La filosofía del Poohismo


Piglet : “¿ Cómo deletreas amor ?” Pooh: “no lo deletreas, lo sientes”


Winnie the Pooh es un personaje creado en 1926 por el autor inglés A.A. Milne e ilustrador E.H. Shepard. En 1961, Disney compró los derechos de la historia y la adaptó para una película que eventualmente se convirtió en una exitosa serie.

Pooh es inocente, lento de ingenio, generoso, firme y muy amigable. Aunque sus amigos están de acuerdo en que tiene un cerebro muy pequeño, en ocasiones tiene ideas muy inteligentes generadas por su sentido común.

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Meses atrás, mientras veía la película de Winnie the Pooh (2011), me surgió la duda de en qué tipo de filosofía se basaba este adorable personaje. Sus preguntas y respuestas tienen una profundidad filosófica tan simple, que generalmente ni cuenta nos damos. La Dra. Catherine McCall, filósofa y embajadora de la Philosophy Foundation, ha desarrollado una teoría para determinar su tipo de filosofía única y cree que Pooh se ha ganado un lugar entre los filósofos más importantes de la historia. “El Poohismo encapsula el pensamiento de muchos filósofos de la manera más hermosa, clara y memorable a través de dichos que han inspirado a hijos y padres por generaciones”. Dijo también para una entrevista en el 2016 que Pooh nos enseña “cómo vivir una buena vida”.

La filosofía que se acerca más a lo que este personaje muestra es el taoísmo, también conocido como daoismo. Una filosofía china atribuida a Lao Tse que sigue el camino de aceptarse a uno mismo, vivir la vida, descubrir quiénes somos y aceptar las contradicciones para así poder tener paz.

En el libro El Tao de Pooh, Benjamin Hoff usa a este personaje para ilustrar los principios básicos de la doctrina china. En el capítulo llamado “El camino de Pooh”, habla del elemento que caracteriza al taoismo, mismo que caracteriza a Winnie the Pooh en acción: el principio del Wei Wu Wei, que literalmente significa “hacer sin hacer”.

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El Tao no fuerza ni interfiere con las cosas, deja que pasen y se produzcan resultados de manera natural. Después de eso, lo que se tenga que hacer se hace.

Por ejemplo: Piglet con mucho esfuerzo está tratando de abrir un tarro y le pide ayuda a Pooh. Este, después de unos intentos, lo abre sin problema y Tigger le pregunta cómo le hizo. Pooh le contesta “solo tienes que girar la tapa así, hasta que no puedas girarla más. Después respiras profundamente y mientras exhalas, giras más. Eso es todo”. “Déjame intentarlo! ¿Dónde está el tarro nuevo de pepinillos?” dijo Tigger. Piglet muy nervioso le contesto “yo creo que mejor no…” Tiger insistió: “¡Nada, nada, sólo giro y… (CRASH) se me resbalo de la pata” dijo arrepentido. Pooh contestó: “usó demasiada fuerza”.

El Tao dice que cuando forzamos las cosas, no funcionan. Traten de hacer algo tensos y no saldrá bien. El mejor ejemplo es la recomendación que se da cuando nos atrapa una corriente en el mar y no nos deja salir.  Mantener la calma, dejar que el remolino nos arrastre y, una vez afuera de la corriente, saldremos a flote y podremos nadar de regreso hasta la orilla. Si usamos toda nuestra fuerza para nadar, nos quedaremos atrapados en el remolino y no podremos salir. Así es el consejo del Tao y del Poohismo para la vida.

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Cuando se trabaja con el Poohismo las cosas pueden ponerse difíciles, pero al final funcionan. Al menos así es cuando las dejamos ser. Y como dice Benjamin  Hoff en su libro “y cuando mires en retrospectiva dirás: ¡Oh, ahora entiendo! Esto tenía que pasar para que eso otro pudiera pasar… Entonces te darás cuenta de que, aunque hubieras intentado que todo saliera perfecto, no lo habrías conseguido, y si te hubieras esforzado demasiado, habrías causado un desastre”.

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No estoy tratando de pregonar sobre el taoísmo, sino mostrar cómo hasta una caricatura tiene la suficiente profundidad para ser considerada la obra de un pacifista iluminado que acepta al mundo como es en la forma de un oso feliz y afortunado que disfruta las pequeñas cosas de la vida que no puede cambiar.

Todos podríamos aprender a disfrutar más los momentos como Pooh: a saborear la miel, ir en busca de aventuras, reír con amigos. Las palabras de este osito pueden parecer muy simples, pero tal vez le damos demasiada importancia a las palabras rebuscadas cuando en realidad lo que necesitamos en la vida son pequeñas alegrías.

Como menciona Hoff en su libro: “uno a veces tiene la impresión de que esas palabras intimidantes que usan los académicos están ahí para evitar que las entendamos. De esa manera, los académicos pueden parecer superiores, y no podremos sospechar que no saben algo… Pero ¿no es acaso el conocimiento que viene de la experiencia más importante que el conocimiento que no la tiene? Parece muy obvio para algunos de nosotros que los académicos necesitan salir más y oler un poco el mundo, caminar por el pasto, hablar con los animales, ese tipo de cosas.”

Para marcar el 90 aniversario de la primera publicación de A.A. Milne de Winnie the Pooh en 2016, Disney creó una banca que llamó “un lugar para pensar”, la cual tenía una estatua de Winnie the Pooh que hablaba y que fue llevada de gira por Inglaterra, Europa y Estados Unidos en 2017. Esta banca permitía que la gente se sentara, pensara y reflexionara sobre las palabras sabias de Winnie the Pooh, como: “Los ríos saben esto: no hay prisa, llegaremos allá algún día”.

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