“No hay nada que la guerra haya conseguido que no hubiésemos podido conseguir sin ella”.
Havelock Ellis
Yasmina Reza, narradora francesa de origen ruso e iraní, en su breve y excelente libro de relatos biográficos “Hammerklavier”, escribió sobre una anciana a la que le gustaba mirar las escenas televisadas de la guerra (tal vez, los Balcanes o Afganistán), porque le gustaban los paisajes montañosos en los que sucedían esas guerras. Me ocurre algo similar: me interesan esas historias, pero no porque exista un espíritu bélico en mí, sino porque en la guerra, en medio de la barbarie, cuando algunos seres humanos muestran su maldad o cobardía, otros revelan las mejores cualidades del ser humano: coraje, heroísmo y solidaridad. En otras palabras, me interesa la historia de la guerra porque en las situaciones extremas es en las que mejor se puede estudiar la condición humana.
Innumerables novelas, libros de relatos y de ensayos relacionados con el tema de la guerra se han escrito a lo largo de la historia. Pero la gran novela de León Tolstoi “Guerra y Paz” es quizás una de las obras de imaginación más ambiciosas que un solo miembro de nuestra especie haya escrito jamás. En extensión y complejidad, en la literatura moderna, sólo rivaliza con novelas como “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust; “Los miserables, de Víctor Hugo; “Los hermanos Karamazov”, de Dostoievski; “El hombre sin atributos”, de Robert Musil y Ulises, de James Joyce, entre otros.
En un tiempo vertiginoso como el actual, leer esta obra monumental, que ronda entre las 1,200 y las 1,600 páginas (según la edición que se lea), y que incluye más de quinientos personajes históricos y de ficción, parece un acto de locura. Sin embargo, si se piensa, es más bien un acto de anarquía, contra la banalidad de la época que estamos viviendo, en la que no se lee o se hace de manera fragmentaria y se profundiza muy poco. Hay que amar la lectura para adentrarse en ella sin sufrir. A cambio del esfuerzo, el lector de esta novela de Tolstoi se verá recompensado con un emocionante análisis de la historia y de la condición humana. A través de sus páginas desfilan algunos de los personajes más profundos de la literatura. La riqueza y el realismo de los detalles hacen del libro una de las más grandes obras que se han escrito.
“Guerra y paz” es un viaje al corazón del siglo XIX, una época que hoy nos parece muy lejana y que está completamente desaparecida. León Tolstoi traza un amplio retrato de la sociedad rusa en la época de las guerras napoleónicas.
Tolstoi escribió “Guerra y paz” siendo todavía muy joven y tardó siete años en terminarla. Los primeros borradores del argumento de la trama están fechados en 1856 y la novela se publicó de manera completa hasta 1868 (la primera parte de la novela se publicó por entregas en la revista “El Heraldo Ruso” en 1865). Tolstoi investigó a fondo el contexto, leyendo relatos históricos rusos y europeos sobre las campañas de Napoleón. También visitó el lugar de la batalla de Borodino (a poco más de 115 km al oeste de Moscú). Su objetivo no era tanto asegurar la exactitud de su ambientación histórica, sino demostrar las trampas de los registros históricos. Sofía, su mujer, copista de la obra, tuvo un papel preponderante en el desarrollo de esta, llegando a copiarla hasta veintiún veces. Ella era la única persona que comprendía la letra de Tolstoi, escritor que además de tener una letra casi ilegible, tenía la manía de escribir sobre las páginas, pero también en sus márgenes verticalmente.
Cuando se publicó por primera vez, algunos lectores quedaron abrumados por el tamaño y la variedad de sus personajes. Consciente de la consternación que causaba, Tolstoi trató de explicar el libro en un artículo: “No es una novela, mucho menos un poema épico, mucho menos una crónica histórica. Guerra y paz es lo que el autor quiso y pudo escribir, en la forma en que se expresa…”.
En la época que fue publicada, “Guerra y paz”, fue una obra de vanguardia que consiguió hacer un importante progreso en el género. Hasta entonces, los libros siempre habían glorificado la guerra. Tolstoi, por el contrario, exhibió todo el horror que las personas experimentan durante y después de la guerra, incluyendo el estrés postraumático de los militares, pero también de los civiles. Soldados de tropa, siervos, príncipes, generales y todo tipo de advenedizos experimentan la guerra y todo lo que la rodea.
