Hoy, 11 de febrero de 2022, te recordamos, Antonieta, porque tu vida y tu obra nos siguen alumbrando en la lucha por la igualdad de género, la necesidad urgente de educar a la mujer, el combate en pro de la democracia y de la creatividad despojada de “falsos silogismos de colores”, como diría tu par, Sor Juana Inés de la Cruz. Combatiste, como la monja jerónima, la misoginia y todas las leyes patriarcales que nos subyugan, y peleaste como Juana de Arco por liberar a México de la autocracia, la corrupción y el nepotismo.

            Te cedemos la palabra, Antonieta, habla nuevamente con tu voz valiente y cristalina, la que calló en Nortre-Dame el 11 de febrero de 1931, forzada por las circunstancias, pero que continúa más viva que nunca, porque tu legado, fincado en la autenticidad, nos alimenta.

            Reproducimos algunos de tus escritos para celebrar y difundir tu beligerancia.


La mujer mexicana (1929) (Segmento)

Antonieta Rivas Mercado

En general, se conceptúa a la mujer en México buena. De los hombres se dice, con una sonrisa benigna, que son una calamidad. Pero de la mujer, que es buena, muy buena. Extraño concepto de la virtud femenina que consiste en un “no hacer”. Podría indicarse que para no hacer es preciso ser de alguna manera. Cabe la duda de que dicha virtud sea un fruto del temor, más que un producto espontáneo. Porque salta a la vista que la pasividad femenina sirve de socio a la licencia masculina. Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa y, lo que es peor, aceptando ellas serlo. Sin vida propia, dependiendo del hombre, le siguen en la vida, no como compañeras, sino sujetas a su voluntad y vendidas a su capricho. Incapaces de erigirse en entidades conscientes, toleran cuanto del hombre venga. El resultado es que éste no estima ni respeta a la mujer y que ella se conforma, refugiándose en lo que han llamado su bondad. Pero ya es tiempo de decirles que se trata de un poco de éter o cloroformo sentimental que el hombre les ha estado dando. Si la bondad de la mujer no hubiera sido una ilusión piadosa, se reflejaría en sus hijos, en sus maridos, en todos aquellos hombres accesibles a su influencia. (…)

            El cultivo de la mujer será el exorcismo que la limpie de su “bondad pasiva”, provocando reacciones que hagan cesar en México la repetición de un siglo de historia como el que contamos desde nuestra independencia.


La campaña de Vasconcelos (1931) (Segmento)    

Antonieta Rivas Mercado  

El año de 1928 había comenzado. En la límpida meseta mexicana, cuya transparencia ha cantado el poeta, el eco de los acontecimientos políticos se apagaba en la insensibilidad, negligencia y desencanto a la vez de la gran mayoría. Tanto intento de revolución frustrada, tanto seudo-revolucionario entronizado había hecho perder el hilo de la esperanza; la confusión reinaba, traduciéndose en la decepción de la gente de buena fe, en el recrudecimiento de hostilidad de los conservadores que sufrían persecución, en la docilidad ejemplar de los radicales satisfechos del gobierno “callista” que estaba adoptando las medidas necesarias para instalar una dictadura pretoriana.

            Plutarco Elías Calles había surgido en el horizonte político como un oscuro protegido de Obregón, núcleo hermético. En 1920 caía el presidente Venustiano Carranza, culpable, como otras tantas primeras figuras de la revolución de 1910, de haberla traicionado, desvirtuándola.  Álvaro Obregón, el caudillo triunfante, nombró a Adolfo de la Huerta jefe del gobierno provisional, mientras que él asumía el mando un medio año después. Un cuatrienio más tarde, en el momento de abandonar el poder, imponía el vencedor de Pancho Villa como sucesor inmediato a Calles, su ministro de Gobernación.

            En 1928, el presidente impuesto a la República Mexicana estaba por terminar su periodo.  El balance general de su gestión era, a grandes rasgos, el siguiente: dos asonadas militares ahogadas en sangre y una rebelión persistente, la católica, que desgarraba y anemiaba al país.  Fruto de la aplicación de leyes arbitrarias, la persecución sistemática a los católicos, provocada por una reglamentación absurda, había lanzado al despeñadero de la revuelta a millares de mexicanos en defensa de la libertad de creencias. La nación atormentada, empobrecida, estaba dispuesta a aceptar, a cambio de su tranquilidad, el yugo que fuera menester. 

