“Le llevé la selección ya impresa y tanto le gustó la idea, que hasta le puso título en seguida: ‘Que se abra esa puerta’. Seguro más de uno pensará que es la puerta del clóset, como sugiere el poema de Pellicer. Pero, según Carlos, era la puerta de la dignidad”


Marta Lamas
(Monsiváis, C., “Que se abra esa puerta”, 13)

Marta Lamas, Braulio Peralta y Carlos Monsiváis publican a través de la Editorial Paidós Que se abra esa puerta (2010), un libro que recopila los ensayos y crónicas de Carlos Monsiváis en debate feminista, revista dirigida por Marta Lamas desde hace treinta años. Estos ensayos tienen un eje central: la homosexualidad y las luchas sociales por las que las minorías sexuales han atravesado a lo largo de los años en México.

Monsiváis ahonda en la historia y las injusticias arremetidas contra la población gay en México, desde las beligerantes acciones cometidas por la sociedad civil hasta las políticas públicas conservadoras. Se detiene en cada uno de los hitos históricos que de alguna manera evolucionaron la percepción de la homosexualidad, tanto en la población mayoritaria (heterosexual) como aquella con orientaciones divergentes.

El baile de los 41, llamado así por la primera redada contra homosexuales conocida en la historia de México, colinda con la llegada del nuevo siglo, en el mes de Noviembre de 1901. Este acontecimiento se suscitó en una casa de la cuarta calle de la Paz, en el centro de la Ciudad de México. Los vecinos, extrañados al ver bajar de finísimas carrozas a hombres y mujeres con atuendos elegantísimos con extravagantes vestidos afrancesados, decidieron asomarse por uno de aquellos ventanales del sitio en donde se encontraban aquellos llamativos personajes. Lo que vieron al interior, les resultó inédito: una cuantiosa fiesta con hombres ataviados de frac y mujeres elegantísimas que, al ver con atención, se dieron cuenta que no eran mujeres sino hombres con vestidos. Una noche de fiesta en donde los integrantes eran todos masculinos y una sola mujer hasta la fecha desconocida. Inmediatamente se realizó el llamado a los gendarmes. Al llegar la policía, ésta irrumpió violentamente a la casa, los inquilinos de la fiesta se esparcieron rápidamente para escapar de las manos de la gendarmería. 

Esta polémica redada, además de homofóbica, tenía una gran carga clasista, pues los más afectados fueron aquellos que carecían de un escudo social o monetario que les protegiera. Los afortunados, lograron esquivar a los gendarmes y huyeron por oscuras y desoladas calles. En total, atraparon a 42 hombres de todas las edades, clases sociales y ocupaciones, entre ellos, sacerdotes, “lagartijos” y celebridades masculinas de la vida feminoide noctívaga. El personaje más emblemático fue Ignacio de la Torre, esposo de Amada Díaz, es decir, yerno del presidente Porfirio Díaz. Inmediatamente el general Porfirio Díaz dictó que los afeminados encontrados aquella noche no fueron 42, sino 41. De ahí el consabido nombre de El Baile de los 41. Las víctimas más perjudicadas de aquella redada fueron básicamente los pobres y los más afeminados. En julias fueron trasladados aquellos que carecían de poder adquisitivo, de influencias políticas o religiosas, hacia la cárcel de Belén y, posteriormente, al batallón en Yucatán para luchar en la guerrilla contra los mayas de aquel estado, no sin antes haber sido vilipendiados públicamente barriendo las calles y atacados severamente por la prensa con arrojo desmedido. Cabe mencionar que algunas de las ilustraciones periodísticas fueron realizadas por José Guadalupe Posada, haciendo alarde de la burla y el escarnio hacia el mencionado grupo. Así fue la entrada de la homosexualidad en el imaginario colectivo mexicano con la llegada del nuevo siglo. Incluso el número 41 fue considerado un número de mal agüero, el número del infortunio, de la mala suerte que desaparecía de todos lados, de los boletos de lotería y hasta de los cuartos de hotel.