La primera parte de la novela parece insulsa: elegantes salones de baile en Moscú y en San Petersburgo donde, a pesar de que Rusia ya está en guerra con Francia, los nobles rusos sostienen frívolas conversaciones en francés, dentro de algunas de las cuales se ocultan intrigas relacionadas con posibles matrimonios y herencias. A Tolstoi, proviniendo de la aristocracia rusa, ese mundo le resultaba familiar. En un principio, parece que se trata de una novela de corte nacionalista, pero conforme el lector avanza en sus páginas, muchas de ellas tediosas y repletas de detalles, se da cuenta de que se trata de mucho más que eso. Lo que Tolstoi hace es una descripción y una crítica hacia la guerra y sus desastrosas consecuencias.
Desde el título, Tolstoi trabaja con la antítesis. Guerra y paz son dos elementos que se excluyen. Una parte de la sociedad quiere la paz, pero los militares, comandados por los bélicos generales: Napoleón I, líder de la Grande Armée y Mijaíl Kutúzov, general de los ejércitos de Rusia, representan esa dicotomía con la sociedad.
En la segunda y en la tercera parte de la obra, comienzan a narrarse los actos de guerra. Historia y ficción se entremezclan. Aparecen figuras históricas: emperadores, comandantes supremos y generales.
Uno de los ejes que mueven a este libro es la antipatía que sentía Tolstoi hacia la forma en que los historiadores de su época presentaban los acontecimientos, centrándose en los personajes poderosos: monarcas, políticos y militares y dejando a un lado las historias de las personas que pagan las consecuencias de las decisiones que se toman desde las cúpulas del poder.
En esta novela, Tolstoi busca explicar el hecho de que, por ordenes de los altos mandos políticos y militares, millones de personas salgan y se maten entre sí, cuando saben que matar a otro ser humano es moralmente incorrecto. Al mismo tiempo, la novela es el reflejo de una época fascinante y decadente.
Tolstoi nos cuenta la épica historia de cinco familias rusas durante la invasión napoleónica. Pero se centra más en mostrar el esplendor y la decadencia de una de esas familias. Narra los acontecimientos históricos de Rusia y de Europa en aquella época, así como la cruel experiencia de la guerra y, alrededor de ésta, la hermosa experiencia del amor. Del amor entre las personas, pero también por la patria. En toda la novela se puede percibir el sentimiento inmenso que el gran escritor ruso sentía por su vasto país. Utiliza toda su belleza narrativa y su poder de expresión para hacer un retrato de la forma como sucedía la geopolítica de los años 1805 a 1812. Por los cuidados detalles de su texto nos enteramos de las tácticas militares de Napoleón, pero también de las particularidades de la vida rusa en esta época zarista. Tolstoi pensaba que la megalomanía de Napoleón no podría sostenerse por siempre y que su conquista del mundo terminaría por derrumbarse en algún momento. Estaba convencido de que ésta se produjo como consecuencia de la derrota que los ejércitos del Imperio Francés sufrieron en la guerra de 1812 con Rusia. Para él, Rusia había sido el principio del fin del imperio de Napoleón en Europa.
La manera en la que Rusia derrotó a Napoleón ha permeado en la psicología del pueblo ruso desde entonces. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler atacó a la Unión Soviética, Joseph Stalin utilizó la obra de Tolstoi para promover una defensa patriótica. Mandó imprimir nuevas ediciones y las puso a disposición de la gente. Como nunca, la lectura de “Guerra y paz” fue promovida por el régimen. Al final, Tolstoi llegó a ser el autor más publicado, incluso por encima del mismo Lenin.
Tolstoi reflexiona de manera profunda acerca del siguiente hecho: las guerras no son sólo acciones de unos cuántos hombres poderosos, sino que se trata de una acción colectiva inconsciente en la que participa, de una o de otra manera, una gran parte de la sociedad que se deja arrastrar por esos líderes bélicos.
Después de “Guerra y paz”, el mundo no comprendió nada. Las guerras siguen ocurriendo de manera indiscriminada hasta nuestros días. En 2022, más de cincuenta años después de la primera fecha de publicación de la obra de Tolstoi, Siria, después de diez años de guerra, parece seguir en una situación de no retorno; Libia, enfrentada por un bando que apoya a Turquía y otro que apoya a Rusia, vive en una situación de conflicto permanente; Yemen ya ha cumplido siete años de conflicto armado; los bombardeos y ataques permanentes, entre Israel y palestina, siguen sucediendo; Argelia y Marruecos continúan en conflicto debido a la causa saharaui que Argelia apoya; la guerra no se detiene en Etiopía y más de dos millones de sus ciudadanos han tenido que huir para pedir refugio en Sudán; en Mozambique, hay ataques aislados de los grupos terroristas; Colombia y Nicaragua estiran la cuerda cada vez más; Ucrania y Rusia se mantienen en tensión debido a Crimea; y en el último año, en Chad, Guinea-Conakry, Mali, Niger, Sudán y Myanmar, se produjeron golpes de estado. Es evidente, el mundo no está interesado en leer y comprender a Tolstoi.
