Octavio Paz entrelíneas

Definiciones

Octavio Paz descifra a la filósofa española María Zambrano con las palabras siguientes:

“Hay dos razas de escritores: aquellos que desaparecen bajo su escritura y aquellos que consiguen que su voz se filtre a través de los desfallecimientos y opacidades del lenguaje escrito”.

Paz sin querer se describe a sí mismo: un relámpago de ideas sustentado en el conocimiento de las disciplinas sociales, desde el teatro griego hasta las ideologías marxistas y capitalistas. Su interpretación de la historia a través de metáforas no gusta a los historiadores o antropólogos pero la poesía vive el tiempo como un estado de limpieza mental que desnuda la naturaleza humana: nos acerca a nosotros mismos. Su concepto de democracia desagrada a un sector de la izquierda, desde los tiempos de Stalin. Hoy sabemos que se adelanta a las críticas sobre un concepto de Estado opresivo para las libertades del hombre contemporáneo.

Le dijo a este periodista en El poeta en su tierra en entrevista que su diálogo ha sido siempre “con la izquierda”, que nada tiene que hablar con los otros: la derecha:

“–Usted sigue siendo un interlocutor muy incómodo para la izquierda, ¿no cree?

“–No he sido ni soy más incómodo que León Trotski. El revolucionario ruso nunca dejó de ser de izquierda y, sin embargo, fue visto como un verdadero demonio. No oso compararme con Trostki sino que subrayo, con su ejemplo, la incapacidad que ha mostrado la izquierda para soportar a sus críticos. Nietzsche decía que el valor de un espíritu se mide por su capacidad para enfrentarse a la crítica, asimilarla y transformarla.

“–No teme, como usted dijo de Trotski, morir en ‘una cárcel de conceptos’”?

“–Yo no tengo un sistema hecho de conceptos. Trostki fue un pensamiento notable, un gran dirigente y un gran estratega. Una figura admirable y patética. Yo soy apenas, si algo soy, un poeta. No postulo ningún absoluto. Trotski murió encerrado en la convicción de que la revolución era la verdad histórica del siglo XX; hoy sabemos que se equivocó. Lo repito: solo soy un poeta…mis ideas son opiniones…hay que arriesgarse a ser impopular”.

Como aquel título de María Zambrano,  Claros del bosque, apenas atisbos para mirar nuestro presente…

Introducir las ideas políticas de Paz para abrir un espacio a la reflexión, creo, es necesario en estos tiempos, por lo menos desde que “el mantel olía a pólvora”… 

De la derecha

En el periodo del presidente Ernesto Zedillo se creaba la Fundación Octavio Paz, una mañana del 17 de diciembre de 1997. Dijo el poeta en la antigua Casa de Pedro de Alvarado– mano derecha de Hernán Cortés para conquistar Tenochtitlán, en 1521–, en Coyoacán:

“Estoy seguro que se preparan nuevos días para México: días de luz, con sol, y de amor. Creo que en estos años no termina un periodo en México, como se piensa comúnmente; se da vuelta a una esquina para continuar. Y vamos a hacer lo que no pudimos hacer antes. No yo, mi vida es transitoria; pero sí ustedes y, sobre todo los jóvenes…”

Era una ceremonia cerrada sin grandes aparatos de seguridad, con poco más de 100 asistentes –entre ellos los 11 empresarios que apoyaron con un millón de dólares, e intelectuales y escritores cercanos al poeta, con apenas tres intervenciones: Fernando del Paso, Octavio Paz y el mandatario Ernesto Zedillo, que gobernó México de 1994 a 2000, sí, el mismo que tuvo su zafarrancho con el expresidente Carlos Salinas de Gortari a causa de la devaluación del peso –“fue Teté, pégale, pégale…” Paz en una silla de ruedas, dio un discurso breve, intenso, que conmovió a los asistentes. Parecía que fuera una ceremonia del adiós. Carlos Monsiváis lo escribió en una crónica recogida en su libro Adonde yo soy tú somos nosotros, cuando los dos intelectuales más acertados de nuestros últimos tiempos ya habían ascendido al nivel de la amistad, contra toda desavenencia.

