La joven de Amajac: Historia de una efigie

Gordon Frederick Ekholm, a quien debemos los pasos a seguir para los descubrimientos que ya son historia debe sentirse gratificado. Sus notas sobre Tuxpan y Tabuco son el antecedente de los sucesos de hoy.

Circula una foto de 1947 de Gordon Frederick Ekholm en las excavaciones de Tabuco, el asentamiento prehispánico de Tuxpan,  a un lado del río que atraviesa el último puerto del norte de Veracruz, hasta su salida al mar. Vestido de guayabera manga corta, zapato cómodo y pantalón plisado de la época, el antropólogo nacido en Estados Unidos vino a México para estudiar la cultura indígena. Conocía ritos, leyendas y vida de la costa norte del Golfo de México. Dio a conocer en 1976 sus “Notas Arqueológicas sobre el Valle de Tuxpan y áreas circunvecinas”, en donde escribe que a lo largo del río también llamado Pantepec existían vestigios de la antigua cultura huasteca. Vestigios que nunca fueron estudiados, por cuestiones de presupuesto gubernamental. Ekholm murió en 1987. Ya no pudo ver a la Joven de Amajac que descubrió el aldeano César Cabrera, el primero de enero del 2021.

Gordon Frederick Ekholm
Gordon Frederick Ekholm

Amanecía en el Municipio de Álamo Temapache. Poco a poco llegaba la familia de Cabrera para festejar la llegada del año nuevo. Platicaban y se contaban chistes alegremente, con café y pan de la región, mientras los niños jugaban con canicas, o a la matatena, las niñas. César contaba que se había topado hace unos días con una “piedra gigante”. Iban a sembrar una hortaliza y al dar las “pasadas de arrastre” con el azadón se encontraron con el monolito alargado que les causó curiosidad. Las piedras de los campos no son tan grandes…Los familiares reunidos acordaron ir al lugar y sacar –con un tractor, unas poleas y unas bandas–, la roca escondida bajo tierra, y ver de qué se trataba. No era cualquier sustancia mineral de esas que se encuentran en las parcelas donde mayoritariamente se siembran naranjales. Conforme iban jalando con el tractor observaron que de un lado parecía una roca enorme, pero común y corriente. Pero al levantarla, por el otro lado daba la apariencia de una mujer: era una figura esculpida. Ellos mismos la desenterraron y la limpiaron con cuidado: era del sexo femenino, por sus pechos, blusa y vestido, y con los ojos abiertos. Era una obra antigua, de origen prehispánico. No dudaron en avisar a las autoridades.

La arqueóloga María Eugenia Maldonado nos dice en un documental del Instituto Nacional de Antropología e Historia que, avisados del descubrimiento fueron al lugar tres días después. Ekholm hizo recorridos a lo largo aluvial del río Tuxpan y se percató de sitios arqueológicos que no han sido intervenidos hasta hoy, salvo Tabuco. No se sabe dónde empieza un sitio y dónde termina otro, porque la cantidad de material en superficies es mucha…la mancha urbana creció por encima de espacios prehispánicos que se asentaron entre 1450 a 1521. Con la Joven de Amajac ahora los trabajadores del INAH regresan a la región. Esperemos sea más constante y acaso descubramos una historia de las culturas huastecas que apenas empieza a resurgir su pasado.

La Joven de Amajac se creía era una deidad. No. Es una mujer de características únicas en su sentido estético. Dice Maldonado: “los ojos como cuencas en realidad tenían pedazos de conchas y es posible que obsidiana, para resaltar los ojos abiertos, no cerrados, como en otros casos de piezas encontradas por estos lugares. Esta es una obra relevante. En el mundo prehispánico no existía la heredad de un trono exclusivo para hombres. Si el monarca tenía solo mujeres como herederas, ellas podrían ocupar el trono o el gobierno a la muerte del rey. La Joven de Amajac es una mujer de élite: la blusa en su cuerpo, el esplendoroso tocado en la cabeza, el oyohualli (o caracol marino), la hacen una gobernante de rango superior…”

Hoy –apenas el domingo 23 de julio–, en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, en la antigua Glorieta de Colón –hoy “glorieta de las mujeres que luchan”–, de frente se encuentra una réplica de la figura de la Joven de Amajac, un símbolo prehispánico antes de la llegada de los españoles. Una decisión del gobierno de la Ciudad de México junto con el gobierno de Veracruz, a pesar del rechazo de feministas a fin de que no les arrebaten su rotonda. Por eso se decidió ponerla de frente al antiguo monumento a Colón, sin alterar el derecho de las mujeres. El que ocupe la principal arteria del país es un orgullo para la cultura huasteca que dominó a lo largo de la costa del Golfo de México, especialmente a los alrededores del río Tuxpan.

La pieza original sigue en el mismo lugar donde la efigie fue descubierta en el Municipio de Álamo Temapache. El INAH no la expropió. La pieza original la resguarda la gente que la cuida con celo, con permiso oficial. Como explica su custodio, César Cabrera: “da coraje que otras personas del extranjero usurpen lo que es nuestra identidad. Son parte de nuestra historia. Es triste saber como nuestro arte prehispánico se vende fuera del país sin que nadie haga nada por ello”.

Gordon Frederick Ekholm, a quien debemos los pasos a seguir para los descubrimientos que ya son historia debe sentirse gratificado. Sus notas sobre Tuxpan y Tabuco son el antecedente de los sucesos de hoy.   

File:Gordon F. Ekholm.jpg - Wikimedia Commons
Gordon Frederick Ekholm
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Estudió las carreras de Periodismo y Literatura, en la UNAM, e Historia del Arte en el Museo del Prado, en Madrid, España. Ha trabajado por alrededor de 40 años el periodismo cultural, por el que ha obtenido algunos premios, entre ellos: “El Gallo Pitagórico”, en el marco del Festival Internacional Cervantino, en 1981. El “Homenaje de Premio Nacional de Periodismo Cultural ‘Fernando Benítez’”, en 2003, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El Nacional de Testimonio Chihuahua, en 2005. Y un premio internacional: Pen Club a la “excelencia periodística”, en 2011, por sus artículos sobre los derechos humanos de las minorías. Fue director editorial de Random House Mondadori y editor del Grupo Editorial Planeta. Ha publicado los libros: De un mundo raro (editorial Conaculta, 1998). El poeta en su tierra. Diálogos con Octavio Paz (1998). El clóset de cristal (2016) y Otros nombres del arcoíris (2017) . Es coautor de varios libros colectivos y otro tanto de antologías. No ha renunciado a su oficio desde que empezó a escribir en los diarios, primero el Unomásuno, y después como fundador del diario La Jornada. Escribe actualmente en el diario Milenio y en la revista Praxis, que se edita en Tuxpan, Veracruz, donde nació un 26 de noviembre de 1953. Puedes contactarlo a su email: juanamoza@gmail.com