Carlos Monsiváis menciona a personajes históricos que insospechadamente pasaron por la historia de México sin el menor indicio de inclinaciones homosexuales, así sucede con el idilio entre Guillermo Prieto y Anastasio Bustamante, o figuras públicas de reputación contundente en la cinematografía nacional durante la Época de Oro, como el apuesto Enrique Álvarez Félix, hijo de María Félix.

Por otro lado, Monsiváis especifica las cualidades de ciertas agrupaciones del sexo masculino que pululaban en la ciudad a inicios del Siglo XX, hombres que exaltaban el concepto de la preciosidad y la estética acentuada en su cuerpo. Por un lado, el dandi y su elegancia ascética, los lagartijos y su femineidad inalcanzable, los “pollos” y su brillantísima coquetería que es espejismo de galanura y fantasía de seducción.

El término inglés queer,sonoramente se asemeja a la palabra anglosajona weird que, en la traducción al español, es “raro”, siendo entonces “rarito” la traducción al español más próxima de queer.

En su “lógica del ocultamiento”, Monsiváis puntualiza que lo que no se nombra no existe. Esta lógica tan presente en los inicios del Siglo XX, sufre una ruptura con la llegada de los Contemporáneos a la esfera pública: Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia y, principalmente, Salvador Novo, son quienes llegaron a moldear la imagen pública del homosexual mexicano.

Salvador Novo fue una figura esencial en el coming-out en México, dado que su rebeldía materializada en un comportamiento afeminado, audaz, sin tapujos y disidente a los cuatro vientos, explayada en un medio sumamente conservador, hizo de su persona una imagen señalada por escritores, artistas e intelectuales, quienes en muchas ocasiones atacaron a Novo y a los Contemporáneos por su homosexualidad. No obstante, Novo logró defenderse con las herramientas literarias que él mismo forjó: epigramas y poemas satíricos con los que destrozaba a sus contrincantes, mismos de quien previamente había sufrido ataques. Posiblemente los sonetos de esta naturaleza más conocidos hayan sido aquellos dirigidos hacia Diego Rivera, tras pintar un mural burlándose de Antonieta Rivas Mercado y los Contemporáneos, haciendo énfasis en Salvador Novo. Años después, Octavio Paz también suele juzgar a Novo con severidad, a través de injurias, desde su decoroso patíbulo.

Además de los Contemporáneos, existían figuras públicas de la cultura en México. Algunos de ellos, no presumiblemente, también tenían orientaciones pertenecientes a la hoy llamada diversidad sexual. Entre ellos, figuraban Elías Nandino, poeta y médico de los intelectuales; en el terreno de las artes plásticas, Roberto Montenegro, Manuel Rodríguez Lozano, Abraham Ángel, Alfonso Michel, Chucho Reyes Ferreira, Agustín Lazo, Enrique Asúnsolo, por mencionar a algunos.

Monsiváis, indignado por las injusticias cometidas contra homosexuales, cifra números aterradores que denotan la apabullante homofobia estructural, desde 1940, tan arraigada que ni siquiera llegan a reconocerse como crímenes de odio, sino como crímenes pasionales en donde la celotipia juega un papel de eufemismo pudibundo. Y ya en décadas más próximas a la actualidad, un 99% de los homicidios dolosos contra homosexuales, quedan impunes.

El concepto de Camp,

la técnica y el culto por la extravagancia que descubre valores estéticos y sentido del humor en lo inesperado y lo excesivo, en el barroco popular y el culto por la pose (Ibid., 65-66.)

tan estudiado por Susan Sontag, comienza a manifestarse en forma de cuerpo con la irrupción de Novo en la sociedad.