Carlos Monsiváis

Octavio Paz fallece al año siguiente de la creación de su Fundación, en 1998, un 19 de abril. El Palacio de Bellas Artes fue el marco que lo lanzó a la llama de la quietud. Quedaba como legítima heredera su esposa, la francesa y mexicana Marie José Tramini. El poder da y el poder quita. Es posterior al sexenio de Zedillo Ponce de León que desmantelan la Fundación. En 2003, con el dinero de la Fundación Octavio Paz se crearía la Fundación para las Letras Mexicanas, en otra sede, al mando de Miguel Limón Rojas, exsecretario de Educación Pública durante Zedillo. La viuda tiene que abandonar la casa con jardines inmensos y una arquitectura colonial de influencia andaluza y morisca, del siglo XVIII. De ahí a un hotel cinco estrellas y luego a un departamento en Polanco. Las desavenencias por los quehaceres de la Fundación entre la mujer de Paz y el encargado de la Biblioteca que dejara el Nobel de Literatura 1990, Guillermo Sheridan, fueron el pretexto, la disputa ideal para que en 2001 iniciarán la creación en la casa de la Fonoteca Nacional, adscrita a la Secretaría de Cultura, que quedó lista al público en 2008. Son innumerables las citas a este zafarrancho en medios de comunicación. 

Ernesto Zedillo

La herencia del autor de ¿Águila o Sol? quedó intestada porque ni su mujer ni él dejaron testamento que acreditara el destino de sus bienes. Algo insólito en personas educadas y con sentido de responsabilidad. Al no haber hijos entre ellos queda en manos del Estado mexicano el legado con sus derechos autorales, su dinero y casas, tanto en México como en Francia. Lo que siguió fue como una película donde Paz pasa por el purgatorio de las letras pero también por la ética de quienes hoy ordenan lo que sigue para su obra y enseres. No he creído nunca lo que se ha escrito sobre el desinterés de los gobiernos de izquierda por su legado y resoluciones testamentarias, tanto de Andrés Manuel López Obrador como de Claudia Scheinbaum (en 2023 se creó la Casa Marie José y Octavio Paz). Más bien, los asuntos legales son complejos y requieren de tiempo en un país donde la justicia es más lenta que la vida de Matusalén, que vivió según la Biblia 969 años. Tanto Vicente Fox (2000–2006), como Felipe Calderón (2006–2012), hicieron mínimos esfuerzos por solucionar el viejo conflicto. ¿Pues no que Octavio Paz es de la derecha?

No termina el martirio de Paz que, aun con conocimiento y relaciones en la política de México se debe estar arrepintiendo de sus actos que no previeron a tiempo el desastre por no dejar estipulado bienes y libros. Se sabe que él era renuente a la idea de un fideicomiso en manos del Estado y eso lo contuvo. El tiempo le llegó como cascada con un cáncer de próstata. El grupo literario que lo acompañó en su trayectoria buscó sus propios intereses. El historiador Enrique Krauze fundó en 1999 la revista Letras libres y pronto se vio que en casi nada continuaría la trayectoria impecable e internacional que dejó la revista Vuelta y la editorial que fundó Paz, que publicó libros de poetas jóvenes como Samuel Noyola y Víctor Manuel Mendiola. Guillermo Sheridan se convertiría en biógrafo del poeta con sus tres tomos (Los idilios salvajes), y en uno de ellos se ocupa de su primera esposa, la gran escritora Elena Garro, donde igual cuenta la pasión por Bona Tibertelli de Pisis y ni unas líneas a la segunda y última esposa, la señora Paz. No es necesariamente venganza por los agravios, pero lo parece: a menos que tenga en ciernes un libro sobre Marie José Tramini y los entramados de la Fundación Paz.

