La esclavitud de los negros se había iniciado desde el siglo XV con la ocupación de la costa occidental del África por los portugueses, quienes encontraron un magnífico mercado en el Nuevo Mundo. Los monarcas hispanos obtuvieron grandes beneficios con la venta de las licencias y contratos con los traficantes, y los negros fueron introducidos en las Indias en forma masiva. Los españoles los compraban a los asentistas para laborar en las tierras recién descubiertas, y la entrada de esclavos fluyó durante tres siglos en la Nueva España.

   Los primeros africanos que llegaron a México fueron traídos por Hernán Cortés en su séquito, y uno de ellos, Juan Cortés, llegó a la Huasteca durante su conquista de la región de Pánuco en 1522.

   El color obscuro de la piel de esos hombres causó al indio tanta sorpresa como el tinte bermejo (rubio rojizo) de los españoles; de ahí que a unos y otros se les considerara “enviados de los dioses”. Desde el inicio de la colonia se estableció una factoría en el puerto de Veracruz por los traficantes negreros, y allí acudían los dueños de trapiches e ingenios de caña, mineros, arrieros, dueños de obrajes o estancieros a abastecerse de mano de obra esclava. A la llegada de la flota se efectuaba una feria. Como los negros venían desnudos, se les dotaba de un petate y una frazada, y se dice que además, de un rosario. A los negros de su Majestad se les vestía con paños tejidos de palmilla, y a los de las haciendas costeras se les proveía de una camisa de bramante con bolsa al pecho y faldones amplios. Para el tiempo de fríos se añadía una camisa gruesa de bayeta (lana).

   Para 1530, ya Veracruz se hallaba habitado por miles de esclavos africanos, incluyendo la región huasteca. Los pobladores españoles de la misma, además de esclavos para su servicio personal o de las recuas, utilizaron al africano para el servicio de los trapiches de caña, o como mayordomo en las haciendas ganaderas, por su conocimiento previo del ganado vacuno. Los amos utilizaban a los negros como capataces para hostilizar y gobernar a los indios, lo que era muy conveniente para el negro, que ocupaba una posición superior a la del indio, a pesar de ser esclavo.

   El tráfico de esclavos alcanzó grandes proporciones en la Huasteca, a extremos tales que en 1553 ya rebasaba la cifra de 20 mil de ellos, cantidad superior a la de los habitantes españoles. Se tiene conocimiento de que llegaron muy pocas mujeres españolas y negras, y que el español, además de cruzarse con la india, lo hizo con la negra esclava.

   Debe recordarse que el indio fue liberado de la esclavitud desde los inicios de la conquista, gracias a las Leyes de Indias emitidas por la reina Isabel la Católica, aunque de hecho a veces lo fuera. En cuanto a las leyes antiguas españolas con respecto a la esclavitud se conservaron algunas, pero otras se volvieron tan elásticas como les convenía. Por ejemplo, a diferencia de las leyes españolas, el hijo de la esclava nacía esclavo, aun cuando el padre fuese libre. La india, por el contrario, era considerada “de vientre libre”, lo cual fue aprovechado por muchos africanos para tener una descendencia en libertad.

   En la villa de San Luis de Tampico (hoy Pueblo Viejo, Veracruz), en 1601 había “13 mulatos, 10 mulatas, 6 mulatillos, 4 mulatillas, 14 negros y 12 negras”. En tanto, se tienen cifras aproximadas de entrada de esclavos africanos a México para el período de 1595 a 1646, con un poco más de 167 mil individuos, por lo que es comprensible que para 1696 hubiera en aquel primer Tampico de Veracruz 20 familias de negros y mulatos por tan sólo 14 de españoles.

   El negro y el mulato criollo tenían vedado el profesar en alguna orden religiosa, pero podían formar parte de cofradías en las iglesias. Se ocupó en la región del norte de Veracruz en las salinas del sur de Tamaulipas, en las tenerías y como zapatero, en la descarga de navíos y calafateo de las naves, como mozo de recua, como mayordomo en el campo  y como albañil en las poblaciones. En Tamiahua se dedicó a la pesquería preferentemente, y aún se ven en esa zona muchos de sus habitantes mestizos con rasgos fenotípicos muy marcados.

