Hablar del Reino Unido es hablar de la monarquía más importante de Occidente y de su figura clave: la Reina Isabel II, quien es parte inalienable del poder suave británico junto con figuras de la cultura popular como The Beatles, Harry Potter o James Bond. El fallecimiento de la monarca deja un vacío que será difícil de llenar.


El 8 de septiembre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte fue el epicentro de la noticia con mayor cobertura a nivel internacional durante la jornada. Las miradas del mundo estaban puestas en las notas y las transmisiones sobre el delicado estado de salud de Isabel II, monarca del reino desde 1952. Poco después de las 18:30 hrs. (tiempo de Londres) el presentador Huw Edwards, de la cadena nacional británica BBC, anunció que el Palacio de Buckingham emitió un comunicado en el que confirmaba el fallecimiento de la reina en el Castillo de Balmoral, ubicado en Escocia. La noticia generó reacciones y sentimientos a lo largo y ancho del planeta, mayoritariamente de luto, empatía y solidaridad, incluso entre las fuerzas republicanas del Reino Unido; era difícil asimilar que Su Majestad había muerto.

Mucho se ha escrito en días recientes y se continuará escribiendo en torno al deceso de Isabel II, pues el hecho trastoca prácticamente todos los ámbitos de la sociedad británica y tiene grandes implicaciones tanto en lo local como en lo internacional para el Reino Unido. El presente texto aborda brevemente uno de los múltiples aspectos que pueden analizarse respecto a la reina: su figura desde la perspectiva del poder suave y la cultura popular.

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En el ámbito de las Relaciones Internacionales, el término “poder suave”, acuñado por el académico estadounidense Joseph S. Nye Jr. en 1990, alude a la capacidad de influir en las preferencias de otros a través de la atracción. De acuerdo con el autor, el poder suave de un país reside básicamente en tres recursos: su cultura, sus valores políticos y su política exterior, elementos que resultan imposibles de disociar de la reina Isabel II en tanto que las funciones, actividades y actitudes de la monarca han sido en distintos momentos de su vida exponentes por excelencia del poder suave británico, uno de los mayores en el mundo.

Tanto el Índice Global de Poder Suave 2022 desarrollado por Brandirectory como el más reciente informe Poder Suave 30 elaborado por la empresa Portland y el Centro de Diplomacia Pública de la Universidad de California, colocan al Reino Unido como la segunda nación mejor evaluada a nivel mundial en dicha área debido a, entre otros factores, su alta calidad educativa, la destacada labor de instituciones como el Consejo Británico y la BBC, y la atracción de su cultura popular gracias a cantantes como Ed Sheeran, personajes como Harry Potter o el nivel competitivo de la Liga Premier -la cual determinó posponer los partidos previstos a llevarse a cabo el 10 y 11 de septiembre como señal de respeto a la reina, al igual que otros deportes como el golf y el cricket-.

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Isabel II, acaecida a los 96 años de edad, es una figura relevante del poder suave británico pues como cabeza del Estado y símbolo de unidad nacional supo bien cómo ganarse los corazones y las mentes -clave en términos del poder suave- de la sociedad británica y de la población allende las fronteras del reino -el grupo de análisis y datos de investigación YouGov registra un nivel de popularidad de la reina de 75 % al segundo trimestre del presente año-, además de que ha sido un referente en distintas obras y acciones de la cultura popular.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, éste último término se define como el conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y efectivos que caracterizan a una sociedad o grupo social. Dichos rasgos comprenden manifestaciones como la alta cultura y la cultura popular, dirigida al entretenimiento de las mayorías. Al pensar en la cultura británica es difícil no concebir platillos como fish and chips, lugares como las tradicionales tabernas, mitos como el de «Jack el Destripador», historias como el Cuento de Navidad de Charles Dickens, o artistas como The Beatles.

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Precisamente el cuarteto de Liverpool es una de las agrupaciones que han referenciado de manera positiva a la reina, principalmente mediante el tema “Her Majesty”, escrito por Paul McCartney, y en menor medida en canciones como “Penny Lane” y “For You Blue”. Por otra parte, el artista plástico estadounidense Andy Warhol elaboró a mediados de la década de los 80’s láminas policromáticas con la imagen de la monarca, de manera similar a como Warhol había representado a celebridades como Marilyn Monroe o Elvis Presley. Cuatro de las láminas fueron adquiridas por la Casa Real en 2012. Asimismo, la importancia del legado personal e institucional de Isabel II se puede observar en materiales audiovisuales como la película “La Reina” (2006) o la serie “La Corona”, producida por Netflix, que cuenta con cuatro temporadas y, a la fecha, es una de las producciones más costosas realizadas por la plataforma. El programa ha permitido a las nuevas generaciones conocer los conflictos familiares, así como las dificultades que ha enfrentado la monarca a lo largo de su vida y, al mismo tiempo, ha reafirmado a la gobernante como uno de los íconos más importantes de la cultura británica.

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A lo largo de su reinado de 70 años y 214 días, el más duradero en la monarquía más importante de Occidente, Isabel II ejerció sus labores con maestría no solo en lo que respecta a cuestiones políticas en coordinación con 16 primeros ministros -desde Winston Churchill hasta la recién nombrada Liz Truss, pasando por funcionarios tan relevantes como Margaret Thatcher, Tony Blair, Theresa May y Boris Johnson-, sino también en lo referente a su imagen como figura central de la identidad y la unidad británicas, siempre adaptándose a las características y retos de cada época. Así, no obstante el paso de los años y el cambio de los tiempos, lo mismo en las portadas de Newsweek (1929), Time (1947, 1952) o Life (1952), o más recientemente en redes sociales, la reina siempre proyectó la imagen positiva de los más altos valores locales y globales, así como su prestigio, legitimidad y autoridad moral; factores fundamentales en el poder suave.