Elena Garro

De la izquierda

He escrito dos libros sobre el autor de Los privilegios de la vista: uno de entrevistas reunidas, que realicé a lo largo de mi trabajo como reportero cultural, El poeta en su tierra; y una “antología crítica” sobre autores que están a favor y en contra del poeta –no es un libro complaciente, es una lectura incisiva a su obra: Los rostros de Octavio Paz –. Es inmenso el arsenal de libros en torno al escritor. Y es enorme la maledicencia sobre su vida personal y política que poco abona para comprender a un artista e intelectual de su estirpe. Lo mío apenas es un intento de acercarme a una de las figuras más controversiales del siglo XX. Pero su figura me parece más congruente que muchos que hoy dejaron de ser de izquierda. 

León Trotsky

Les cuento algo que me sucedió cuando justo estaba escribiendo este texto:

Nos encontramos a la puerta de un laboratorio de análisis médicos, en la Roma. Él, un antiguo militante del Partido Comunista. Yo, por sentido de libertad siempre desligado de partidos políticos. Me ve y dice: “¡Todavía existes!”. Sorpresa por la manera de saludar pero le contestó sin pensarlo mucho: “Pues tú eres mayor que yo y también existes…” Luego vino la intención de dejar lo áspero de la conversación cuando me preguntó: “¿Ahora dónde andas?”. Otra forma de desaparecerme. Le contesto: “Tengo 25 años en el mismo diario. Lo que pasa es que tú no lees las páginas culturales”. No podía evadir una respuesta a semejante pregunta. Él que tiene una columna dizque de asuntos culturales pero nunca lo veo en exposiciones, teatro o presentación de libros. Lo suyo es, ha sido siempre la grilla. 

Sabíamos los dos que el fondo del asunto son nuestras diferencias políticas de mucho tiempo atrás cuando trabajábamos en el mismo diario. Porque hoy hace mucho que él parece oposición. Y se lo dije. Me respondió que “Claudia Sheinbaum no levanta”. Le respondo: “eso no dicen las encuestas”. “¿Crees en las encuestas?”, pregunta como si fuera argumento. “Al menos las de algunos diarios son creíbles porque la mayoría de opositores a su gobierno escriben allí”, respondo. Nos miramos a los ojos: más de 50 años de conocernos, de discutir abiertamente pero nunca con ese dejo de amargura de quien tuvo prebendas con los gobiernos del PRI y del PAN y hoy parece una firma más de los comentócratas que jamás han estado del lado de la izquierda. Se quiere retirar cuando le comento que él ya es oposición. Sonríe. Nos despedimos. Se da la vuelta: lo miro cansado, desgarbado, flaco pero con panza, barba que ya no va cuando uno pasa de los 80. Se le fueron sus mejores tiempos, cuando tenía gracia ser crítico de los antigüos sexenios. Un hombre que estuvo como nuestro director muchos años, pienso tenía razón cuando lo describió: “a él, el tiempo y sus fracasos, sus sueños, lo convirtieron en reaccionario. Siempre hay que tener cuidado con la congruencia”. 

Me di la vuelta y seguí mi camino. Es hermoso sentirte libre de pensamiento sin más compromiso que los anhelos de un mejor país por causas justas, no privilegios de periodista. Lo escribo para que el futuro me lo demande, cuando me convierta en aquello que hoy considero incongruente… NO me pregunten su nombre porque él representa a más de uno, y son miles.

Cuando trabajamos juntos era un enemigo declarado de Octavio Paz. Llegaba y me decía: “¿otra entrevista al poeta?”, como si fuera inaudito que un reportero lleve a su diario un comentario del escritor de los acontecimientos sobre el levantamiento de los indígenas en Chiapas, en 1994, con el Subcomandante Marcos a la cabeza. No era el único, eran varios compañeros de izquierda que me veían con recelo porque entrevistaba al “ogro”, autor de El ogro filantrópico, el controversial libro de Paz.

