El Galeón De La China


Los españoles buscaban llegar a la Gran China, que era lo más avanzado en cultura, economía y tecnología.


Existe en el Lejano Oriente un archipiélago de 7017 islas, llamadas antiguamente “Las Islas del Poniente”, entre las que se encuentran las famosas Islas Filipinas. Fueron descubiertas en 1521 por Fernando de Magallanes, nombrándolas “Archipiélago San Lázaro”. En 1498 habían llegado los portugueses a la India, y y en 1511 a las Molucas o “Islas de las Especias” en Indonesia, desde donde dominaron el comercio de las especias.

   Los españoles buscaban llegar a la Gran China, que era lo más avanzado en cultura, economía y tecnología. Ya el conquistador español Hernán Cortés envió en 1527 desde Zihuatanejo tres barcos para llegar al archipiélago, pero dos de ellos naufragaron y el tercero no regresó. Poco después, en 1543, las islas fueron conquistadas para España por Ruy López de Villalobos, cuñado del virrey Luis de Mendoza, quien las bautizó como “Felipinas” en honor del príncipe heredero Felipe II, pero no se conocía la ruta de vuelta hacia la Nueva España, y había que regresar por el sur del África hasta España y América.

   Andrés de Urdaneta había acompañado a López de Villalobos en su famoso viaje, y después, ya residente en la Nueva España, había entrado como religioso en un convento de los Agustinos. En 1565 fue obligado por el virrey a dejar el convento e intentar el viaje a las Filipinas nuevamente, lo que hizo acompañado de su sobrino Miguel López de Legazpi. Fundó Cebú y Manila para España, imponiendo allí el idioma español y la religión católica, siendo casi el único país católico del Asia.

   Desde Japón (o Cipango como se llamaba) subieron hasta el paralelo 38 para tomar la corriente Kuro-Shiwo que corre hacia América del Norte, hallando así el retorno desde las islas. Desde Norteamérica descendieron costeando hasta arribar a Acapulco.

Antonio de Mendoza - Coronado National Memorial (U.S. National Park Service)

   Filipinas, de 1565 a 1821 fue provincia de México y colonia de España. Se inició el comercio con Manila por medio de un galeón que partía de Acapulco dos veces al año, que llamaban la Nao de la China. Desde Acapulco se ponía rumbo al sur y navegaba entre los paralelos 10 y 11. Luego subía al oeste y continuaba entre los 12 y 14 hasta las islas Marianas, y de ahí a Cavite, en Filipinas.

   La nave llevaba unos 250 pasajeros a bordo, entre religiosos, autoridades, comerciantes, etc. Tomaba tres meses en el viaje de ida, con escala en Guam, y cuatro a cinco meses de regreso. Posteriormente, el viaje fue más directo. Debían salir en el mes de julio o agosto a más tardar, si no, había que esperar todo un año. El tornaviaje y el arribo a Acapulco era en diciembre o enero. Allí se efectuaba una gran feria que duraba un mes. Llegaban comerciantes de todo el país y de otros virreinatos. A esta feria asistieron, hasta mediados del siglo XVI, los comerciantes venidos del Perú, hasta que fue prohibido el comercio entre ambas colonias, lo que dio pie al contrabando de plata peruana por productos asiáticos en puertos secundarios como Huatulco. Los piratas acechaban la llegada del galeón escondiéndose en la bahía vecina de Puerto Marqués.

   Los sangleyes (comerciantes chinos) fundaron el Parián (de Pariang), en Filipinas, un gran mercado, donde pusieron talleres artesanales. La India, Ceylán, Camboya, Las Molucas, China y Japón, se concentraban en las islas Filipinas, cuyo destino final era el mercado europeo. En el centro de la ciudad de México se construyó a su vez otro mercado titulado Parián, donde se vendía la mercancía oriental en más de 200 tiendas.

   Para Manila, la Nueva España exportaba las barras de plata y los pesos. El oro, café, cacao, chiles, piezas de cuero, ganado, vinos, etc., así como cochinilla de Oaxaca, cacao de Guayaquil y de Caracas, vino, aceite y tejidos de España, maíz, tomate, papa, chile y piña, dando a conocer el arado, la imprenta, el reloj y la construcción en piedra. Durante 250 años el galeón transportó ideas, gustos, preceptos religiosos y costumbres gastronómicas. Se traía de Perú cobre, aceite, quina y vino de Chile, que se reenviaba a Filipinas o a la Habana.   