Juana de Arco

            Cuando el general Obregón entregó a su continuador la presidencia, conocíalo perverso, pero lo hizo con el propósito deliberado de asegurar su propia reelección.Hombres sin principios, levantados en la cresta del movimiento profundo de un pueblo que busca su camino, mareados por el mando supremo, no tienen más preocupación que afianzar el mal habido bien, rematando, uno a uno, los postulados revolucionarios de la masa cuya fuerza les hizo ascender: basura que el viento levantó. El general mexicano, verdadero tipo de jefe de banda, acostumbró hacerse de fondos con el sistema de préstamos forzosos con que estrangulaba las ciudades ocupadas. Siguiendo esa extraña usanza, siendo jefe de Estado, el señor Obregón había transferido su campo de operaciones a las instituciones bancarias. Su deuda con el Agrícola y Nacional de México ascendía a varios millones de pesos. Ese dinero, que fue votado, o por lo menos así se dijo, con objeto de aliviar la situación dificilísima del país arruinado, apenas le había permitido representar el papel de pequeño millonario entre las grandes fortunas de Los Ángeles (California). Tragicomedia mexicana. La deuda del presidente, contraída en el secreto de los poderes especiales, hace imperativo el continuismo. La misión de Calles consistía, ya lo hemos dicho, en responder a título de gran Fiador Oficial, de una reelección vedada por la Constitución. En efecto, el artículo 83 encerraba este anhelo clarividente del pueblo que fue a la lucha en 1910: la renovación periódica del cuerpo directivo de la nación, el principio de la “no-reelección”, a un tiempo lema de combate y adquisición sangrienta. Para que Obregón ascendiera nuevamente al puesto que aspiraba, era preciso tachar la Constitución. Calles estaba para eso: para legalizar la fachada. A una seña suya, la gangrena viva que son los diputados se apresuró, con una genuflexión, a satisfacer el mandato del amo. Y el país confuso, desorientado por la sucesión de brotes rebeldes sin bandera revolucionaria, agotado por el conflicto religioso, lastimosamente hastiado por tan larga vigilia, anhelando tan sólo paz para poder vivir, vio perderse el veto que había conquistado para poner coto al entronizamiento de castas predominantes, la “no-reelección”. Y es que ante el régimen callista que había provocado la persecución religiosa, intensificando la emigración a los Estados Unidos del Norte (52, 000 trabajadores al año, de 1924 a 1928, dato del Departamento de Emigración norteamericano), entregado la educación pública en manos de protestantes extranjerizantes, el futuro régimen obregonista resultaba promesa de alivio. 

            La situación imperante en México era de confusión. País que al romper los viejos moldes, sin tener aún los nuevos en qué verter su contenido vital,  parece haberse contentado con regar sus propias entrañas por la tierra, girando, como ciega mula de noria, en un círculo vicioso.  Esa perturbación es la que ha hecho posible que se burle sistemáticamente el derecho, se pisotee la ley, se disfrace el bandido de socialista o estadista, careta con la cual sale al exterior.  Así, bajo el peso de idéntica persecución, un instante se llegaron a sentir hermanos el liberal y el conservador; confusión, elemento ambiente en 1928. Y subrayándolo todo, con una mortecina línea opaca, el desencanto de la masa traicionada. 

            La farsa de las elecciones democráticas es, en el mundo entero, demasiado conocida para que precise insistir. México da en América la nota sangrienta y, en semejantes ocasiones, no desmerece. Acaba de ocurrir el asesinato de los contrincantes del candidato oficial: Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez. Una de tantas páginas bochornosas de la historia de un país lamentable. Aterrorizada la gente veía el desfile desvergonzado del superviviente, quien con el fausto de un cortejo real hacía una gira de propaganda “democrática” sufragada con el dinero de las arcas públicas, pantomima que los pretorianos se creen obligados a representar. Los parásitos en torno del futuro magistrado cantaban ya el “Hosanna”; la dictadura despuntaba bien enclavada; todos, ya por una, ya por otra razón, contaban con futuros años de quietud servil. Los católicos, por estar en tratos con el candidato pre-electo para el arreglo del conflicto religioso; el capital extranjero, por tenerle bien cogido en sus mallas; sus partidarios por las canonjías; el pueblo, por su gran fatiga, esperaba una era de abundancia. Los únicos que con ese arreglo nada tenían que ganar y sí todo que perder, eran Plutarco Elías Calles y los suyos.