Posdata 

Creo es hora de retribuir a Octavio Paz el centro que merece su obra y dejar las rencillas de pacotilla. Leerlo es aprender de México y el mundo. Si es de derecha o de izquierda importa poco porque su poesía inunda el universo, como aquel poema que leyó en Estocolmo, cuando ganó el premio nobel de literatura 1990 y tuve el privilegio de estar presente y reseñarlo:

“Es grande el cielo

y arriba siembran mundos.

imperturbable,

prosigue en tanta noche

el grillo berbiquí.

“Estrellas, colinas, nubes, árboles, pájaros, grillos, hombres: cada uno en su mundo, cada uno un mundo–y no obstante todos esos mundos se corresponden–. Sólo si renace entre nosotros el sentimiento de hermandad con la naturaleza podremos defender la vida. No es imposible: fraternidad es una palabra que pertenece por igual a la tradición liberal y a la socialista, a la científica y a la religiosa.”

…Apenas entrelíneas puede entenderse lo aquí escrito, intento de abarcar a un autor con sus equivocaciones humanas pero congruente con su pensamiento y obra, guste o no. No puede decirse esto con cualquiera que, sin obra de por medio pero con mucho dinero hoy levanta la voz, exige derechos, atenta con lenguaje altisonante en contra de las mujeres, increpa al gobierno sin argumentos, evade pagar impuestos y es dueño de una televisora concesionada por el Estado. Como él hay muchos “gutierritos” de buena posición económica que imitan aquello con lo que soñaron: el poder a toda costa.

Octavio Paz recibiendo el Nobel

Había escrito que Paz falleció en 1998, un 19 de abril. Lo homenajearon en el Palacio de Bellas Artes. Hay silencios después de una muerte. Pero hay reivindicaciones cuando existe la literatura. Octavio Paz emergerá en pensamiento y obra.  Una llama de ideas esperan a quien quiera leerlo…

Bibliografía

“Una voz que venía de lejos, María Zambrano, 1904–1990)”, Octavio Paz, Al paso, editorial Seix Barral, 1992.

El poeta en su tierra. Diálogos con Octavio Paz, Braulio Peralta, editorial Grijalbo y Raya en el agua, 1996.

Adonde yo soy tú somos nosotros. Octavio Paz: crónica de vida y obra, Carlos Monsiváis, editorial Raya en el agua, 2000.

Los rostros de Octavio Paz. Una antología crítica, Braulio Peralta, El tapiz del unicornio, 2017.

Los idilios salvajes, Ensayos sobre la vida de Octavio Paz, Guillermo Sheridan, ediciones ERA, 2016.

El ogro filantrópico, Octavio Paz, editorial Joaquín Mortiz, 1979.

Braulio Peralta
Braulio Peralta
Estudió las carreras de Periodismo y Literatura, en la UNAM, e Historia del Arte en el Museo del Prado, en Madrid, España. Ha trabajado por alrededor de 40 años el periodismo cultural, por el que ha obtenido algunos premios, entre ellos: “El Gallo Pitagórico”, en el marco del Festival Internacional Cervantino, en 1981. El “Homenaje de Premio Nacional de Periodismo Cultural ‘Fernando Benítez’”, en 2003, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El Nacional de Testimonio Chihuahua, en 2005. Y un premio internacional: Pen Club a la “excelencia periodística”, en 2011, por sus artículos sobre los derechos humanos de las minorías. Fue director editorial de Random House Mondadori y editor del Grupo Editorial Planeta. Ha publicado los libros: De un mundo raro (editorial Conaculta, 1998). El poeta en su tierra. Diálogos con Octavio Paz (1998). El clóset de cristal (2016) y Otros nombres del arcoíris (2017) . Es coautor de varios libros colectivos y otro tanto de antologías. No ha renunciado a su oficio desde que empezó a escribir en los diarios, primero el Unomásuno, y después como fundador del diario La Jornada. Escribe actualmente en el diario Milenio y en la revista Praxis, que se edita en Tuxpan, Veracruz, donde nació un 26 de noviembre de 1953. Puedes contactarlo a su email: juanamoza@gmail.com
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