Se registra que en el año de 1522, Hernán Cortés conquista la Huasteca.


“…De acuerdo con Sahagún (libro X, CAP. XXIX los primeros pobladores llegaron a Pánuco en barcos por mar, mientras que Luis Reyes (1960) recogió en Santa María Ixcaltepec, Veracruz uan tradición, en la cual se dice, que los primeros ancianos llegaron por mar montados en tortugas. La similitud entre ambas narraciones es obvia –dicen Lorenzo Ocho y Gutiérrez- y no vamos a discutir. Pero, podemos agregar, que la sustitución de barcos por tortugas, no es fortuita, sino que debe de venir de la antigua representación gráfica “en el Lienzo de Jucutácato (siglo XVI) Ya que es evidente y, a todas luces, no es más que una variante del mito tejido con los mismos y los históricos… peor su origen costeño parece ineludible.

(Ochoa, 1979)

Ha sido y es tarea de los historiadores coadyuvar con sus estudios e investigaciones de los sucesos remotos e inmediatos, recordar y reconstruir el pasado; para que las generaciones presentes reconozcan los complejos laberintos por los que han transitado nuestros ancestros. Traer a cuenta las evidencias testimoniales e intangibles que heredamos para comprender y transformar lo que somos hoy. Corresponde a los medios de difusión cultural, como es la revista PRAXIS, difundir los significados y compromisos que adquiere el quehacer de los historiadores en beneficio de las colectividades. Rescatando, paleografiando, traduciendo; dando voz a los vetustos documentos enmohecidos, ya empolvados por el tiempo.

Con base en ello, debemos afirmar que nos congratulamos por la conmemoración en este año y en estos días, del entrecruce y proceso de imbricación, que desde hace quinientos años se dio en esta región que hoy conocemos como la Huasteca. Dentro de la exuberante vegetación y diversidad geográfica de México, con la llegada de los europeos por el mar Atlántico, y en particular, de la península Ibérica a los asentamientos establecidos en esta región de Mesoamérica. Los conquistadores y colonizadores fueron ubicándose, como sabemos, en el amplio territorio del mundo prehispánico que conocemos y aún más allá de las actuales fronteras. Y por supuesto, erigiendo las formas e instituciones de dominación y explotación que representaban su cosmovisión y sus tradiciones jurídico-políticas.

Un testimonio atinente a su llegada nos es útil para corroborar, la forma de cómo se dieron los primeros contactos con aquellos blancos barbados, Bernal Díaz del Castillo anotó lo azaroso que resultó el encuentro con los indígenas de esta región:


”… volví otra vez desde la isla de Cuba, con otro capitán que se decía Juan de Grijalva y tuvimos otros grandes reencuentros de guerra con los mismos indios del pueblo de Champotón, y en estas segundas batallas nos mataron muchos soldados; y desde aquel pueblo fuimos descubriendo la costa adelante hasta llegar a la Nueva España, y pasamos hasta la provincia de Pánuco. Y otra vez habríamos de volver a la Isla de Cuba muy destrozados y trabajosos, así de hambre como de sed ….y otra vez egresé con don Hernando de Cortés…

Sin embargo, otros testimonios dieron cuenta de lo que se suscitó en la Huasteca poco tiempo después de la caída del imperio Azteca.

[…] se registra que en el año de 1522, Hernán Cortés conquista la Huasteca y funda el 26 de diciembre en Panoyan-actual Pánuco- la villa de San Esteban del Puerto. Deja como jefe al Capitán Pedro Vallejo con 30 caballos y 100 peones…”.


Dentro de ese marco de tensiones y confrontaciones violentas, se gestó la conformación espacial, tanto poblacional, como político-administrativa y religiosa; las bases para la reorganización pública y privada de la nueva vida colonial sometida a la metrópoli española. En particular, los Ayuntamientos, fueron las instancias jurisdiccionales que permitieron, sin lugar a dudas, el restablecimiento del orden y seguridad requeridas, y en general, se transformaron en el núcleo del poder que aglutinó, en primera instancia a los intereses terrenales de los habitantes originarios, locales y circunvecinos.

