pasando de 8.1% en el año 2007 a 6.9% en el año 2011 y resultan equivalentes a las erogaciones mínimas que la sociedad en conjunto tendría que efectuar para remediar y/o prevenir el daño al medio ambiente como resultado de las actividades propias del ser humano, tales como la producción, la distribución y el consumo de bienes y servicios. El monto de los CTADA en el año 2011 equivaldría a la suma de casi 140 salarios mínimos por habitante del país.”

En la gráfica siguiente se ve la evolución que han tenido en el periodo 2007 – 2011 cada uno de los elementos que conforman el Sistema Cuentas Económicas y Ecológicas.

En la siguiente figura se observa estos mismos elementos y su relación con el Producto Interno Neto Ecológico (PINE). Figura 2. Impacto por la depreciación del capital natural y económico con respecto al PIB 2007 – 2011

Asimismo, un tema no menos importante, pero que aún no cuenta con suficiente consenso respecto a su forma de medición, es el relacionado a los costos ambientales no asociados al mercado. El potencial de impacto en los ecosistemas, la pérdida de especies, las amenazas a la salud humana y otros efectos No de Mercado, han sido citados como una razón suficiente para mitigar el cambio climático. (Smith, Lazo y Hurd, 2011). En el marco del contexto señalado y en la búsqueda de una explicación económica y social acerca de los orígenes de la vulnerabilidad al cambio climático, resulta relevante reflexionar acerca del sentido que asume el modelo económico frente a la sustentabilidad del desarrollo. Al respecto, Gabaldón y Rodríguez (2007) mencionan

“los avances en términos de normatividad no han sido todavía suficientes para revertir tendencias inerciales de destrucción del capital natural, que están determinadas en gran medida por los estilos de desarrollo prevalecientes en la región. Además, el avance mismo de la gestión ambiental se ve condicionado por estas formas de desarrollo, tal como se manifiesta en los límites que impone la pobreza a la protección ambiental, o las presiones negativas causadas sobre los recursos naturales generadas por muchos de los patrones de producción y consumo dominantes.”

Y una reflexión más acerca de la contradicción crecimiento económico – sustentabilidad. Señalan Guimaraes y Bárcena (2007): “Se vuelve cada día más evidente que el proceso de crecimiento económico no basta para satisfacer los requerimientos sociales de sostenibilidad, (y que ello) no resulta de las tasas anuales de crecimiento, sino de un estilo de desarrollo en términos de los patrones de producción y consumo que engendra (…) ello pone de relieve, una vez más, por encima de los imperativos de crecimiento a corto plazo, la urgencia de introducir cambios estructurales profundos en los estilos de desarrollo vigentes” Aún sin la presencia del estresante cambio climático, Bussiness As Usal, el aprovechamiento ineficiente de los recursos naturales actualmente existente en México, genera una externalidad calculada por el INEGI en cerca de 983 mil 886 millones 163 pesos, solo para el año 2011, derivada de los costos en agotamiento y degradación del capital natural (INEGI 2013).

En particular, el estado de Veracruz presenta situaciones de vulnerabilidad que lo sitúan, de acuerdo a un modelo diseñado por este autor, entre los estados de la República con vulnerabilidad alta a los impactos del cambio climático. En el mapa siguiente se aprecia esta situación en comparación a los demás estados del país.

De lo anterior se desprende la imperiosa necesidad de que Veracruz, realice un análisis correcto de sus posibilidades de desarrollo a partir de la identificación de sus vocaciones productivas, la vulnerabilidad al cambio climático, y las oportunidades de mitigación factibles de llevar a cabo, a partir de un esquema de desarrollo estatal bajo en carbono.

La frase conocida de que las generaciones futuras nos reclamarán el mal uso de los recursos naturales, ha quedado en desuso ante la evidencia científica que muestra los efectos del cambio climático en el presente. Así, la definición de las políticas públicas del estado que pronto entrarán de nuevo a debate, implica necesariamente el posicionamiento acerca de este tema de la sustentabilidad, el cambio climático y las opciones de adaptación y mitigación factibles de llevar a cabo en el corto y mediano plazos, que le brinden a los veracruzanos un mejor nivel de vida en el presente y mayor certeza sobre su futuro.

Print Friendly, PDF & Email
Artículo anteriorLa riqueza marina de Veracruz: problemas y retos
Artículo siguienteLa Jacaranda
Doctor en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor- investigador de tiempo completo en la Facultad de Administración Fiscal y Financiera de la Universidad Autónoma de Coahuila. Miembro de la Academia Mexicana de Derecho Fiscal. Director de Análisis económico-ambiental en Ambiens Consultoría, empresa dedicada a la investigación ambiental para apoyar la toma de decisiones de actores gubernamentales y privados. Servidor público federal durante 30 años, especializado en investigación y política ambiental.