Una tercera escena de la población gay en México es, precisamente, la globalización de la marcha gay, que, a grandes rasgos, tiene como propósito la normalización de las minorías sexuales en el mundo público y privado. En México, la primera marcha gay reconocida tuvo lugar en junio de 1979. En sí, en el año de 1978, durante la décima marcha conmemorativa de la matanza de Tlatelolco en 1968, un pequeño contingente encabezado por Nancy Cárdenas, hizo presencia con carteles de “Orgullo Homosexual”, “Lesbianas Presente” y arengas exclamatorias que hacían notar la presencia de homosexuales en la marcha. Este contingente fue aplaudido igual por obreros que por estudiantes y demás participantes a lo largo de la marcha. Nancy Cárdenas, dramaturga, doctora en Letras, especialista en cine y cultura polaca, poeta y actriz feminista, fungió también un papel fundamental en el activismo gay en México. Polémica por haber mencionado orgullosamente su atracción hacia las mujeres en uno de los programas más vistos en televisión abierta, 24 horas con Jacobo Zabludovsky. Fue la iniciadora del Frente de Liberación Homosexual y junto a Carlos Monsiváis y Luis González de Alba, promovió el Manifiesto de las y los homosexuales, firmado por destacadas personalidades de la cultura como Elena Poniatowska, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco y Vicente Rojo (Encinas 2017). No fue sino hasta junio del año posterior, que la marcha cobró forma con una mayor participación ciudadana de las minorías sexuales.

Afortunadamente, uno de los beneficios de la inclusión de la población gay, ha sido la creciente evaporación del clasismo en estos sectores. Hoy en día la diferenciación de clases en el sector gay no ha desaparecido del todo, pero sí se nota una diferencia palpable en comparación con el siglo pasado. Esto ha sido fruto del activismo LGBTQ+, que ha luchado por la apertura de centros nocturnos y lugares de convivencia en donde se respeta la diversidad sexual. De esta manera, se ha logrado disipar el clasismo en bares, antros y sitios donde se reúnen las diferentes clases sociales aglomeradas con un propósito lúdico y de ligue. O al menos, el clasismo no es tan preponderante como lo era antes.

Monsiváis también es un estudioso de la vida nocturna. Basta mencionar su ávida crónica, relatando hasta los mínimos detalles de los protagonistas de la noche, en especial, de El Catorce, sitio en donde el novedoso sexo en vivo hace presencia a finales del siglo XX. Asimismo, hace una meticulosa descripción de un personaje emblemático relativamente nuevo llamado en la segunda mitad del Siglo XX, el Chacal, que hace referencia al trabajador proletario, el galán popular, el joven masculino de cuerpo atlético forjado a mano dura bajo la luz de un sol imperdonable y con brazos de obrero disciplinado.

Con un lente incisivo, Monsiváis acapara a través de la crónica y el ensayo, una historia breve de las minorías sexuales, en particular, de los hombres, puntualizando las agresiones y desventajas a las que se han enfrentado.

El Fondo de Cultura Económica, recientemente publicó una nueva edición de Que se abra esa puerta, en conmemoración a su décimo aniversario luctuoso. Es una fuente obligada para los interesados en la historia de la población LGBTQ+ en México.


Citas

1 Hombres afeminados que rondaban en la otrora calle de Plateros, hoy Madero, en la Ciudad de México.

Obras citadas

Encinas, Rafael. Youtube. 17 de Noviembre de 2017. https://www.youtube.com/watch?v=4LExEv0xvuU (último acceso: 25 de Mayo de 2020).

Monsiváis, Carlos. Que se abra esa puerta. Ciudad de México: Paidós, 2010.

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Toluca, Estado de México (1994). Escribe poesía, cuento, microrrelato, ensayo y reseña, Fotógrafo autodidacta. Licenciado en Psicología por la UAEM. Ha publicado en las revistas Replicante, La Lengua de Sor Juana y La libreta de Irma. Asistió a talleres literarios con Alberto Chimal, Rosa Nissán y Jorge Humberto Chávez. Fue entrevistado para la extensión del documental sobre Guadalupe (Pita) Amor: Señora de la Tinta Americana (TV UNAM), ese mismo año participó en la recitación de poemas durante el Natalicio de Guadalupe Amor en el Teatro María Tereza Montoya, en la Ciudad de México. En 2018 publicó poemas y fotografías en revistas locales. En 2015 realizó su primera exposición fotográfica individual, México Seductor, en la UAEM. Su segunda exposición fotográfica, titulada Anacronismo de la Cotidianidad, fue realizada en 2017 en el espacio cultural Casa de las Diligencias ubicada en Toluca, Estado de México. De 2016 a 2017 impartió la asignatura de Historia del Arte a nivel básico con enfoque de género.