   Una observación muy personal me indica que en la llanura al sur del río Pánuco, que divide los estados de Tamaulipas y Veracruz, hasta la ciudad de Tuxpan, se encuentran pocos indígenas o sus descendientes. Esto debe atribuirse a la gran cantidad de indios huastecos (se habla de más de diez mil), vendidos como esclavos a las islas caribeñas por el gobernador Nuño de Guzmán desde los inicios del siglo XVI. Lo anterior fue denunciado al rey y al arzobispo de México y sólo así se terminó, aun cuando otros gobernantes vendían indios “capturados en guerras” y otros pretextos. El mismo Cortés llevó esclavos indios a México, como lo hizo Luis Carvajal y de la Cueva. Los demás indígenas nativos se refugiaron preferentemente en las zonas serranas adyacentes, donde aún hay varias poblaciones con muchos de ellos o sus descendientes. Por eso se encuentran en la región costera más bien mestizos de africanos que de indígenas.  

   Al principio de la Colonia el negro tuvo un valor de 100 a 130 pesos, llegando en ocasiones a conseguirse por 800 pesos, y disminuyendo su precio posteriormente. En el llamado “río de Tangüijo”, que es en realidad la boca o estero donde desemboca la laguna de Tamiahua, situada entre el Cabo Rojo y tierra firme, al norte del estado de Veracruz, se practicó en gran escala el contrabando de mercancías y de esclavos negros en pequeñas barcas que se acarreaban, desde Tuxpan o Tamiahua hasta la población actual de La Ribera, colonia de Tampico el Alto, Veracruz.

   Naturalmente, el esclavo buscó y procuró su fuga. Muchos huidos o “cimarrones” llegaron a la Huasteca y al noreste del país, donde eran protegidos por los indios, a cuyas tribus muchas veces acaudillaron.

   El monopolio de la Casa de Contratación de Sevilla para el regreso de los navíos españoles fue La Habana, pero se excluían “los pequeños barcos de las Islas Canarias.”, los cuales traficaban con los pequeños puertos de las islas, así como con los del Golfo de México. Es de notarse que muchos de los habitantes de la villa de Tamiahua habían venido de dichas islas, según lo asientan sus libros parroquiales. Estas personas dirigían las pesquerías en ese sitio, junto con muchos negros y mulatos, esclavos y horros (libertos).

   Otra de las razones para esa numerosa población descendiente de los africanos fue el clima ardiente de la costa y la necesidad de defensa de las incursiones piráticas de los europeos que deseaban tener parte en las tierras americanas. Como los españoles preferían vivir en las zonas templadas, formaron un batallón denominado Batallón de Pardos y Mulatos Libres, los cuales se ocupaban de la defensa y cuidado de las costas. Estos milicianos ayudaron a la captura de los piratas y lucharon junto a las fuerzas mexicanas  cuando el intento de reconquista española de 1829 por el brigadier español Isidro Barradas, efectuada entre los actuales estados de Veracruz y Tamaulipas.    


México fue uno de los primeros países americanos en declarar la libertad de la esclavitud.


Sirva este trabajo como homenaje a la memoria de los esclavos, indios y negros, que hicieron posible la conformación del México moderno que hoy disfrutamos en libertad.                       

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Licenciada en historia de arte. Historiadora y escritora de los libros “Entorno mágico de la Huasteca”, “Raíces africanas en la población de Tamaulipas”, “Intento de colonización en la Sierra de Malinchen del actual territorio de Tamaulipas por don Benito Antonio de Castañeda, alcalde mayor de Pánuco y Tampico”, “Presencia y esclavitud del negro en la Huasteca” y “La colonización del noreste: Indios y encomenderos del siglo XVII”. Cronista de Tampico Alto. Colaboradora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Desde 1980 es investigadora de la historia de la Huasteca durante la Colonia. En mayo de 2019 recibió la medalla Capitán Alonso de León en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.