Posiblemente, fuentes documentales originales darían cuenta de los avatares del poder público local y su representación política en Pánuco, ya que sus formas de control mantuvieron rasgos particulares, pero a su vez, similares a los establecidos en otros sitios estratégicos que hasta ayer, y quizá aún hoy día, son vigentes para comprender los procesos de aculturación y adaptación. Aquellos que tuvieron los primeros municipios, ayuntamientos y cabildos, sobre todo, si estos se caracterizaban por ser puntos de convergencia dentro de las relaciones multiétnicas y pluriculturales. De ahí que Pánuco, resulta ser un referente que amerita nuevos estudios, para comprender las formas de cómo a través del tiempo, se ha podido contribuir y mantener la cohabitación de los originarios y los europeos, de los mestizos y de las corrientes migratorias. Aquellas que desde la colonización, la etapa independiente, el siglo XIX, y sobre todo, en las postrimerías del porfiriato; trajeron sus riquezas naturales, y sobre todo, sus recursos petroleros, los que redefinieron, a final de cuentas, su importancia geoeconómico y geoestratégica tanto a Pánuco como a Tampico, Tamaulipas y en general, al conjunto de las Huastecas.

Los cronistas, los arqueólogos, los antropólogos y los historiadores han revelado las características y especificidades que adquirieron en la Nueva España y en otros confines de América, las formas y estilos de organización política que emanan de los Ayuntamientos y de los Cabildos. Estos últimos, heredados y experimentados desde siglos atrás en Europa. Esta forma de conjuntar los poderes específicos y circunscritos a las localidades de las sociedades huastecas, finalmente se tradujeron y adaptaron, como células básicas para el ejercicio del poder público y el ordenamiento del espacio. Las cuales también revelaban las características de territorios delimitados por su diversidad y sus riquezas naturales. Pero sobre todo, por los poblamientos y sus perfiles productivos que le han venido dando los rasgos de identidad, con los que hoy día se distinguen los panuquenses. Como asienta Luis J. García Ruíz:


“El Cabildo fue la institución por excelencia y la principal instancia de representación política…la jurisdicción municipal se desprendía de una concesión y conformación de privilegios y libertades por parte del soberano. Esta “delegación tácita” o “consentimiento tácito” permitía la consolidación de prácticas y derechos de autoregulación…el poder monárquico también se relacionaba con los Ayuntamientos mediante lazos de tipo pactista que encerraban lealtades y servicios mutuos…”.


Pánuco, que de antaño ha formado parte de esta pluricultural región denominada Huasteca, de antaño no fue de fácil acceso por su orografía e hidrología, sin embargo, tuvo buenas aportaciones en el mundo precolombino, como durante la Colonia. Por citar algunos de sus legados podríamos señalar ciertos productos culturales, materiales y fundamentalmente los agrícolas, ganaderos y pesqueros.

Las redes y vínculos que se fueron configurando desde la Nueva España y sus relaciones trasatlánticas, prueban que en general la Huasteca, pero en particular, la población en estudio, padeció relaciones de sometimiento, y al mismo tiempo de rebeliones inconexas y múltiples reacciones en defensa de la tierra y de los usos y costumbres; que durante los trescientos años de colonización, persistieron. En este sentido, como bien sabemos, los Ayuntamientos fueron los primeros receptores de las tensiones propias de la vida colectiva. Los estudios realizados en torno a los Ayuntamientos huastecos, y en particular, los realizados por Antonio Escobar Ohmstede, dan la pauta para adentrarse a las tensiones suscitadas antes y en las postrimerías del proceso de Independencia nacional. Aun conscientes de los estudios realizados hasta hoy, somos sabedores de que aún queda mucho por saber sobre la integración social e intereses de aquellos Ayuntamientos y Cabildos en estas regiones multiétnicas.