“Guerra y paz”, también habla de las pérdidas de la guerra, sobre todo, de las pérdidas irreparables de vidas humanas y de los impactos que tienen sus muertes en los que les sobreviven. Tolstoi describe todo este dolor con profunda compasión, humanidad y ternura.
De mucha utilidad debió haber sido la experiencia que el mismo Tolstoi tuvo en la guerra, a la hora de describir con asombroso realismo la vida de los soldados, las batallas y todo lo que las rodeaba. Sabemos que estas experiencias tuvieron un enorme efecto en él. En 1853, Tolstoi sirvió en una brigada de artillería y fue testigo del sitio de Sebastopol, donde murieron más de cien mil personas. En otra ocasión, estando de visita en Francia, presenció una ejecución pública que lo marcó de por vida. Estas vivencias fueron las primeras semillas de su potente visión pacifista. Esta postura de Tolstoi, con el tiempo, llegó a colocarlo entre los grandes anarquistas y pacifistas de la historia. Muchos años después de la publicación de “Guerra y paz”, en la célebre “Carta a los hindúes” (1908), Tolstoi sugirió al pueblo de la India que no participara en ninguna forma de violencia en contra del gobierno colonial británico. Al tener conocimiento de esta carta, Mahatma Gandhi, que ya conocía y admiraba la obra literaria de León Tolstoi e, incluso, había sido inspirado por “El reino está dentro de vosotros”, un libro que resume el pensamiento cristiano de Tolstoi y en el que sostiene que todos los países que defienden la guerra están contradiciendo los principios fundamentales del cristianismo. En esa época, Gandhi tenía cuarenta años y Tolstoi ochenta y uno. Gandhi, que era abogado en Sudáfrica, que promovía las acciones de desobediencia civil frente a las leyes discriminatorias británicas en suelo indio, escribió una carta a Tolstoi, dando con esto inicio a una correspondencia entre los dos hombres. En estas cartas se puede apreciar cómo Gandhi ve en Tolstoi a la figura de un maestro que le aconseja y le infunde ánimos para llevar a cabo la tarea que se ha propuesto. Un año más tarde, Tolstoi señaló que la Marcha de la sal, en la que el líder indio organizó una enorme protesta por un impuesto injusto y que dio origen a todo lo que sucedió después en la India y que terminaría con su independencia del Imperio Británico, Tolstoi dijo que se trataba del logro más importante de todos los que estaban ocurriendo en el mundo.
Para el momento en el que “Guerra y paz” llega a su final, Tolstoi habla de sus personajes en 1820, es decir, 36 años después de que sucedieran los eventos sobre los cuáles escribió al principio de la novela. De esa manera, pretendía analizar los años que corrían, bajo la luz de los acontecimientos pasados que había narrado a lo largo de su vasta novela. El resultado es que “Guerra y paz” sea, de hecho, mucho más que una novela. “Guerra y paz” es un tratado filosófico en el que Tolstoi aborda todas sus creencias en lo que toca al papel de la política en las naciones, a los estragos de la guerra, al amor entre los individuos, al papel del matrimonio y al derecho a la propiedad. Pero también, y de manera muy especial, a la forma como los especialistas construyen la historia y la forma como la transmiten a la sociedad.
Mario Vargas llosa termina así un interesante artículo que publicó en “El País” (2015), titulado “Lecciones de Tolstoi”:
“¿Cómo fue posible que el primer Premio Nobel de Literatura que se dio fuera para Sully Prudhomme, en vez de Tolstoi, el otro contendiente? ¿Acaso no era tan claro entonces, como ahora, que Guerra y paz es uno de esos raros milagros que, de siglo en siglo, ocurren en el universo de la literatura?”.
No podemos estar más de acuerdo. Pero sabemos que el premio Nobel de literatura no siempre premia a los mejores escritores, sino a los que son relevantes para el premio en un momento determinado.
León Tolstoi fue un ruso de vieja estirpe. Un intelectual y un humanista. Un espíritu libre que no sólo se preocupó por estudiar al pueblo ruso. Artista, hombre de letras, psicólogo, sociólogo e historiador. Como todos los grandes genios, fue un hombre de múltiples facetas. Pero, sobre todo, León Tolstoi fue una gran alma en busca de la verdad.