Bibliografía selecta

  • Acosta Gamas, Tayde. Antonieta Rivas Mercado. Obras. “Recopilación, presentación, cronología, notas y apéndices” de Tayde Acosta Gamas. México: Siglo XXI Editores-Secretaría de Cultura, 2018. Tomo I (Cuento, teatro, ensayo, prosa varia, traducción, novela y crónica). Tomo II (Diario, epistolario y apéndices).
  • Blair, Kathryn S. A la sombra del Ángel. México: Editorial Patria, 1995.
  • _____. A la sombra del Ángel. México: Suma de Letras-Santillana Ediciones, 2009.
  • _____. A la sombra del Ángel. México: Planeta, 2018.
  • Bradu, Fabienne. Antonieta. México: Fondo de Cultura Económica, 1991.
  • Rivas Mercado, Antonieta. Cartas a Manuel Rodríguez Lozano (1927-1930). Edición de Isaac Rojas Rosillo. México: SEP-SepSetentas, 1975.
  • Rivas Mercado, María Antonieta. 87 cartas de amor y otros papeles. “Correspondencia y escritos ordenados, revisados y anotados” por Isaac Rojas Rosillo. Xalapa: Universidad Veracruzana, 1980.
  • Rivas Mercado, Antonieta. Diario de Burdeos. Edición crítica. México: Universidad Autónoma del Estado de México-Siglo XXI Editores, 2014. Tomos 1 y 2; 1a reimp., un tomo, 2019.
  • Schneider, Luis Mario. Obras completas de Antonieta Rivas Mercado. México: Editorial Oasis-SEP, Lecturas Mexicanas, 1987.
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Patricia Rosas Lopátegui
Nació en Tuxpan, Veracruz (1954). Actualmente es profesora de literatura mexicana en Chicana y Chicano Studies (CCS), en la Universidad de Nuevo México (UNM). Ha publicado la biografía de Elena Garro en tres volúmenes: Yo sólo soy memoria. Biografía visual de Elena Garro (Ediciones Castillo, 1999); Testimonios sobre Elena Garro. Biografía exclusiva y autorizada de Elena Garro (Ediciones Castillo, 2002) y El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica (Editorial Porrúa, 2005). Compiladora y autora de Yo quiero que haya mundo... Elena Garro 50 años de dramaturgia (Editorial Porrúa, 2008); coordinadora y autora de la “Introducción” de Elena Garro. Obras reunidas II. Teatro (FCE, 2009); coordinadora y autora de la “Advertencia” de Elena Garro. Obras reunidas III. Novelas (FCE, 2010). Asimismo compiladora y autora de dos antologías: Transgresión femenina. Estudios sobre quince escritoras mexicanas (1900-1946) (Floricanto Press, 2010) y de Óyeme con los ojos. De Sor Juana al siglo XXI. 21 escritoras mexicanas revolucionarias (UANL, 2010, 2 vols.). Como parte de su labor para recuperar a escritoras mexicanas rezagadas ha publicado Nahui Olin: sin principio ni fin: Vida, obra y varia invención, en donde se reúne la obra poética de Carmen Mondragón (UANL, 2011), y las Obras completas de Guadalupe Dueñas que contiene los trabajos publicados e inéditos de la autora jaliscience (FCE, 2017). Publicó la segunda edición aumentada de El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica, un significativo volumen de 1090 páginas, con un acervo fotográfico de 100 imágenes, que recogen los artículos, entrevistas y reportajes de Elena Garro (UANL, 2014). Para celebrar el centenario del nacimiento de Elena Garro (1916-2016) dio a conocer su poesía en Cristales de tiempo. Poemas inéditos de Elena Garro (UANL, 2016). Dos años más tarde, La Moderna, editorial con sede en Cáceres, Extremadura, publicó Cristales de tiempo en España. También es autora y compiladora de Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos (Editorial Gedisa, 2020, 2 vols.). Su interés por reconocer las innovaciones de diez escritoras mexicanas del siglo XX, la llevó a conformar la serie Insurrectas. De esta colección ya se encuentran en librerías Nahui Olin. El volcán que nunca se apaga y Antonieta Rivas Mercado. Torbellino de voluntades (Editorial Gedisa, 2022).