Alejandro Basáñez
¿Quién eres?
Dibujante de punta de plata, traficante de formas humanas, soñador. Hombre despierto. Belleza transformada en violencia, en línea del tiempo, en cuerpos desnudos que dialogan. Desde mi ignorancia, que no distingue el trazo de la mancha, tu vida se me figura como un acto de entrega.
Estabas fuera de ti para poder estar en el mundo. Penetrabas en el ser íntimo de todo aquello que tocabas. Como diría Chimalpahin, al escribir pintabas letras. Así dibujabas, llenando de conciencia tus esbozos. Como Velasco, sabías lo que contenía cada nube, cada nopal, cada colibrí antes de plasmarlos. Porque para retratar algo, hace falta conocerlo por dentro. Sólo así se transmite su esencia.
No tuve la fortuna de conocerte, pero me dicen que fuiste cercano a Brancusi. Que junto con Vlady, Alberto Gironella y Enrique Echeverría fundaste la Galería Prisse. Que contribuiste a inspirar el movimiento de ruptura con el arte nacionalista.
Decías, como Gabriel Figueroa, que México no era un país de colores, sino de blanco y negro. Ahora entiendo que te gustaba más la estética japonesa y te inspiraste probablemente en las acuarelas eróticas de Utamaro y en las tintas de los budistas Josetsu y Sesshu Toyo. Fuiste amigo de grandes bailarines: José Limón, Ana Sokolow, Waldeen, Guillermina Bravo, Gladiola Orozco, Michel Descombey. Así como de poetas: José Revueltas, Efraín Huerta, Juan José Arreola, Emilio Carballido, José Emilio Pacheco, Héctor García. Sé que transgrediste los estereotipos de la identidad y de la forma para captar por igual la belleza de hombres y mujeres. Que te forzaste a mirar, a memorizar con los dedos todo aquello que tocabas antes de trazarlo. Que eras una persona limpia y ordenada.
Como dijo Raquel Tibol, que ordenabas la conciencia en la forma. Pero para dibujar con argento debiste someterte a grandes sacrificios. Quisiste rescatar una técnica perdida, debiendo tratar los cartones con una capa mordiente de blanco de China: mezcla de caseína, cal y carbonato de amonio. O bien, mandarlo traer de Nueva York, pues en México ese papel no se conseguía. El estilete metálico dejaba entonces una tenue huella de bromuro que se ennegrecía al contacto con el aire mientras tú pasabas horas al interior de las jaulas de focas y rinocerontes, siendo blanco en ocasiones de sus travesuras y enojos.
Tú creaste tus propias puntas de alambre de plata mexicano y ocasionalmente usaste otros metales, como oro y cobre, que dejan huellas de distintos colores y tonalidades. Pero a pesar de ser tan sensible, tu carácter no te permitió ser afectivo y se abrió una enorme distancia entre tú y tus hijos. Hoy está perdida la mayoría de tu obra. No querías intimidad; ni te preocupabas mucho por vender. Tú lo que querías era dibujar.
Poema para Héctor Xavier
Hacer y deshacer: reconstruir.
Ver bailar a una mujer feliz: representar.
Dejar caer, dejar pasar: desbaratar.
Traer y retraer: desconocer.
Dejar salir la luz: especular.
Asomarse entre rendijas: entrever.
Dejar que el corazón se inflame: censurar.
Hacer la plática amena: ignorar.
Perder el sueño por alguien: retroceder.
Sentir pasión, sentir vacío: caminar.
Dejar pasar la vida: olvidar.
La noche eterna nos susurra,
verdades que no queremos oír,
nos recita salmos bajo la luz de una farola,
nos intenta prevenir.
Las voces se acercan, vagas,
pero el oído es sordo,
nuestra duda las aleja.
Seguimos en el juego del éxito,
envueltos en el ruido de nuestras certidumbres.
Mejor habría que dibujar,
como Héctor Xavier,
sobre papel tratado, con punta de plata:
con el estilete de nuestra atención
fijo en las señales del sustrato.
Héctor Xavier (Hernández Gallegos) fue un dibujante nacido en Tuxpan, Veracruz en diciembre de 1921 y fallecido el 3 de julio 1994 a la edad de 72 años. Vivió en esta ciudad sólo hasta la edad de 17. Hijo de Vicente Hernández Cardenete y Tula Gallegos Viñas, tuvo una única hermana de nombre Mimi. Gracias, Dabi Xavier, por tu amistad y los recuerdos de tu padre. Agradecería contactar a esta revista en caso de conocer a alguien que pueda aportar mayor información sobre la vida del artista. Nos gustaría organizar una exposición de su obra en esta ciudad.