Los Novohispanos Del Siglo XVII

Las excéntricas narraciones de un religioso dominico inglés sobre su paso por la Ciudad de México .

Fray Thomas Gage fue un religioso dominico inglés que llegó a la Nueva España en su camino a las Filipinas, y moró aquí por algún tiempo en 1625.  Es de los pocos que describieron las costumbres novohispanas de esa época, aunque lo hizo de forma picaresca, con agudas críticas a los españoles.  (Cfr. Nuevo Reconocimiento de las Indias Occidentales, F. Cult. Econ., 1982)

   “Las calles son muy anchas, y en la más angosta pueden transitar tres carrozas, y seis a lo menos en las mayores. Durante mi estancia se decía que el número de españoles llegaba a cuarenta mil, todos tan vanidosos y tan ricos, que más de la mitad tenían coche, y había más de quince mil de ellos.

   “Es dicho trillado en el país, que en México hay cuatro cosas bellas: las mujeres, los ropajes, los caballos y las calles. Yo añadiría la quinta: los carruajes de las clases altas, más espléndidos y costosos que los de la corte de Madrid y el resto de la cristiandad, porque no escatiman ni oro, ni plata, ni piedras preciosas, ni brocados, ni las mejores sedas de China. Y al garbo de sus caballos, algunos añaden las bridas y herraduras de plata. No hay calle en la cristiandad que pueda compararse a aquéllas en aseo y amplitud, pero especialmente por las riquezas de las tiendas de los orífices y plateros que las adornan y que son dignas de admiración.

   “Los galanes de la ciudad se exhiben cada día: algunos, jinetes en sus caballos, y la mayoría en carruajes, como a las cuatro de la tarde, en un alegre y sombreado campo llamado La Alameda, lleno de árboles y senderos. Se ven como dos mil carrozas llenas de mancebos, doncellas, y ciudadanos, para ver y ser vistos; los caballeros llevando su cortejo de esclavos negros; algunos una docena, otros, media docena, atendiéndolos en sus bizarras y elegantes libreas cargadas de encajes de oro y plata, con medias de seda sobre sus negras piernas, hebillas en sus zapatos, y espadas a sus costados. Las damas llevan también su séquito de esclavas a los lados de las carrozas: damiselas de atrevida apariencia, de ligera vestimenta, y quienes, con la blanca mantilla sobre sus cabezas, parecen, como dicen los españoles: ‘mosca en leche’.

   “Hombres y mujeres son exagerados en sus adornos, usando más sedas que lanas y paño: las piedras preciosas y las perlas apoyan aún más esta vana ostentación; una banda de sombrero y rosetón de diamantes en un caballero, es muy común; y una cintilla de perlas en el sombrero es ordinaria en un comerciante; aún más, una joven esclava negra o parda se dará malas mañas, pero estará a la moda con una cadena al cuello y brazalete de perlas, y con aretes de piedras preciosas. El vestido de estas negras y mulatas (que son de naturaleza mezclada de españoles y negros), es tan ligero y su continente tan incitante, que muchos de los españoles, aún los de mejor clase, desdeñan a sus esposas por ellas. Su traje consiste en una saya de seda o paño, con muchos encajes de plata y oro, y una ancha faja de color brillante con largos cordones de oro o plata al frente; el largo de la falda es hasta el suelo, pero sus corpiños son ajustadísimos al cuerpo, ribeteados de encajes dorados y orlas, y algunas usan una faja cuajada de perlas y nudos de oro. Las mangas son anchas y abiertas al extremo, de lino holandés o chino, labradas con sedas de colores, o con oro y plata, colgándoles hasta el suelo. Cubren el pelo rizado con alguna cofia tejida, y la sostienen con una cinta de plata o de oro, donde se leen las letras bordadas de algún ligero y tonto verso amoroso. Cúbrense los pechos morenos con cadenas de perlas y una mantilla blanca de linón y encaje, cuidando que no les impida lucir el talle. Otras, se la colocan sobre el hombro izquierdo, como los valentones, sosteniéndola a la cintura con el brazo derecho, pareciendo al contonearse más bien muchachos vocingleros que doncellas honradas.

  ¡Con razón los extranjeros querían venir a la Nueva España a probar fortuna!

María Luisa Herrera Casasús
María Luisa Herrera Casasús
Licenciada en historia de arte. Historiadora y escritora de los libros “Entorno mágico de la Huasteca”, “Raíces africanas en la población de Tamaulipas”, “Intento de colonización en la Sierra de Malinchen del actual territorio de Tamaulipas por don Benito Antonio de Castañeda, alcalde mayor de Pánuco y Tampico”, “Presencia y esclavitud del negro en la Huasteca” y “La colonización del noreste: Indios y encomenderos del siglo XVII”. Cronista de Tampico Alto. Colaboradora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Desde 1980 es investigadora de la historia de la Huasteca durante la Colonia. En mayo de 2019 recibió la medalla Capitán Alonso de León en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
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