Por todo ello, sirvan estas líneas para exhortar y motivar nuevos estudios que den mayor cuenta sobre estas instancias políticas que conjugaron lo más representativo y participativo de los intereses locales. Así como de sus vínculos previos a la restructuración que provocó el liberalismo gaditano en México, y durante los siglos XIX, e incluso, el XX. Toda vez que con la recomposición de los poderes público y religioso, a partir del surgimiento del nuevo Estado-nación y su modernización y posteriores adecuaciones; no dejaron de tomar en cuenta y reconocer a esta instancia político-administrativa, que fue y es, a final de cuentas, la célula básica del control y la cohabitación social y política de la localidad y su hinterland. De manera general y valorándose la celebración del Ayuntamiento de Pánuco, los suscritos aprovechamos la ocasión para reiterar la importancia que representa recuperar las memorias de los entornos locales y el papel que tienen, en general, los ayuntamientos de esta región. Pero en particular, el correspondiente a Pánuco. Cuyos responsables sabedores de su pasado histórico, podrán de mejor manera enfrentar los retos que se presentan actualmente.

Si bien, actualmente se vive una transición democrática, y la representación e integración de los Ayuntamientos son la prueba más convincente de la pluralidad político-ideológica. No debemos olvidar la defensa que tuvieron estas instancias, o bien, la adecuación que vivieron durante las Reformas liberales que intentaron desestructurar las formas de la tenencia y explotación de la tierra. Tal como lo describe Julieta Valle Esquivel y José Bardomiano Hernández Alvarado en el libro Huastecos de Veracruz. Tampoco, se puede dejar al margen el papel que tuvieron los pueblos de toda la Huasteca, y en especial, Pánuco en la defensa de la tierra y los bienes del subsuelo, así como su papel desde la Revolución de 1910. Igualmente, podemos sumar el rol que están obligados a asumir en la defensa de los recursos naturales y de sus formas de convivencia en los tiempos que vivimos de una aldea global. Los cuales, sin lugar a dudas, ponen en riesgo los entornos y las formas de convivencia locales y regionales.

Tratando de resumir, debemos recordar que el ayuntamiento de Pánuco, una vez más, deberá reconsiderar con ahínco su pasado. Con la meta intrínseca de estar a la altura de estos tiempos de incertidumbre y, finalmente continuar fungiendo como un remanso huasteco. Dentro de un escenario conformado por una serie de elementos que fortalecen cada día su sentido vital; dentro de una vorágine donde sus ejes de supervivencia se han visto reflejados en su río, su mar y naturaleza pródiga. Después de todo, el Ayuntamiento es una figura de control, pero también una institución que se exige para una pacificación, y a su vez, una exigencia para convivir en tiempos del siglo XXI. Donde las ideas de inclusión no están distantes de la diversidad étnica, cultural y religiosa.

Con la colaboración de la maestra Dolores Mota Hernández del Instituto de Antropología UV.


Artículos publicados en la Revista Praxis, Edición Conmemorativa por los 500 años de Pánuco, promovida por la Secretaria de Gobierno de Veracruz.

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Ricardo Corzo Ramírez
Maestro en Ciencias Políticas (Universidad de París VIII, 1976), y doctor en Historia (Univerisdad de Paríz VIII, 1980), tiene además estudios posdoctorales en la Universidad Libre de Berlin, (1986). Es investigador desde 1973 en el Instituto de Investigaciones Histórico Sociales y Docente en diversos programas de licenciatura posgrado en las Facultades del Área Académica de Humanidades y profesor invitado en otras instituciones nacional y extranjeras. Secretario Académico de la Universidad Veracruzana hasta agosto del año 2009 y anteriomente, Director General del área Académica de Humanidades; Director del Instituto de Investigaciones Humanísticas; Jefe del Centro de Estudios Históricos y Director Interino de la Facultad de Socilogía del Universidad Veracruzana. Autor y coautor de libros y ensayos sobre Historia Regional y Política, educativa y cultural de Veracruz.