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Daniel Craig, actor de James Bond con Reina Isabel II

Una de las muestras más memorables y contundentes del poder suave británico en su esplendor fue la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012, con música de artistas como Eric Clapton, Sex Pistols, Led Zeppelin, The Rolling Stones, Queen, Pink Floyd y Radiohead, entre otros. Durante la ceremonia de inauguración se trasmitió un videoclip protagonizado por el actor Daniel Craig interpretando el papel del agente secreto James Bond -personaje que, por cierto, desde ese año cuenta con su propio día mundial cada 5 de octubre- y la reina Isabel II. La grabación muestra al agente entrando al palacio real para escoltar a la monarca a un helicóptero en el que ambos sobrevuelan Londres y posteriormente simulan un salto en paracaídas sobre las instalaciones del Estadio Olímpico. Durante la trayectoria entre ambos edificios, los pasajeros de la aeronave reciben saludos de la población e incluso de una estatua erigida en honor del primer ministro Winston Churchill. El video fue recibido con gran entusiasmo por la audiencia global, pues no todos los días se ve a la reina en una misión con el agente más famoso del Servicio de Inteligencia Secreto – MI6.

De igual forma, durante su Jubileo de Platino en junio pasado, la reina sorprendió al público tras participar en un videoclip con el oso Paddington, personaje creado por el autor Thomas Michael Bond, que ha protagonizado tanto libros como películas. El cómico clip titulado “Ma’amalade sandwich Your Majesty? («¿Un sándwich de mermelada, Su Majestad?»)” muestra a la monarca y al mamífero tomando una taza de té en el Palacio de Buckingham. Tras varias faltas al protocolo realizadas por Paddington, derivadas de las cuales accidentalmente aplasta el bocadillo dulce servido en la mesa, el osito saca de su sombrero un sándwich de mermelada y lo ofrece a la reina, quien sonríe y, a su vez, extrae uno idéntico de su bolso de charol negro de la marca Launer -característico de Isabel II durante décadas- y le responde a su invitado que ella también tiene uno y siempre lo lleva dentro del bolso. El corte termina con una mirada cómplice entre ambos y las palabras “Feliz Jubileo, señora. Y gracias. Por todo”, de parte de Paddington. “Muy amable”, concluye la monarca británica.

El video fue difundido por la Casa Real en el marco del tercer día de festividades por el Jubileo de Platino y, tan solo en las primeras 24 horas de haberse dado a conocer, superó el millón y medio de visualizaciones en la plataforma YouTube. Con ese tipo de actos, la monarquía  mostró que estaba dispuesta a evolucionar y a adaptarse a las nuevas formas de promoción de la imagen de su reina y de su nación. Entonces, como ahora, las palabras finales de Paddington -desde cuya cuenta oficial en Twitter se publicó la frase “Thank you Ma’am, for everything” el 8 de septiembre en alusión a aquél evento de junio- son un reflejo de la gratitud y el cariño que el Reino Unido le profesa a Isabel II, como igualmente se puede constatar en las innumerables muestras de afecto a las afueras del Palacio de Buckingham y de las embajadas y consulados británicos en el planeta.

El anuncio del pasado 8 de septiembre dio fin a una era dentro y fuera del Reino Unido. Durante siete décadas al frente de la monarquía, Isabel II se convirtió en parte inalienable de la cultura popular y la imagen del Reino Unido en el mundo no solo debido a la duración de su reinado sino a su destacada capacidad de empatizar con la población global y convertirse en un elemento de peso e importancia que supo adaptarse y evolucionar dentro de la narrativa del poder suave. Uno de los pilares que sostienen a dicho poder son los símbolos de la identidad de las naciones, y la reina Isabel constituyó durante más de medio siglo un sólido representante de la identidad colectiva de Gran Bretaña.

Al comienzo de su reinado, en 1953, más de 20 millones de espectadores atestiguaron por televisión la ceremonia de coronación de Elizabeth Alexandra Mary Windsor. Fue la primera ocasión en que un acto de esa naturaleza fue transmitido en vivo. Hoy, en 2022, una incontable cantidad de personas alrededor del globo pueden, a través de la televisión y la internet, dar seguimiento al hecho histórico de su fallecimiento, con el cual la corona británica ha comenzado un periodo de cambio y adaptación.

Reino Unido continuará siendo una superpotencia en términos de poder suave; no obstante, la institución monárquica que actualmente descansa sobre los hombros del rey Carlos III tiene frente a sí el enorme reto de demostrar que el nuevo soberano sigue representando los mejores valores nacionales y globales, y de mantener a la corona como una figura de alta relevancia dentro del poder suave y la imagen del país. Si los artistas o la población en general deciden o no incorporar referencias al monarca en las expresiones de cultura popular en los años por venir, dependerá total y exclusivamente de que éste genere con sus gobernados la misma relación de simpatía y confianza que existe con Isabel II, lo cual a juzgar por los primeros días de su reinado, hace suponer que el nuevo monarca difícilmente conquistará los corazones y las mentes de la población en la forma en que lo hizo su antecesora, pues su personalidad y carisma no se equiparan a los de la reina Isabel II.

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