   A su vez recibió sedas, especias, maderas, arroz, mango, tamarindo, azafrán, porcelana, perlas, biombos, muebles, marfiles y piedras preciosas. De Filipinas llegaban muselinas, telas pintadas, camisas de algodón, seda cruda, medias de seda, obras de platería, especias y aromas, muebles de finas maderas, marfiles tallados y piezas de porcelana. Nos llegaba sándalo de Timor, clavo de las Molucas, canela de Ceylán, alcanfor de Borneo, jengibre de Malabar.

   En el Parián de la ciudad de México había grandes tiendas donde se vendían relojes, sedas, papel de china, lentejuelas, encajes de Flandes, rasos de China, terciopelos, etc. En Filipinas no se fabricaban las cosas, sino que eran llevadas a su Parián por comerciantes desde China, la India, Ceylán, Japón, y otros lugares de Asia. Por ello, los llamados “mantones de Manila”, eran chinos, así como las peinetas de carey; el mango “de Manila” era de la India, y chinas las famosas naranjas “mandarinas”.

   Toda la mercancía se acarreaba desde Acapulco a Veracruz pasando por Puebla, Orizaba, etc., y desde allí se enviaba a España. Y por supuesto, quedaban también importaciones en la ciudad de México.

   La mercancía filipina terminó con la producción mexicana de seda. Los peruanos ofrecieron comprar las sedas, perfumes y porcelanas chinas con plata de su Potosí, y en 1581 enviaron buques directamente a las Filipinas, pero los comerciantes sevillanos temieron la fuga de la plata peruana al Oriente, y en 1587 se prohibió su relación comercial con Asia. Trataron de hacerlo desde Acapulco, pero los sevillanos lograron que en 1591 se prohibiera el comercio entre ambos virreinatos.   

 La “China Poblana”, Catarina de San Juan, según la leyenda princesa hindú, y San Felipe de Jesús, primer santo de México, viajaron en la Nao de la China. Pero desgraciadamente, también acarrearon esclavos hindúes y negros de la costa oriental del África que llevaban los árabes a comerciar a las Filipinas. Estos infelices fueron por tanto llamados “chinos” por haber llegado del Oriente. A las mulatas de Puebla y otros lugares las llamaban “chinas”. Los documentos antiguos así lo demuestran.

San Felipe de Jesús y su impacto cultural

   Durante la guerra de Independencia de México, Acapulco fue tomado por Morelos y se cambió la ruta de Acapulco a San Blas, Nayarit. En marzo de 1815 zarpó hacia Manila el galeón “Magallanes”, cerrando oficialmente 250 años de comercio marítimo. Unos historiadores dicen que, en 1815, por la Guerra de Independencia de México, España tomó la dirección del comercio. Otros sostienen que Iturbide incautó el último galeón en 1821. Como haya sido, los puertos del Pacífico vinieron a menos con la suspensión del tráfico hacia Filipinas. Desapareció un comercio que convirtió a la Nueva España en la nación más grande y rica de América, mientras fue colonia de la entonces poderosa España.

23 de julio de 1812, fin del Sitio de Huajuapan, durante la Independencia  de México. | Secretaría de la Defensa Nacional | Gobierno | gob.mx

María Luisa Herrera Casasús
María Luisa Herrera Casasús
Licenciada en historia de arte. Historiadora y escritora de los libros “Entorno mágico de la Huasteca”, “Raíces africanas en la población de Tamaulipas”, “Intento de colonización en la Sierra de Malinchen del actual territorio de Tamaulipas por don Benito Antonio de Castañeda, alcalde mayor de Pánuco y Tampico”, “Presencia y esclavitud del negro en la Huasteca” y “La colonización del noreste: Indios y encomenderos del siglo XVII”. Cronista de Tampico Alto. Colaboradora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Desde 1980 es investigadora de la historia de la Huasteca durante la Colonia. En mayo de 2019 recibió la medalla Capitán Alonso de León en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
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